Una fantasía hecha realidad

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Max se levantó de su cama como todos los días, su vida era tan predecible como la rutina misma y como las gotas de lluvia que rompían con el silencio de la mañana al caer en su ventana, bebió su café de un sólo sorbo, tomó su portafolio y salió como de costumbre.

La rutina de Max se vio interrumpida por la presencia de Emma que llevaba un vestido morado y una delicada sonrisa en su rostro, allí en el pequeño café donde acostumbraba pasar cada mañana antes de la oficina. Ella tan frágil como un diente de león que crece en primavera se sentó en una de las mesas, pidió un café, un trozo de pastel y sacó un curioso diario rojo y empezó a leer. Por horas ella no levantó la mirada, parecía en un universo distante del alcance de Max quién ya había tratado de seducirla con la presencia de su mirada.

Suspiro tras suspiro, miradas largas y profundas quedarían grabadas en Max. Su cabello, sus ojos, su piel, su aroma dulce y suave; cada detalle lograba una y otra vez que su corazón danzara sin parar.

-10 de diciembre de 2007- En la calle Los Chiparos

Max sólo dejó la cuenta sobre la mesa, y sonriendo mientras recorría en sus pensamientos se despidió de la camarera.

-''Buenos días''-, con voz entusiasta saludó Max mientras pasaba por la puerta de la oficina de su compañero Jack, sin detenerse llegó hasta su viejo sillón y frente a su amigo empezó a relatar su increíble e inolvidable mañana y lo que experimentaba en su interior.

Jack terminó de beber su café y expresó: "¡esa chica de la que hablas es hermosa!"...

Al terminar sus labores Max se apresuró y sonriendo se despidió, entre tanto que algunos le decían: – ¿a dónde vas tan pronto? -"sólo tengo... sólo tengo que hacer algo muy importante, estaré bien, lo prometo" –Respondió Max-.

En efecto Max ahora estaba muy bien, se encontraba en su casa a la luz de la lamparita que estaba en la mesa, había pasado ya 2 horas recordando hasta el más mínimo detalle de Emma, mientras sus dedos sin parar pintaban esa maravillosa obra.

El despertador sonó a las 7:00 AM como había de esperarse y el ventanal del cuarto dejaba ver el resplandor del sol que con rapidez lo cubrían las blancas nubes. Max terminaba de desayunar sus habituales pancakes y ahora daba de comer a Minino su lindo gato angora, para luego ir nuevamente a aquel lugar que había en la calle Los Chiparos donde esperaría por dos o más horas anhelando ver a quién quisiera tener cerca, sólo un poco más cerca. Max solicitaba su café sin azúcar como lo hacía de costumbre para leer su periódico mientras que tenía la esperanza viva en que ella volvería para poder disfrutar de su delicada sonrisa; pero ella nunca llego.

Pasaron unos días, y aquel 23 de diciembre Max caminaba en el bosque Heliconias con su cámara Nikon, los paisajes y colores de la naturaleza suavemente lo envolvían en una pasión que lo invitaban a pasar tiempo, tanto tiempo que podría contemplar su belleza y capturarla. En un momento todo a su alrededor se detuvo, como su pensamiento y su aliento, bueno, excepto su corazón que ahora estaba danzando de nuevo como sucedió en la calle Los Chiparos aquella mañana de invierno.

Y sí allí estaba ella, Emma, en lo más libre del bosque, dejándose envolver por los lazos y sonidos del verde bosque en tanto que capturaba lo más hermoso y lo pintaba sobre el lienzo en el tablero.

Max no podía evitar tenerla tan cerca y ahora estaba capturando la expresión más hermosa que podía tener, su mirada lo sabía muy bien, el tiempo pronto pasó y Max ahora tenía en sus manos el significativo lienzo que guardaba cada uno de los detalles de Emma, se encuentra en el mismo bosque en el que dirigió su atención a la hermosa Emma, y paso a paso, sin quitar su perdida mirada de ella, se acerca con el sonido del viento y armonía en derredor, coloca su lienzo al respaldo del suyo. Dirige su expresiva mirada a ella y solo puede quedarse allí, y sólo le dice: "Hay algo más hermoso detrás de lo que pintas, que es más fuerte que la pasión por capturar la melodía dulce de este bosque".

Emma da vuelta y sus ojos se pierden en el lienzo que pinta cada una de sus cualidades, tan real como el momento que están viviendo, no hubo lugar para las palabras, pero se abrió un panorama para comunicar las expresiones más profundas a través de las miradas.

Ahora juntos recuerdan sus apasionadas historias que un día de invierno tuvieron lugar en la vieja calle Los Chiparos y envolviéndose entre los placeres de la naturaleza, anduvieron en el bosque Heliconias donde los dos sabían que eran más fuertes que aquellos lazos que suave y dulcemente los acercaron y los llevaron a entregarse apasionadamente el uno por el otro, y a esa perfecta danza de corazones que no paro ni quiere parar, tal y como lo decía en aquel diario rojo que una mañana la hermosa Emma leía en aquel lugar donde comenzó esta hermosa historia de nunca acabar.



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⏰ Última actualización: May 19, 2020 ⏰

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