– Erik! – llegó corriendo Charles a su encuentro apenas el cobrizo cruzó la puerta de la mansión Xavier. Se colgó de él como un koala y llenó de besos a su querido tiburón – te extrañé mucho mucho mucho mucho –.
– Y yo a ti, mein licht – Sonrió tomándolo de la cintura para evitar que cayera.
– Vamos Erik, es mediodía en un fin de semana, tenemos mucho que hacer, ir de compras, comer helado, ver una película, quizá cenar y terminar bailando – habló emocionado, y Erik, aunque estuviera cansado terminó aceptando, no le podía negar nada al castaño y aún si lo hiciera Charles lo hubiera convencido en menos de 5 minutos. Una vez que se bañó y cambió subieron al auto para ir a la plaza comercial más cercana.
Al llegar lo primero que hizo Charles fue entrar a una tienda de ropa, mientras su pareja se probaba infinidad de conjuntos él lo esperaba sentado frente a los vestidores, estaba esperando a que el castaño saliera para preguntarle como se veía (él obviamente le respondería que se veía igual de hermoso que siempre) cuando una chica se sentó a su lado. No le prestó mucha atención pero tampoco podía pasar por desapercibido las miradas que ella le dedicaba, o la forma en que se movía a su lado, o a su fina mano que por ocasiones tocaba "accidentalmente" su pierna. Él la ignoró porque a pesar de que no era fea, hasta donde había visto, no era ni por asomo tan bonito como su chico de ojos azules. Cuando salió al fin Charles éste, antes de preguntarle como se veía, soltó un gruñido casi imperceptible.
— Cambia de lugar — y aún sin verlo señaló un sillón individual. Iba a replicar cuando notó a donde se dirigía exactamente la mirada de Charles, a la chica. Suspiró y se cambió, no le vio casi discutir y tampoco quería pasar el día enojado con su pareja ni dormir en el sillón de la sala. Una vez el castaño se vio complacido siguió modelando sus conjuntos. Después de casi dos horas y media tienda salieron del local. Tal como dijo Charles lo siguiente que hicieron fue ir a una heladería, vieron una buena película en el cine y después a un restaurante. Cuando acabaron la cena, con unas cuantas copas de vino encima, pasaron por una plaza donde varias parejas, desde niños hasta ancianos, bailaban al son de la música. Estuvieron una media hora ahí, antes de ir a un bar y tomar unos cuantos tragos, llegaron a la mansión entrada la madrugada y Charles, apenas cruzar la puerta, se lanzó a los labios de Erik, comenzó a desvestirlo camino a su habitación y una vez dentro y semi desnudos arrojó al mayor a la cama subiendo rápidamente a su regazo para volver a apresar sus labios en un demandante beso mientras sus caderas se movían danzantes.
Terminó de quitar las prendas que los cubrían y sin perder tiempo, con una mirada astuta, procedió a hacer una felación a su pareja. Charles siempre le daba las mejores felaciones, su lengua se movía de forma mágica, sus manos no se quedaban quietas y su mirada no se despegaba de la suya. Cuando estaba por correrse Charles volvió a subir a su regazo y, así, sin ninguna preparación, se autopenetró.
Pasaron así la noche, entre besos, palabras, gemidos, caricias y más. A la mañana siguiente Erik despertó con moretones, mordidas y arañazos, pero no le importó, siempre era así y lo disfrutaba. Disfrutaba que ese pequeño ratón de ojos azules lo dominara así.
Cuando bajó a la cocina, vistiendo apenas unos pantalones de pijama, Raven le dedicó una mirada burlona.
— Espero estén listos para afrontar la critica en los ojos de las personas, porque sus gemidos se escucharon hasta Japón — dijo cuando salía de la cocina — sobre todo cuando grito "¡Me lo haces tan rico!" — rió burlona — siquiera durmieron? — Iba a contestar cuando un grito de Charles ordenando que regrese a la cama se escuchó por toda la mansión — Vaya, si que tiene aguante — y se fue, Erik suspiró, sabia lo que venía, pero no rechazaba una buena oferta de sexo matutino.
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Mein licht = Mi luz.
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