Capítulo 3

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Capítulo 3: Humillación.

Después de que Jared viniera a buscarme al salón de deportes, nos dirigimos directamente hacia su lindo deportivo rojo, señales de envidia aparecieron. Mi madre no me deja tener un auto porque teme a que me accidente y lo comprendo, pero aún así los deseos no se alejan.

Lo admito, cuando Jared dijo que me estaba esperando me estremeció un poco, pero después quité ese absurdo pensamiento de mi cabeza, ósea es Jared. Además cualquiera haría eso ya que después de todo somos algo así como amigos.

La enorme casa de Jared está a dos casas de la mía, somos del mismo vecindario, pues nuestros padres eran tan inseparables que decidieron comprar casas cercanas.

En el transcurso del camino, Jared ponía música a todo volumen, cantando con el corazón pero eso no quita sus horribles gallos que salían a cada segundo, mis oídos dolían y a la vez mi expresión de desagrado dominaba mi rostro, sin embargo a Jared no le importaba. Tal vez él nació para ser atractivo y modelo, pero no para cantante. Me siento mal por él, uno de sus sueños a los once años era que quería ser el próximo Justin Bieber, raro pero cierto, claro que después se arrepentía de decírmelo y yo vivía burlándome de él a cada segundo.

Sonrío ante el recuerdo.

En un instante ya estábamos en su casa, entramos al estacionamiento  para después salir y dirigirnos al salón. Nunca dejaba de admirar la casa de Jared, mientras que en mi casa dominaban los estilos rústicos coloridos, en la suya los modernos con colores neutros.

— Ya están aquí, hermanita—Jack, mi hermano menor me observa con una sonrisa mientras está sentado en el sofá, jugando en su Nintendo Switch—y perdedor.

Su expresión cambia a una de desagrado al ver a Jared.

—¿Qué hay, enano?— suelta este divertido, mi hermano bota humo por la nariz.

Dejamos nuestras mochilas en el sofá, y vamos hacia la cocina ya que ahí deben estar nuestras madres. Entramos y mi madre está sacando algo del horno, no puedo evitar ver sus horrorosos guantes navideños, ni siquiera estamos en esa época.

—Hola, chicos.—Dice mi madre al vernos con una sonrisa cálida, Jared y yo le devolvemos el saludo. Nos sentamos en las bancas altas de la isla de la cocina mientras mi madre corta la lasaña en partes, huele delicioso, la señora Williams es sin duda una buena cocinera. Mamá apenas sabe freír carnes y preparar arroz.—¿Qué tal la escuela? ¿Por qué tardaron en llegar?

Se va mi buen humor, mamá nota mi cambio y alza una ceja. —¿Pasó algo malo?

—Jeymi no ha tenido un lindo día.

Advierto a Jared con la mirada, aunque ni él sabe de lo que me llevó a estar castigada, lo único que le dije en el camino fue que casualmente malogré un libro por lo que la señora Collins me castigó. Así que relajo mis hombros y asiento hacia mi madre.

— Me dieron el castigo de limpiar el salón de deportes por dos semanas.

Mi madre frunce el ceño.—¿Qué hiciste?—pregunta confundida.

— Dañé un libro, de hecho muy importante para la señora Collins.—Me excuso, por la expresión de mi madre parece que no le convence.

Ella era feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora