CAPITULO 7

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Tras reponerse de la conmoción que le supuso encontrar a su marido en casa, Emma se deshizo de su abrazo para dar la saludar a su futuro socio.

—Encantada de conocerlo en persona señor Müller, bienvenido, me alegro que finalmente haya aceptado la invitación para conocer nuestras instalaciones, estoy segura que tras esta visita no tendrá dudas sobre la conveniencia de invertir y asociarse con nosotros.

—Mucho gusto en conocerla señora Álvarez, es mucho más bonita en persona que en videoconferencia—le respondió galantemente.

—Por favor llámeme Emma y prefiero que me tutee.

—Pues encantado Emma, por favor llámame Fritz, ya que vamos a ser socios, estoy de acuerdo en que no son necesarios los formalismos, Grant, me ha estado convenciendo muy bien, pero ya sabes cómo somos los alemanes, queremos tenerlo todo bien atado y me ha parecido una buena ocasión para conocernos en persona.

—Por supuesto, por favor pasad al salón, y haré un café, ¿Te quedarás con nosotros Fritz?, la habitación de invitados siempre está preparada.

—No quisiera molestar, puedo irme a un hotel.

—Ya ves que mi esposa está de acuerdo Fritz —terció Grant—nos encantaría que te quedaras con nosotros, tenemos sitio de sobra y así nos conocerás mejor.

—Si acabáis de llegar, tal vez quieras subir a tu habitación para refrescarte un poco —sugirió Emma a Fritz.

—Traeré las maletas, y cariño, como imagino que Rosa solo habrá dejado algo sencillo de cena para ti, podemos ir a cenar fuera y dejamos que Fritz disfrute un poco del ambiente nocturno de la ciudad antes de centrarnos mañana en los negocios. ¿Qué te parece Fritz? ¿Qué tipo de restaurante te gusta? ¿cocina de autor?

—No por favor, soy un hombre grande me gusta comer y sé que en España se come muy bien, un restaurante de comida típica estaría muy bien.

—Pues no se hable más —dijo Emma— Grant, por favor sube las maletas, yo le enseñaré a Fritz su habitación y también me arreglaré un poquito antes de salir.

Emma y Grant, no tuvieron tiempo de hablar, enseguida estuvieron preparados,  llevaron a Fritz al restaurante de un buen hotel que frecuentaban a menudo, en el que se quedaban algunos de sus clientes y que ofrecía cocina tradicional de calidad.

La comida resultó agradable, Fritz era un gran conversador y había viajado muchísimo, les contó experiencias divertidas que le habían ocurrido en lugares exóticos provocadas por la falta de entendimiento con el idioma, dejando los temas de trabajo apartados para las reuniones en la oficina.

Cuando llegó el momento de pedir los postres, Grant siguió con el papel de marido enamorado que estaba representando ante Fritz.

—Cariño, déjame pedir por ti, la última vez que vine incorporaron a la carta, una tarta de tres chocolates con tropezones de frutos del bosque, que estoy seguro que te encantará —le dijo con una voz melosa y una sonrisa aparentemente tierna, tomando su mano para darle un suave beso en los nudillos.

—¡Umm! —contestó Emma fingiendo un deleite que no sentía, y con una mirada maliciosamente perversa que solo Grant pudo detectar, respondió —Estoy deseando probarla, y yo pediré por ti "cielo". Una tarta de zanahoria por favor.

Grant le dio una pequeña patadita por debajo de la mesa, la sorpresa casi hace que Emma se delatara, así que fingió que se atragantaba con el agua que estaba bebiendo.

—¿Te gusta tu tarta "cariño"? —preguntó Emma con una falsa sonrisita, disfrutando de su venganza. Si Grant quería jugar a la parejita enamorada iba a tomar de su propia medicina. Observó divertida como se comía la tarta estoicamente fingiendo que era su favorita, cuando ambos sabían perfectamente que la odiaba.  A la abuela le gustaba mucho y frecuentemente Rosa la servía en la mansión, pero ni Grant ni ella la probaban nunca. 

HERENCIA TORMENTOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora