Sugar daddy

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No podría ser más afortunada al tener de sugar daddy a Naruto. Un empresario de 32 años, codiciado al ser el sueño y fantasía de muchas mujeres.

El tipo es atractivo, para empezar su rubia cabellera de por sí le hace resaltar, guapo y de facciones tan varoniles que hace que cualquiera se emocione al tenerlo cerca. Además, es alto al medir más de un metro ochenta y se mantiene en forma, delgado y con cada musculo bien trabajado, resultado de sus constantes entrenamientos en el club deportivo. Es divertido y tiene mucho dinero. Actualmente es el líder de la empresa Uzumaki y aunque puede ser de carácter duro y algo mandón con sus empleados, con ella siempre sería diferente, dulce y complaciente.

Así que no podrían culparla por enamorarse casi al instante de ese hombre...

Como cada día, esperaba paciente en la entrada de la universidad, su sugar daddy no tardaría en pasar por ella. Algunas de sus amigas esperaban a su lado, haciéndose compañía, aunque ellas esperaban que llegara el autobús escolar, que generalmente no tomaban si es que Naruto llegaba antes a su encuentro, pues este solía ofrecerse para llevarlas, lo hacía únicamente como manera de agradecimiento por hacerle compañía a su bonita Hinata.

- Tengo que confesar que te envidio un poco – la pelinegra observo a Sakura al no entender por dónde iban sus palabras – debe ser maravilloso tener un amante como tu novio – enrojeció al escucharla – ni siquiera debes preocuparte por usar el servicio público, pues cuando no viene él, envía a que te recoja algún chofer.

- Además es muy guapo – esta vez hablo Ino – es tan varonil que no puedo dejar de sonreír cuando lo veo – se sintió algo celosa, aunque sabía que sus amigas eran así de transparentes al decirle lo que pensaban, y estaba más que segura que jamás harían algo para lastimarla – debe tenerte bien satisfecha en la cama.

Su cara ardía, a veces sus amigas podían pasarse de la raya.

- Eso es un hecho. Todas las mañanas la única que tiene buen ánimo es Hinata – contestó Sakura – seguro que todas las noches te folla, y digo te folla, porque se nota que el dominante es él.

Se mordió el labio inferior y no dijo nada. Tenía razón, él siempre era el dominante y ella la sumisa, aunque para ambos resultaba ser una cualidad en el contrario, pues se complementaban a la perfección. El sexo por las noches jamás podría faltar, al igual que sus excitantes encuentros por las mañanas, Naruto era insaciable. Aquello no lo diría, prefería no dar más detalles de su romance.

Para su fortuna pudo visualizar su coche, aquella tortuosa platica con sus amigas había terminado, pues con él jamás se animarían a decir todas esas barbaridades.

-¿Nos vamos? – les pregunto a sus amigas con una sonrisa, estaba segura que el rubio llevaría a sus amigas para darles un aventón.

Y antes de que estas aceptaran, Sai se le adelanto, apenas llegaba para encontrarse con Ino y luego ofrecerse el mismo para llevarlas a casa. Terminó por despedirse de sus amigos y luego subir al coche de Naruto, quien portaba unos lentes oscuros que cubrían sus ojos azules, y quizá por ello le prestó más atención a su enorme sonrisa y sus perfectos dientes.

La recibió con un abrazo y un corto pero apasionado beso. Luego puso el coche en marcha y ella comenzó a preguntarle por su día.

- Tu hermanita tiene un nuevo amigo, se la ha pasado jugando con Konohamaru. Y tal parece que quiere que la lleves de compras, quiere una lampara nueva – enrojeció al escucharlo, era su sugar daddy, sí, pero siempre le daba pena que gastara su dinero en cosas que no eran necesarias.

- Hablare con ella – se mordió el labio inferior apenada y luego le escucho reír.

- Vamos Hinata, no seas tan severa, a mí me parece una buena idea que tu hermana se entretenga decorando su cuarto, deja de pensar en las cuentas y disfruta al lado de tu hermana. Hasta ahora no has hecho una sola compra con la tarjeta que te di. En verdad que eres aburrida, quiero que te metas de lleno la idea de que soy tu sugar daddy, y que no me molesta ni un poco complacerte y llenarte de lujos.

- Pero si ya me has dado mucho – y lo decía literalmente, la deuda que tenía con él, seguramente no podría pagarla ni aunque trabajara durante diez años seguidos, por supuesto para él que era millonario, no era más que un par de monedas, pero aun así ella jamás podría abusar de la amabilidad de aquel hombre.

- No lo creo, ahora busca detrás de tu asiento – sabía que se trataba de un presente. Bastante seguido le regalaba cosas, desde perfumes, relojes, bolsos, hasta ropa y otros accesorios. Todos por demás de marcas que seguramente eran muy costosas.

Con su brazo izquierdo busco detrás del asiento y pronto encontró el asa de una bolsa de papel que tomo y llevo a su regazo. El rubio le incito a que la abriera y ella metió curiosa su mano derecha para sacar un traje de baño, este era en color blanco, de dos piezas, ambas parecían hechas a mano.

- Es precioso – lo dijo maravillada por el tejido de aquel traje.

- Puedes estrenarlo el fin de semana – le observó tratando de pensar que otra sorpresa le tenía – nos iremos a la playa – claro que le emocionaba la idea, tuvo el deseo de lanzarse a sus brazos, y tuvo que desistir pues éste iba manejando por el carril de alta velocidad.

- ¿Nos acompañara, Hanabi? – desde que ese hombre se convirtió en su novio, ella estaba más que acostumbrada a que la llevara de viaje y paseo, aunque al principio le apenaba que gastara su dinero, pronto empezó a aceptar sus regalos y viajes, porque al final de cuentas él lo hacía porque quería que ella le acompañara en sus aventuras, y aceptaría cada regalo porque era bonito que él se tomara la molestia de elegirle esos detalles, sería descortés no aceptarlos.

- Claro, he reservado otra habitación para mi cuñadita – sonrió complacida. Amaba a Naruto por su gentileza y noble corazón.

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Respiraciones agitadas y sonoros gemidos inundaban la habitación. Era sometida por el rubio al sentir su grande mano sobre su espalda, obligándola a tener sus pechos y parte de su abdomen recargados sobre la cama y sus nalgas al aire al encontrarse de rodillas. Cada penetración y cada rose en su vagina era disfrutado por la pelinegra, era hipersensible y por lo mismo ya podía empezar a saborear su orgasmo, aquellas constantes y sobre todo deliciosas embestidas estaban logrando que alcanzara el tercer orgasmo de la noche. Solo esperaba que aquel lugar tuviera paredes gruesas, pues el sonido acuoso de sus sexos evidenciaba lo que en aquel cuarto de hotel sucedía.

Aquel fin de semana había sido todo un éxito, por las tardes se relajaban en la comodidad de aquellas albercas casi exclusivas para ellos, Hanabi se notaba más que feliz de disfrutar de todas esas comodidades de gente rica, y aunque quisiera que no se acostumbrara a esos lujos, no podía evitar permitir que el rubio la consintiera, había sido muy valiente y perdido varios años de su infancia en hospitales, y ahora mismo adoraba verla jugar y divertirse, pero sobre todo reír de felicidad.

Por las noches la diversión era para ella y Naruto. El hombre era bastante demandante en el plano sexual y ella no podía quejarse sí siempre le daba varios orgasmos en el día. Tal como sus amigas decían, la tenía bien satisfecha.

Él, un empresario de 32 años, es su sugar daddy, y ella no podría sentirse más afortunada de ser su pareja, una universitaria de solo 19 años...

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