Kaito esta desesperado buscando a Shinichi, quién desapareció unas horas después de volver a Japón, luego de resolver un caso en París.
Mientras en un lugar algo lejano, Shinichi despierta en un templo sin casi ningún recuerdo, creyendo así que es E...
Primer capítulo. "Recuerdo perdidos, un desafortunado que guía a la luz"
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Conan observaba inexpresivo la escena frente a él.
Los visitantes que llegaron recientemente al templo estaba muy asustados y nerviosos, mirando como la policía se les acercaba para interrogarlos. Y al costado del templo había una ambulancia, donde unas enfermeras subían una camilla con un bulto cubierto por un sabana blanca, que estaba manchada de sangre.
Pero eso ya no le afectaba, ya estaba acostumbrado.
Conan volteó a ver la entrada del templo. Allí, divisó al sacerdote dueño del mismo. En sus ojos, él podía observar la resignación y odio que le generaba ver a la ambulancia y a la policía allí.
Pero en ellos también había miedo.
Conan, al ver tal mirada en sus ojos, supo que más tarde —cuando la policía se fuera—, su piel estaría llena de moratones por los golpes que recibiría, y tal vez algunas cortadas también.
Ese presentimiento lo hizo estremecer, y un pequeño escalofrío corrió por toda su columna vertebral. Apretó con fuerza el trapeador en sus manos, con algo de nerviosismo. Aunque lo odiara, debía admitir que, por todo lo que había pasado, sí le tenía miedo a ese hombre, que ahora lo observaba molesto desde la puerta del templo.
Rápidamente se puso a limpiar parte de la sangre del suelo del templo, poniendo una sonrisa falsa en su rostro.
"¿Por qué pasa esto cerca de mi?"
Después de un par de horas, la policía se marchó, dejando al pequeño con una sensación de molestia. Ellos no habían logrado resolver el caso, a pesar de que era casi evidente que la persona que había matado a ese pobre chico era su amigo de la universidad.
Conan lo sabía, pero a pesar de que cada parte de su cuerpo le gritaba que dijera lo que en verdad había pasado, prefirió quedarse callado al recordar lo que le había hecho el sacerdote la última vez que se metió en una investigación policial.
De pronto, unos pasos lo sacaron de sus pensamientos.
El sacerdote se acercó a él rápidamente, con una vara de madera, Conan al verlo intuyó lo que iba a pasar, se alejó un poco instintivamente, y puso su brazos frente a él, al ver que el sacerdote había levantado la vara para golpearlo.
—Te lo advertí, maldito demonio —dio el primer golpe en el brazo de Conan—. Eres un inútil, sólo tenías que controlar tu maldición esta vez... —el segundo golpe que recibió Conan fue una patada en el estómago—. ¡Eran los primeros turistas en meses!
