Los gemidos y las fuertes estocadas se escuchaban por toda la suite 16 del Grand Morioh Hotel. Josuke Higashikata no sabía cómo había terminado en esta situación. Bueno, no iba a mentirse más.
Recordaba con exactitud como había sucedido todo.
Se había enamorado de su sobrino, diez años mayor que él quién además era un hombre casado. Pero esto había pasado seis meses atrás y el desconocía lo último hasta hacía unas horas atrás.
Jotaro Kujo había llegado a Morioh hace seis meses, diciéndole que era su sobrino y que ahora tenía una herencia de parte de Joseph Joestar, su padre. Todo muy normal.
A partir de ese día su vida había dado un giro de 180 grados, usuarios de stand que atentaban contra su vida y la de su madre además de un asesino serial acechando era demasiado para él, un simple adolescente japonés de 17 años.
Tal vez eso había iniciado todo, un día sin notarlo había comenzado a ver a Jotaro con otros ojos. Comenzó a notar los cambios de tono casi imperceptibles en su voz cuando hablaba con él, las ligeras arrugas en sus ojos y el cansancio eterno que reflejaban.
Josuke no sabía porqué había comenzado a sentirse atraído hacia su sobrino, tal vez era por la falta de una figura paterna, había leído sobre eso, así que era perfectamente factible.
Recordaba claramente como fue que había descubierto que sentía algo más allá que la admiración por Jotaro Kujo. Mientras viajaban en el carro del biólogo para cazar al usuario de stand Rat había sentido la necesidad de tener contacto físico con él.
Regañandose por tener tales pensamientos con alguien que compartía su sangre continuó en silencio mientras el otro le daba los detalles de cómo iban a derrotar al enemigo.
Ahí había iniciado todo. De vez en cuando notaba que Jotaro le dirigía ciertas miradas, pero siempre se repetía a si mismo que era su imaginación, el pelinegro era un hombre casado, él no miraría a alguien más.
Pero Joseph lo hizo, y su madre había caído.
¿Y sí la historia se repetía?
Cada vez se le hacia más difícil mantener su concentración en la escuela, su madre le había preguntado si algo le sucedía y cuando le dijo que no, automáticamente supuso que se trataba de una chica.
Por las noches Josuke se volvería loco con los recuerdos de Jotaro en diversas situaciones, trataría de mantener sus manos quietas pero siempre fallaría en el intento. Sus sueños eran cada vez más subidos de tono, en sus sueños Jotaro le tomaría bruscamente y él se sometia por completo a su voluntad.
Un día, recibió una llamada de Jotaro donde le pedía que le encontrara en el minibar del hotel, necesitaba compartir con el nueva información con la que podrían atrapar a Kira y era primordial que el supiera.
Arreglándose con una camisa de red blanca y una chaqueta tinta había salido para encontrarse con él. Al llegar le encontró sentado en una de las mesas más escondidas, creyó sentir la mirada del pelinegro recorriendole por completo.
Se saludaron y Josuke tomó asiento. Jotaro le había mostrado las fotos que Rohan Kishibe había tomado, diciéndole que tuviera cuidado y si se llegaba a topar con el enemigo no actuara por su cuenta.
—Ahora, hay otra cosa que quiero comentarte.— Había dicho el pelinegro.
—Digame, señor Jotaro.— Pero él no le había dicho nada, simplemente había tomado su mano, el toque de la piel caliente del otro había enviado escalofríos a lo largo de su columna. Jotaro permanecían mirándole.

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Lo Hecho Está Hecho «JotaJosu OS»
FanfictionDicen que no hay ceguera peor que no querer mirar, por ejemplo, cuando te guardabas el anillo en el bolsillo y yo lo dejaba pasar.