Era un día soleado no apto para salir al exterior, era el primer cumpleaños que pasaban encerrados en la habitación de él. Claramente teníamos una excusa y no se trataba del calor pegajoso de Agosto que azotaba la ciudad de Incheon.
El instrumental de la canción que, en un tiempo no muy lejano, se habían dedicado resonaba de fondo entre aquellas cuatro paredes blancas que los rodeaban. La habitación del muchacho eran bastante sencillas a comparación de otros de su edad. Los colores que iban en la escala del negro al blanco predominaban en ese lugar, algunos cuadros de su niñez decoraban su escritorio y eso era todo. Estábamos sentados en la alfombra que cubría el suelo, sin cruzar miradas ó pronunciar una palabra.
El proyector que recientemente le había obsequiado estaba encendido, allí era dónde aparecía el video que había preparado para su cumpleaños. Sonreía con calidez. Una trayectoria de dieciséis años de amistad se reflejaban allí.
—¿Recuerdas la primera vez que fuimos a un parque de diversiones? —le miré emocionada recordando cuando tuvieron el atrevimiento de saltar a la par desde cincuenta metros. Sólo se limitó a asentir con la cabeza, parecía estar hipnotizado con las imágenes que pasaban antes de llegar al 2014. Fecha del cumpleaños que pasaron en dicho parque.
Un video de no tan buena calidad mostraba nuestros rostros en primera plana, estábamos asustados mientras caíamos.
—Recuerdo que tomaste mi mano muy fuerte —me miró sin dejar se reír—, pudiste haberme arrancado la mano en ese momento.
Le di un pequeño golpe en el hombro y fingió llorar, sabía muy bien que lograba hacerme sentir mal en un dos por tres cuando actuaba así.
—¿No has pensado en volverte actor ó algo por el estilo? —respondí llamando su atención con ligeros movimientos en su brazo para que se levantara del suelo— ¿Todavía planeas enfocarte al cien por ciento con esto de ser trainee?
—De momento lo llevo bien, ¿por qué lo dices? —cuestionó sin hacer demasiado caso a la pregunta. Para él era bastante normal que personas de su entorno cuestionaran sobre su futuro y yo no quería formar parte de eso, sabía que al final acabaría generando más inseguridades.
Negué con la cabeza restándole toda la importancia, no me apetecía hablar del tema puesto que tenía la seguridad de que sólo eran rumores los que se esparcían sobre los contratos con las entertainment. Me miraba animado mientras comía un poco de arroz frito que hace un momento la madre de Jaemin nos había traído. Imité su accionar. El video seguía reproduciéndose.
—Aquí viene la mejor parte —le callé esperando la fiesta de fin de año con nuestros amigos de curso antes de que él se convirtiera en trainee para tan reconocida compañía de entretenimiento.
Sin preguntar, aumente un poco el volumen para escuchar las sonoras risas y fuegos artificiales que se escucharían a media noche.
(...)
Saludaba haciendo un ademán con mi mano libre, emocionada y asustada por lo que vendría en un futuro próximo. Dejando promesas detrás y un gélido invierno que daba una sensación se nostalgia a la situación. Jaemin daba pequeños saltos de emoción desde la lejanía. Habíamos intercambiado cartas de despedida con la idea de recordar nuestros momentos favoritos. Tenía la que yo le había obsequiado en la mano, no se había atrevido a abrirla frente a nuestras familias. Después de diecisiete años de amistad no era de menos.
En el fondo estaba molesta conmigo misma, sentía que debía haber abierto la boca antes de irme a la otra punta del mundo. Acepté lo que ocurría. La nieve comenzaba a colorear la pista de despegue, la tormenta no cesaba.
Perdí de vista a todos cuando logré ascender al gran avión, algunas personas hablando en inglés rodeaban mis entornos. Estaba asustada, ¿acaso era lo más correcto? ¿y si no encontraba a los representantes de la universidad? ¿y si me perdía en medio del aeropuerto? Suspiré y relajé mis músculos en el asiento de gamuza roja.
Todo iba a estar bien.
