Oscura luminiscencia | One Piece

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Podía ver su aliento formarse cada que soltaba esas fuertes bocanadas de aire, debido al esfuerzo que realiza en esos instantes. Ha estado corriendo por demasiado tiempo por las oscuras y vacías calles de Wano, realizando un sobre esfuerzo demasiado notorio. Estaba afectado por su última batalla y el hecho de que otra de esas molestas balas de Kairoseki estuviera incrustada en su pierna derecha sólo empeoraba las cosas.

La persona que lo persigue parece no cansarse, puesto que ha logrado mantener el paso, aun contando las veces que Law pudo hacer uso de su habilidad en un instinto por perderlo. Todo resultaba inútil para ese hombre que lo seguía con tanta insistencia. ¿Qué debía hacer? Es consciente de que ninguno de sus aliados están cerca, mucho menos su tripulación, a ellos los obligó a mantenerse lo más al margen posible, suficiente tenía con los alborotos causados por la tripulación de mugiwara como para involucrar a la suya propia.

Aunque ahora vendría bien un poco de su alboroto, pensaba con fastidio y ligera tensión. Giró en un callejón oscuro y pequeño, haciendo uso de la oscuridad para esconderse por unos minutos. A sus oídos llegó el ruido de unos pasos rápidos, pasando de largo del callejón en donde estaba, eso lo hizo suspirar de alivio. Tras el exagerado suspiro que soltó, apoyó su katana contra la pared a sus espaldas, sus manos viajaron a su pierna, presionando con sus dedos alrededor de la herida de bala.

Ahogó un quejido cuando presionó de más en la zona afectada, tenía que sacar la maldita bala lo antes posible y regresar con su tripulación para tratar la herida. Murmuró un par de maldiciones, llevándose una mano al rostro, mientras la otra permanecía sobre su muslo derecho, unos cuantos centímetros arriba de la herida.

Tal vez se distrajo demasiado. Tal vez no era el momento de descansar. Tal vez, no debió subestimar a la persona que lo había estado siguiendo esa noche.

La fuerte presencia de alguien lo alertó, pero su reacción fue tardía. Lo supo en el instante en que arremetieron contra él, dejándolo sin aire; seguido de un movimiento brusco, que lo hizo tambalearse y alejarse lo suficiente de su katana, más aún la tenía al alcance de sus dedos. No se rindió ante el golpe, estiró sus dedos en un intento por tomarla, más otro golpe justo sobre su muslo derecho fue suficiente para retraer el brazo y soltar un alarido de dolor.

—¡Maldita... sea! —apretó con fuerza los dientes, arrugando la nariz por el escozor que se expandía sobre su pierna. Soltó aire con pesadez, cerrando los ojos; Trafalgar intenta retener un gemido de dolor, cerrando los labios con toda la fuerza que tenía en esos instantes.

La persona que lo atacó pateó sin nada de fuerza y con la punta del pie la katana, haciendo que cayera al suelo creando un leve ruido. Ruido que le advertía al pirata que tendría que esforzarse más para conseguir alcanzar su arma nuevamente. No hay que ser muy inteligente para darse cuenta que la situación estaba completamente en contra de Law; con la fuerza drenándose de su cuerpo, su katana lejos de su alcance y la presencia de su agresor era más que suficiente para saber que tendría que hacer más para librarse de aquello en lo que se había metido.

Trafalgar no logra identificar a su enemigo, el hombre mantiene su identidad en secreto. Tiene el rostro tapado con una máscara negra, que le sirve de mucho por la oscuridad que los rodea; la luz natural de la luna es lo único que ayuda a Law divisar más o menos lo que los rodea, un par de veces se ve interrumpido por las nubes que cubren ocasionalmente la luna, dejándolo en una espesa y fría oscuridad, que favorece al enemigo y aturde los actualmente débiles sentidos de Trafalgar.

Mantiene la mitad de su cuerpo apoyado en la pared de madera a sus espaldas, toda la fuerza que había ocupado en aquella persecución era casi nula en esos momentos y usar su pierna herida le implicaría un mayor esfuerzo, definitivamente eso no estaba en sus planes. Con todo el cuerpo magullado y la bala aún dentro de su muslo sus probabilidades de librarse del enemigo eran muy bajas.