Entre pólvora (Capítulo único)

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A Sasuke y su mejor amigo lo reclutaron para la guerra cuando tenían catorce años, dejando atrás a su amiga de la infancia, aquella pelirrosa con la que solía soñar en medio de disparos y el aturdimiento del olor a pólvora y sangre. Sujetando con firmeza su fusil el gatillo es jalado e impacta en el cuerpo de su enemigo. Otro muerto, pero hace tiempo que dejo de sentir remordimiento. Los días se escapan de sus dedos como lo que dura terminarse un cigarrillo. Su espalda descansa detrás de aquel árbol, su respiración es pausada, su amigo lo observa y él le dice que avance, cubre nuevamente su espalda y continúan la travesía. Un camino que quizás los conduzca a algo llamado victoria.

En la trinchera esperan la orden del comandante para avanzar, y sentado en la tierra sintiendo el peso de aquella arma y con ello los centenares de muerto cargando en sus hombros ve a su amigo sujetando aquella fotografía, Sakura en medio de los dos, sonriendo, recuerda que la tomaron después de que volaran una cometa, después del clic de aquella vieja cámara, Naruto corrió en dirección a la cometa y ellos lo imitaron, corriendo despreocupados, sonriendo y viviendo.

-Ver esta fotografía, pensar en que estoy protegiendo aquella sonrisa, es lo que hace que esto valga la pena, Sasuke. – Le dice su amigo sin guardarse nada como siempre, algo que él hace muy a menudo.

Quizás ella represente todos los momentos felices y que por aquellos días ni siquiera sabían que significaba algo llamado paz. Por eso quizás sueña seguido con ella, caminando con las manos entrelazadas por un césped de un verde brillante, no como el color opaco y triste que tienen los bosques que han mancillado con la guerra. Él nunca aprendió a bailar, pero debió verlo en alguna película en esas reuniones familiares de los viernes por la noche, solo así podía explicar el hecho de verse como en un vídeo de mala calidad y entrecortado bailando con Sakura, el rostro de ella descansando en su tórax, y él girando y girando, sintiéndose infinitamente feliz. 

Sasuke sonríe leve, sincero.

- ¿Le escribiste una carta?. - La pregunta solo afirma algo de lo que ambos son conscientes.

- No. – Él responde con una sonrisa de medio lado. - No pienso morir en un lugar como este, quizás como tú eres un perdedor ya tienes lista tu carta.-

Su amigo le muestra una sonrisa y guarda la fotografía en el bolsillo de su chaqueta.

-Volvamos juntos a casa. –

-Soldados arriba, a unos pocos pasos de este maldito infierno se encuentra nuestra victoria. -

La voz del Sargento hace que se levanten rápidamente, su mano sujeta con firmeza su rifle, las primeras veces sus dedos temblorosos lo hacían sentir desesperación, ahora es diferente, correr, atacar, disparar, matar, ganar. ¿Puedes acostumbrarte al miedo, a la sangre, a la muerte persiguiéndote como si fuera tu amigo? Tal vez, solo si creía con todas sus fuerzas que todo ello valía la pena.

Sus pies se mueven uno tras otro con la velocidad que acompaña el grito del Sargento ordenando que avancen. Porque eso hace, seguir órdenes. Disparos, muerte, gritos, sangre, dolor, ruido. Sin tiempo para dudar, para soñar o anhelar, eres tú, sujetando con aquella arma tu vida, tan fácil de ser arrancada como el fugaz momento en que una bala escapa de su encierro. La explosión casi lo alcanza y de rostro contra la tierra demora en reaccionar, lo suficiente para que aquel soldado apunte en su dirección, él se reincorpora, confundido, mareado, sordo, y ve a su mejor amigo mover su boca, casi le entendió decir. Sasuke levántate. Un disparo rosa su mejilla y el otro impacta directo en el abdomen de su amigo. Algo parece quemarle desde adentro, y entre el dolor y la angustia su dedo jala el gatillo asesinando a su enemigo. Mira a su amigo, aquel rostro pálido y sucio.

-Eres un idiota, Naruto.-

-Lo sé.-

El enfrentamiento termina, pero no tienen tiempo para un descanso, sus tropas fueron las que ganaron el terreno y consiguieron que sus enemigos retrocedan, el sol se esconde por el horizonte y los heridos son rápidamente conducidos a los campamentos improvisados.

Impregnado de pólvora y a pasos veloces conduce a su amigo en busca de ayuda, el liquido caliente que emana el rubio le esta mojando la espalda y eso incrementa su desesperación. Algunos militares con bata lo reciben rápido, él retrocede y no puede quitar sus ojos de la sangre desbordándose del abdomen de su mejor amigo.

- Traed a los heridos. -

- Soldado tenemos que traer los heridos. - El hombre de cabello plateado, su sargento lo esta observando fijo intentando devolverlo a la realidad.

Sasuke obedece, y las nauseas que hace tiempo había dejado de sentir por ver a los cadáveres había regresado de forma fulminante, veloz y ahogándolo.

-Prométeme que cuidaras de Sasuke, Naruto. –

El helicóptero se eleva, se lo llevaron con una venda que daba vueltas en su abdomen y con una vía que le conducía sangre. Él le dijo: Prométeme que regresaras a casa. Y él le brindo una sonrisa en respuesta.

Sus ojos se mantenían fijos en aquella unidad elevándose en los cielos, y de alguna forma, que él sintió enferma aquel sentimiento de envidia se hizo paso por sus pensamientos. Por que Naruto al fin abandonó aquel infierno.

Las noches que siguieron sólo soñó con cientos de cadáveres descompuestos con gusanos caminando entre aquella órbitas vacías.

Sentado detrás de aquel árbol, descansando mientras otros cubren el perímetro, se permitió sacar el trozo de papel, aquel que escribió con un único destino en mente.

Sus parpados se cierran, y quiere soñar, soñar que esta junto a ella. 







Anhelo que nos volvamos a encontrar, Sakura.







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Fin.

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