Beso #2: en la mejilla I

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Las clases transcurrieron con la mejor normalidad posible. Lisa, por su lado, seguía leyendo cómics —los cuales escondía detrás de los libros— y yo hacía cualquier tipo de dibujos extraterrestres detrás de mi carpeta. Y no, no eran dibujos de aliens, sino de una persona que apenas conocía el nombre de Picasso.

No sentí presión alguna hasta que sonó el receso, por alguna razón.

Con mi mejor amiga nos sentamos en la misma mesa de siempre, a un rincón de las ventanas que daban al patio. No estaba muy cómodo allí, pero no podía quejarme comparando a las demás maderas con patas.

—Oh, dios —susurró Lisa a la mitad de su sándwich de puro queso. Tomó mi brazo y comenzó a sacudirlo para que le prestara atención—. Es ella, Bin. ¡Es ella!

—¿El exorcista? —pregunté bromeando.

No me hallaba en un gran momento, ya que estaba cansado por la noche anterior. Mi cerebro no tenía gana alguna de procesar o recordar de quién podría hablar o referirse.

—No, no. La chica del bar. ¿Recuerdas que salvé de que se cayera?

—No.

—¡Oh, maldición! ¡Creo que vio! —exclamó—. ¿Crees que me tome como alguna acosadora que abusa menores?

Fue recién cuando dirigí los ojos a donde ella los había puesto. Dos mesas enfrente nuestro, a la izquierda del buffet, se hallaba una chica con cabello anaranjado. Mi rostro tranquilo no cambió hasta que noté quién estaba a su lado.

—Creo que solo te tomará como una acosadora si le sonríes —contesté—. Conozco al chico de al lado. Me llevó a la enfermería cuando la nariz me sangró.

Y como si hubiera escuchado lo que dije, los ojos del rubio se pegaron a los míos por unos segundos. No fue mucho ya que desvío la mirada, pero en ese instante sentí un pequeño revuelto en mi estómago. Esperaba que no fueran vómitos... ni alguna otra cosa.

—¡¿En serio?! —gritó Lisa en mi oído.

Asentí con lentitud a modo de respuesta. Desde lejos, podía notar como las orejas del tal Felix se volvían rojas. ¿Las personas no lo confundían con un tomate o algo así?

—¡Pues ve y haz que me presente a la chica!

—¿Qué? —pregunté, confundido. Observé a Lisa y, como si no fuera obvio, en su frente tenía escrito "quiero salir con esa chica"—. ¿En verdad?

—¡Si, si, si! ¡Por favor!

Los ojos verdes de Lisa se encendieron como una pequeña lampara, cosa que no pude evitar detallar. Ella se veía de esa manera solo cuando uno de los personajes de Cómics DC aparecía vivo en carne y hueso en una película.

—De acuerdo...

Me levanté de la silla, olvidando mi almuerzo, y me dirigí a la mesa en donde se encontraban Felix y la tal chica que Lisa quería.

Tal vez le estaría por deber otro favor al chico.

—¡Felix! —dije con mi mejor sonrisa. Me senté a su lado y le rodeé los hombros como si lo conociera desde hace años—. ¿Qué tal?

Él abrió los ojos como platos, sorprendido.

—Bien...

—Ella es mi amiga Lisa —agregué señalando a su lado.

—¡Mucho gusto! —dijo ella. Miró a la chica con cabello naranja y la saludó con un beso en la mejilla—. Mi nombre es Lisa. ¿Y el tuyo es...?

—Rosé.

Sonreí orgulloso de mi amiga "gata" y me dispuse a prestarle atención a los movimientos de sus coqueteos. En verdad aprendía mucho de ella.

Mi cerebro pareció dar un vuelco en cuando la tal Rosé me observó. Me percaté de sus ojos distintos, uno de cada color, y mi mente colapsó. Fue como si me echaran un gran balde de agua helada.

Mis recuerdos de la noche anterior habían vuelto. Y mi brazo aún seguía en los hombros del chico gay.

—Tú eres el chico del bar —dijo Rosé, ignorando a Lisa, como si aún estuviera con el alcohol en la sangre—. Es extraño que estés abrazando a un chico gay, considerando tu fobia.

Al principio sentí calor. Luego frío y, por último, nada. Sabía que estaba sudando y que me faltaba menos de un paso para desmayarme.

Yo... estaba tocando a una persona gay.

Hoy había besado en la frente a una persona gay.

Había dejado que una persona gay me cure la nariz.

Saqué mi brazo con lentitud de sus hombros y me levanté enseguida del asiento. Sin mirar al rubio, parpadeé y me tapé la boca en un acto impulsivo. Era repugnante.

—R..., Rosé.... —Escuché a Felix quejarse, pero ni siquiera giré para verle la cara. Estaba asqueado.

Mi estómago se comprimió y tuve la primera arcada. Instintivamente, me giré y corrí hacia los baños. Lo último que había escuchado de ellos, había sido un ligero "Torpe" de parte de Lisa.

Esperaba, al menos, que no le haya arruinado el coqueteo con mis vómitos de resaca. El alcohol nos había jugado una mala a ambos.

***

Cómo dejar de ser homofóbico en 5 besos - ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora