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Gamma. Omega defectuoso, frágil, débil, vulnerable.

Auron sabía que la vida lo odiaba y ser un Gamma solo fue una parte de su tortura.

"Morirás antes de cumplir los diecisiete." dijo una vez su profesor. Jodete, aquí estaba vivo después de su treintañera.

No sentía pena en ser Gamma, pero su instinto siempre le recomendó ocultarse por su bien, y así lo hizo pasándose por Omega.

Nadie sospechaba nada y los Alfas solo lo ignoraban por su actitud poco "Omega". O así parecían marchar las cosas, si ese tal "Luzu" no estuviera tras de él como un perro faldero.

El chico no era molesto, era bastante amable para ser un Alfa. Mandaba con dulzura, sin querer obligarte pero aún así acatabas la  orden por instinto. Rara vez lo veías usar "la voz" y su actitud apacible lo hacía fácil de molestar. Siempre fue un blanco para las bromas de Fargan y Willy, y aunque lo sacaran de quicio y tomara venganza la cara de niño bien no se la quitaba nadie.

Y quizás se hubiera dejado llevar por sus encantos Alfa, pero la naturaleza dicta lo contrario. Alfa y Omega están hechos el uno para el otro, así como Beta y Gamma, o Gamma y Delta. ¿Pero qué tan probable le era encontrar un Delta que lo correspondiera? Nula.

Tiene a Adam, un Beta dulce como Omega y ordenado como Alfa. Su balance perfecto, lo quiere incondicionalmente y no lo juzga. Un Beta infértil fue posiblemente lo mejor que le pasó en la vida. Podía vivir sus celos junto a él sin miedo a quedar en cinta, ya que la medicina en Karmaland era lo suficientemente atrasada como para solo considerar a Alfas y Omegas. Adam no quiere compromisos tampoco, es un Beta libre y dispuesto a pasar un buen rato con cualquiera. Y Auron lo quiere de esa forma. Lo que menos quería era ser una responsabilidad para el Beta.

Auron es Gamma, y huele a amapolas con toques de miel. Un olor que Adam adora, pero que cualquier Alfa consideraría repulsivo por ser "muy dulce". Cuando se enoja huele a flores quemadas, algo que obtuvo tras recuperarse del hechizo lanzado por el dulce Luzu.

Su niño.

Podía sentirlo.

Ahí estaba.

Podía ver las finas cuerdas.

Translúcidas pero levemente visibles, hilares rojos uniendo ambos cuerpos.

Ese lazo, ese jodido lazo, dictandole que aquel era el indicado.

¿Pero que hacía Auron? Distanciarse más, rompiendo los hilos más finos. No quiere arruinar la vida de Luzu porque aunque lo quiere. Él es feliz con su Omega destinada, Lana.

No tiene derecho alguno a robar aquella felicidad. Lana puede darle lo que nunca podrá. Una familia, un cachorro al que cuidar.

Quedar en cinta o simplemente pasar por un celo era peligroso para su frágil corazón, su débil cuerpo y enredada mente. Un día moriría y nadie sabría porqué, hasta que lo investigaran más a fondo y su secreto saliera a la luz. El olor de su cadáver, el olor a amapolas con miel.

Se dice que Gamma al morir desprenden un fuerte y dulce olor, y este aroma es aún más fuerte si se estuvo suprimiendo por mucho tiempo. Gamma podría matar a sus cachorros por defenderse, Gamma podría morir si es apartado de Beta.

Gamma es mierda.

Se odia, no es un secreto. Pero no se dejará guiar por sus emociones, no todavía. Quiere demostrarle al mundo, en su más pleno silencio, que un Gamma puede vivir lo suficiente como para ver el mundo arder.

No puede evitar recordar memorias del agridulce pasado que le tocó vivir. Sus padres, un Alfa y un Omega, decepcionados al descubrir que era Gamma. Su padre intentó matarlo, ahorcando a su hijo con sus propias manos, las cuales solo soltaron el cuello del niño tras los gritos del Omega. Omega protegió a su cría a pesar del rechazo.

GammaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora