—Es un buen libreto...
—Lo es...
—¿Por qué lo rechazaste entonces? —reprochó Julius.
—Porque me dio la gana... —respondió el actor.
El representante se llevó las manos a la cara con cansancio.
—¿Has ido a ver a Harold? —inquirió.
—Dos veces a la semana, cada semana...
—¿Y por qué sigues comportándote de esta manera? —el mánager preguntó molesto.
—Julius, soy yo el que siempre ha elegido los proyectos en que trabajaré... eres tú el que está comportándose de manera extraña...
—Quiero que trabajes... no has hecho nada en meses, Thomas...
—Yo decido si trabajo o no, Julius... —habló mirándolo serio—. Está bien que seas mi mánager, pero no olvides que eso te hace mi empleado, no puedes obligarme a trabajar.
Julius se puso de pie y lo observó con enojo.
—Quiero que hagas algo con tu vida... me preocupa que estés aquí, todo el día solo...
—Tengo a Bobby...
—Es un perro. —murmuró él.
—Es mi perro, no es solo un perro... —respondió—. Me hace reír... lo llevo de paseo, y me acompaña a la tienda...
Julius guardó silencio por un momento.
—No me vas a hacer caso nunca, ¿verdad?
—No... —dijo levantándose también—. Y por lo mismo, creo que tus servicios ya no son requeridos...
El rubio lo observó con suma sopresa.
—¿Me estás despidiendo? —lo miró alzando las cejas.
—Touché... —musitó—. Que te vaya bien, Julius.... te agradezco tus años de trabajo...
Él lo observó desconcertado.
—Yo solo quería ayudarte... —habló el hombre.
—Sí... lo sé... —respondió—. Y me ayudabas porque eso significaba ayudarte a ti mismo, ¿no es así?
Él no dijo nada, solo lo miró con enojo, para luego girarse y salir de la morada Hiddleston.
Tom caminó a la cocina, en donde su desayuno se encontraba servido, tomó una taza de té, y nada más, ya que aquel desayuno inglés completo que solía disfrutar tanto, ahora le causaba repulsión.
Por esas horas de la mañana, Amelia y Benedict se encontraban en sus respectivas habitaciones, Amelia ya se había duchado, y por el momento se hallaba sobre su cama, limando sus uñas mientras veía Los Simpson.
Tres golpecitos en la puerta la sacaron de su ensimismar.
—Entra... —habló ella.
—Buenos días... —saludó Ben entrando al cuarto.
—Buenos días... —repitió ella.
—¿Cómo dormiste? —inquirió recostándose junto a la mujer.
—Bien... ¿qué hay de ti? —preguntó Amelia.
—Demasiado solo... —respondió mirándola.
—Estás invitado a una pijamada cuando quieras, Ben... —habló sonriendo divertida.
—Te cobraré la palabra... —murmuró mientras se estiraba.
Ella lo miró en silencio por un momento.
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Panacea Universal
Fanfiction❝El que jamás ha llorado y sufrido en soledad, nunca podrá entender cuan dulce puede llegar a ser el verdadero amor❞ ➤En lugar de una larga parrafeada contándote de qué se trata esto, prefiero dejarte algunos comentarios de mis queridas lectoras: ❝L...