Capítulo 43: Fiesta

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Omnisciente


Dieron las ocho, los Stone y su hermano ya habían partido hacía tiempo. Cada hermano iba en un coche diferente para recoger a su cita y Marcus fue a su piso a arreglarse. Aria se encontraba en su habitación escuchando música en su cama mientras leía. Por eso, no se dio cuenta de que dos personas se habían colado en la mansión.

Dichos intrusos iban cargados. El primero llevaba una maleta enorme donde podía entrar perfectamente un cuerpo humano joven si se encogía y varios bultos donde se adivinaba algún tipo de arma. La otra persona cargaba una bolsa negra sospechosa y se encargaba de guiar al otro. Al ver la caseta de perro, pararon y se miraron entre ellos.

Prefirieron dar un rodeo y entraron por la ventana abierta de la cocina. Tenían que darse prisa, la vigilancia era más delgada que normalmente, pero eso no quitaba que aún había siete personas vigilando en el exterior y no sabían si había alguien en el interior, además, el peso de lo que cargaban, les ralentizaban demasiado.

Una vez dentro, la persona de la bolsa sacó un croquis de la mansión para guiarse y subieron a la segunda planta, donde estaban las habitaciones. Al llegar, dudaron. Abrieron la primera habitación, pero la cerraron con la misma rapidez y suavidad. Parecía que buscaban algo... O alguien. Ya habían abierto las tres primeras puertas y tuvieron el mismo resultado. Eso solo les dejaba la habitación final del pasillo.

Quien cargaba la maleta, abrió la puerta con muchísimo cuidado, no quería advertir a quién estuviera dentro. Al ver a quién buscaban, se le formó una sonrisa algo siniestra. Hizo un gesto a su acompañante confirmando su objetivo y entraron.

Aria estaba contenta, iba a tener la mansión para ella sola, aunque seguramente no se movería de su habitación. Además, se estaba actualizando de los libros que tenía pendientes. Cuando sus amigas le habían contado lo del día de hoy, se había alegrado por ellas y no dejó pasar la oportunidad para burlarse un poco de Lysandra y picar a Kaitlyn y Allison.

De repente, sintió un metal frío en la parte superior de su espalda. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y el pulso se le había disparado, sintiendo la adrenalina. Su cuerpo ya estaba preparado para entrar en combate, pero se relajó. En medio de ello, se dio cuenta de que el objeto no era punzante. Se giró rauda a la vez que cogía la daga que escondía debajo de la almohada y encaró a su agresor.

Un grito de sorpresa se le escapó de los labios.

—¡¿Qué hacéis vosotros aquí?! ¿Queréis que me dé un infarto, o peor, que os mate accidentalmente o qué?

Los dos intrusos sonrieron victoriosos entre ellos, Aria soltó el arma y observó lo que cargaban.

—¿Por qué habéis traído eso, Alice? —preguntó a la persona que tenía la maleta—. Y suelta esa cuchara.

—¿De verdad quieres saberlo? —inquirió la otra persona con una sonrisa.

—La verdad, Ryan, no estoy muy segura.

—Es sobre la fiesta de hoy —habló ella.

—Alice —hizo una pausa dramática—. ¿Qué te hace pensar que, porque seas tú la que me lo pida, vaya?

La mujer suspiró. Ella tenía razón, pero quería que fuera. Aria no dejaba de ser una chica de casi dieciséis años pese a todo. Quería que intentase disfrutar su adolescencia todo lo posible y que tuviera buenos recuerdos. Puede que el evento de hoy ocurriese solo una vez en su vida y Alice no quería que Aria lo desaprovechara.

Además, quizás pueda decidirse qué hacer con el hijo de Richard Stone. Por lo que había podido averiguar, Aria estaba confusa. Seguía queriendo rechazar cualquier sentimiento hacia Roy, ya no solo por la apuesta, sino por su estilo de vida. Quería darle un empujón, si no resolvía nada sobre ese asunto, por lo menos, disfrutaría de la velada y conocería en persona a artistas famosos.

Agente 1546Donde viven las historias. Descúbrelo ahora