Capitulo 1

21 3 0
                                    

Juli

Muchos tienen sueños enormes, de conquistar el mundo, ser conocidos, famosos o simplemente salir de acá.
El mío es mucho más sencillo, más simple y hasta tonto al lado de los del resto. Me voy a Buenos Aires a trabajar en el café de mis abuelos.
¿Un café? Si, así como se lee, un café. Siempre se rieron de mi sueño y objetivo, por supuesto que voy a estudiar economía para poder hacerme cargo algún día de lo que considero mi legado. Un mítico café de Buenos Aires repleto de historias desde la primera cucharita hasta la última de sus mesas. Pensar en eso me emociona, me hace latir fuerte el corazón. Mis abuelos lo significan todo para mi, ir a visitarlos desde Rosario, mi casa, era toda una aventura por más que no son muchos los kilómetros que nos separan.

- Juli no puedo creer que no te quedes un poco más con nosotros — mi mejor amiga no quiere saber nada con que me vaya.
- Cami, ya me quede todo el verano a pedido tuyo y ni siquiera es que no nos vamos a ver nunca más ¡extremista! Podes ir todos los fines de semana y yo también voy a venir para acá. Lo hablamos un millón de veces.
- Ya se, vas por tus sueños y eso me hace muy feliz. — nos abrazamos por vez número mil millones y me subí al taxi que me va a llevar rumbo a la terminal de micros.

La chica de "pueblo" viajando en micro para perseguir sus sueños es muy cliché, lo sé, pero no hay nada que me emocione más. Me estoy olvidando de presentarme, mi nombre es Juliana Martinez, tengo 19 años y lo acepto, soy una romántica empedernida. Las peliculas de amor y los libros de historias románticas con finales felices, son mi perdición. ¿En cuanto a mi vida amorosa? ¡Un desastre! Estuve de novia una sola vez y fue sin dudas la persona incorrecta. Me engañaron y desde entonces no consigo confiar en nadie. A lo mejor muchos pueden pensar que espero la historia perfecta, con un príncipe azul noble y buen mozo. Pero nada que ver, con que quiera, cuide y respete, estoy más que satisfecha.

No me considero una persona nostálgica, por supuesto que voy a extrañar a mi familia y seres queridos pero no es tan trágico, no estoy a mucha distancia de poder verlos. No me resulta imposible. Viví muchos años alejada de mis abuelos y ahora es mi turno de disfrutarlos.
Buenos Aires me parece una ciudad mágica. Siento que cada baldosa y pared esconden historias, por ese suelo pasaron muchas celebridades, de todo tipo, que caminaron sus sueños. Y muchas de esas paredes fueron testigo de cuántas veces frenaron para tomar un poco de aire, sostenerse y continuar. A Buenos Aires la puedo llamar el semillero de los soñadores. Cantantes, actores y actrices, escritores y futbolistas. El arte en todo su despliegue y miles de personas en busca de su oportunidad. También quienes sueñan con profesiones y viajan desde el todo el país para poder acceder a las universidades. Si eso no es magia, no se como llamarlo. ¿El mio? Administrar el café de mis abuelos y más en el fondo. Escribir, pero eso lo tengo bien oculto en mi interior. Honestamente no me animo ni un poco a compartir lo que escribo, de hecho lo hago en este momento. Voy sentada en mi lugar en el micro que me lleva a Buenos Aires, junto a la ventana obvio, mirando la ruta con las piernas dobladas y las rodillas pegadas al pecho. Ayudándome con la escasa luz encima de mi cabeza y otro poco con la de la calle que se filtra por la ventana. No tengo acompañante en mi asiento de al lado. Tampoco enfrente o del lado contrario, pero si atrás, lo siguen dos más vacíos y por delante ya todos completos.
A lo mejor todas esas personas también van en busca de un sueño o solo a visitar a un familiar. Tal vez, recorrer la ciudad o simplemente ir por ir. Me hago demasiadas preguntas lo sé, llego las páginas de mi cuaderno a modo de diario y no puedo parar.
- Perdón... — una señora de mediana edad se tambalea en el pasillo, de camino al baño supongo, en su mano derecha tiene un vaso con agua el cual por supuesto termino encima de mi ropa. Pegue un salto y lo único que se me ocurrió hacer es salvar mi cuaderno quedando empapada.
- No se preocupe, ¿esta bien? — lo pregunto de verdad ojalá no se haya lastimado.
- Si querida, gracias, perdón por mojarte.
- No se preocupe en serio, es solo agua, ya se va a secar.
- Que linda. Tenes unos ojos muy bonitos. — no es que quiera ser creída pero es un comentario que me dicen bastante. Respondo amable porque no tengo un motivo para ser de otra manera.
- Muchas gracias ¿la ayudo a volver a su asiento?
- No, no gracias, puedo sola. — se retira y cuando estoy por acomodarme, un hombre de cabello castaño y sonrisa un poco burlona esta en el asiento de acompañante.
- ¿Te molesta que me quede un poco acá? Adelante hace mucho frío — me dice y si es cierto que en el micro hace mucho frío, de hecho lo estoy sintiendo más de lo habitual por cómo me dejo de mojada la señora recién. El hombre mira mi pecho más de lo que debería y compruebo que mi remera se transparenta un poco por lo mojado. Me pongo incomoda a más no poder pero no se como reaccionar. Cierro los ojos con fuerza y al abrirlos un joven de acerca a nosotros.
- Perdón señor, pero está en mi lugar al lado de mi novia — ¿que, qué?
- Joven, perdón, no lo sabía. Me vine porque adelante hace mucho frío.
- Puede ponerse del lado izquierdo, ahí no llega tanto el aire acondicionado — responde gentil pero muy cortante mientras el hombre se levanta del asiento y el toma su lugar. Mientras lo hace me agarra una mano y entrelaza sus dedos con los míos. El contacto no incomoda lo que me desconcierta bastante.
- Gracias voy a seguir tu consejo — comenta el hombre antes de perderse por el pasillo. El chico de pelo oscuro y ojos azules, me da un beso en el dorso de la mano. Eso si me hace saltar en mi lugar.
- ¡Eso no era necesario! — le reclamo mientras suelto mi mano de la de el. Se encoge de hombros para responderme.
- Siempre sigo con mi papel hasta el final.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 20, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Por telefonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora