ventisca

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El viento se llevaba las hojas del otoño mientras el invierno estaba cada vez más cerca.

Las personas que conocían se volvían polvo por el tiempo. Los ojos oliva del rey miraban la pintura de su difunta esposa e hijo.

Yacia algunos años desde que ella falleció producto del tiempo, murió en su cama, con su rostro arrugado pero con una sutil sonrisa. Ella había sido feliz a su lado

los seres humanos eran criaturas frágiles y no vivían tanto como los demonios, hadas o gigantes.

El era consciente de eso. Y aceptó el destino. Ella no reencarnaria nunca más.

Asi que aquél. Era el adiós definitivo....

Su mano acarició con sutileza el lienzo que enmarcaba de la belleza del ayer de su amada.

-Elizabeth...-

Su hijo Tristán había salido de Lioness en busca de su propio destino, de su propia felicidad... Y cómo padre.

No podía impedirselo, solamente darle su apoyo y bendición para un viaje seguro....

Meliodas caminó por los pasillos del castillo mientras arrastraba su túnica imperial.

Se sentía tan solitario. El silencio le otorgaba la libertad para pensar y escuchar el sonar de sus propias pisadas.

Pese a la alegría de su pueblo justo. Aún así.
El vacío en su corazón no hacía más que agrandarse.

¿Que haría el día de mañana? ¿Cómo estarían los demás?

Eran cosas que poco a poco dejaron de importarle.
Ya no había una sonrisa en su rostro, ni siquiera esa sonrisita falsa que solía poner. Sentía que ya no había nada en su vida....

Mientras salía del castillo y era alabado por sus súbditos. El solamente se dirigió sólo al lago más cercano....

Suspiró pasando su mano por su cabellera rubia, mientras aquel mechón de cabello sobresaliente se meneaba.
Miró su reflejo en el agua.

Vió su rostro cansado de luchar día a día buscando un propósito....

-...si tan sólo.... pudiera....amar de nuevo...- susurró inconscientemente...

Sin embargo el se decía que nadie podría reemplazar a elizabeth en su corazón...

Pero quizás... quizás...

Su petición...fue escuchada

Entrecerró los ojos. Pero los abrió de repente cuándo el lago dió un ligero resplandor.

Y del fondo se escuchó un grito.

- ¡¡AAHH!!-

Y cómo una explosión, de él salió una jóven muchacha que rondaba los 19 años
De cabellos claros y ojos cómo el sol. Que vestía cómo si perteneciera a otro época.

Cayó hacia el cielo disparada.

Meliodas extendió sus brazos sin moverse mientras arqueaba una ceja...

pues sabía que debido a la gravedad ella regresaría al mismo punto...

-¡¡HAY MAMÁ!!- gritó ella cerrando sus ojos pensando en la dolorosa estrellada que se llevaría.

Pero tal cómo lo previo el rey. Ella cayó entre sus brazos, sana y salva..

Los ojos esmeralda se quedaron fijos en ella... mirándola y estudiandola por un momento.

suave ventiscaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora