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Nami entró a una gran sala de reuniones decorada de materiales caros. Sospechaba que debía sentarse en aquella butaca de cuero, delante de esa mujer alta de cabellera negra, negrísima. Esta le daba la espalda de pie mientras aborrecía la calle a través de las paredes de cristal. Pareciese ser que no se había percatado de la irrupción de la pelirroja en el cuarto.

—Disculpe la irrupción. Soy Nami. En recepción me han comunicado que en esta habitación me encontraría con la directora Nico Robin. ¿Es usted?

—Llegas un minuto tarde pero te perdono. Toma asiento y demos pie a la entrevista.

—Oh... voy, voy.

—Reconozco que la directora Robin hace bien su trabajo, sí... Confío en sus elecciones. ¿Entonces qué habrá visto en ti? Eso es lo que yo vengo a averiguar.

—¿Disculpe? ¿No es usted Nico Robin?

—No soy ella. Le di a Robin unos días libres para encargarme yo personalmente de ti. Por lo que no sabe nada, cree ilusa que podrá entrevistarte ella más adelante. ¿No te sorprendió que te anticiparan el día de la entrevista?

—La entrevista la tengo con ella y con nadie más. ¿Quién es usted entonces?

—¿Que quién soy? Antes que nada yo no me muestro ante mediocres aspirantes, así que considérate afortunada —se giró y dio la cara al fin. Unos ojos zafiro se clavaron como espinas en los suyos —Querida, soy Boa Hancock; la presidenta de Amazon Lily. Bienvenida a mi empresa.

Nami a sus 22 años se hizo hueco en una empresa como lo era Amazon Lily después de haber acabado la carrera. Esta empresa de alto prestigio a nivel mundial dedicada a la venta de cosméticos ocupaba un gran rascacielos en la capital.

—¡¡No hay nada que me convenza!! —comenzó a revolver el armario como loca. Estaba entregada a ir divina o por lo menos decente en su primer día de trabajo.

¡Hancock la había contratado!

—Cielo, no te estreses tanto. Todo te queda tan bien que es difícil escoger ¿no?

—Vivi, tu compasión no me sirve. La misma presidenta parece un jodido modelo. Tendrías que haberla visto. ¡Mierda! Nada de esto me sirve. ¡No tengo suficiente ropa!

—Pero si tienes para montar un mercadillo y que ocupe toda la vía...

Vivi la amaba, vaya sí la amaba... Se quedó alelada observando cómo Nami nadaba entre prendas para dar con el conjunto perfecto. Nami era bella. Portaba una belleza inigualable, también una mala leche, esa retranca, esa cosita que la definía. Era un hecho que su novia a veces gastaba ese genio que hacía temblar hasta a las paredes como gelatina. Y Vivi como su compañera de vida estaría ahí por y para ella hasta la eternidad.

Ellas dos eran una.

Nami sabía que a veces era prepotente y demostraba una seguridad arrasadora pero la realidad era otra. Era una fachada. Como todo el mundo ella tenía sus inseguridades, y una era concerniente a su orientación sexual: le costaba expresar que era lesbiana, porque sentirse juzgada por ello le ardía. Se odiaba a sí misma por tal y más cuando oía a la peliazul expresar su amor por ella como si hablara del clima. ¿Por qué no podía hacer lo mismo con aquella naturalidad? ¿A qué le temía? Aún no encontraba respuesta.

Sumida en esos pensamientos, aprisa dejó el apartamento y se dispuso a coger el tren para llegar a Amazon Lily.

Una nueva etapa de su vida no había hecho más que comenzar.

—De pie todos, pongan atención —aplaudió Reiju una mujer con pelo rosa —Ha llegado nuestra nueva empleada. Adelante.

AMORES QUE ESCUECEN (RoNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora