Epígrafe

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--No lo dirás en serio -me apresuro a decir incapaz de ocultar la amargura que surge en mí a causa de sus palabras

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--No lo dirás en serio -me apresuro a decir incapaz de ocultar la amargura que surge en mí a causa de sus palabras.

-Lo siento Dakota, pero creo que es lo mejor, no estamos bien -me dice el chico que hasta hace apenas unos cuantos minutos atrás, era mi novio.

-¿Y todo esto es por qué no quise acostarme contigo anoche? -le pregunto sintiendo como la angustia, desesperación y confusión se transforman en odio.

Carlos baja la mirada, es en ese instante en el que me doy cuenta de que no me quiere decir la verdad, la misma que acaba de salir de mis labios bien fruncidos. Tenía veintitrés jodidos años, llevábamos juntos poco más de tres años, y en todo ese tiempo no había querido perder mi virginidad con él, pero nunca supuso un problema, puesto que nunca me presionó a nada, hasta ayer por la noche en la fiesta de su prima.

-No digas tonterías Dakota, no es por eso, lo sabes bien, es solo que... -se pasa una mano entre su cabello oscuro bien alborotado, para después posar sus ojos avellana sobre los míos-. Siento que estamos estancados, no vamos a ningún lugar, ya hace tiempo que pienso y siento lo mismo pero no había tenido el valor para decírtelo, hasta...

-Hasta que decidí anoche mandarte a la mierda -agrego con los brazos cruzados.

-Te quiero pero...

-¡Sí, claro! -resoplo cerrando mi casillero, y dando gracias de que nadie pasara por el pasillo-. ¿Qué esperas para marcharte? no pienso rogarte o llorar, mucho menos aventarte un discurso en donde te deseo lo mejor y blah, blah, blah.

-En verdad lo siento, pero podemos seguir siendo amigos -un brillo lleno de esperanza se aloja en sus pupilas y siento asco al instante.

-¡Oh, por supuesto, y podemos comer galletitas y té por las tardes! -ironizo-. Largo Mac.

-Te quiero.

-Nos vemos luego, supongo.

Y diciendo esto me doy la media vuelta y camino directamente hacia mi siguiente clase.

Abro los ojos claramente incómoda por los ruidos y gemidos que se escuchan a través de las paredes que se conectan con la habitación de al lado

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Abro los ojos claramente incómoda por los ruidos y gemidos que se escuchan a través de las paredes que se conectan con la habitación de al lado. Por fin había llegado el viernes y la rutina de la que era una fiel esclava estaba a pocas horas de quedar atrás. Siempre era lo mismo; levantarme para ir a la universidad, regresar y de forma rápida ducharme, pasar a las oficinas de mamá y dejar que uno de sus gorilas armados me lleve al aeropuerto y perderme en algún lugar paradisiaco. ¡Mierda! me había quedado dormida en una de las habitaciones que usaban para sus filmaciones, no tenía hambre, puesto que había ingerido algo de comida que me trajeron amablemente hace un par de horas atrás. Mi hermana mayor solía decirme que la comida era una de las cinco paradas para llegar al deseo de satisfacer los instintos más primarios de un hombre.

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⏰ Última actualización: May 21, 2020 ⏰

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Sweet Baby #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora