{prólogo}

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La noche estaba tranquila, algunos animales se movían aprovechando la oscuridad y el bullicio dentro de la ciudad, incluso algunos ladrones se aventuraban en las casas para rascar algo de valor o ser pillados en el intento. Todo parecía correcto, nada fuera de lo normal...si no tenías en cuenta a un joven vestido con ropas anchas que estaba en la azotea de un edificio y una enorme guadaña moviéndose en sus manos.

-malditos humanos...-

Paró en seco el movimiento de sus dedos sobre el mango de su arma antes de girar su mirada vacía al enorme reloj que se encontraba en la torre de la iglesia y justo cuando ya se disponía a marcharse, comenzó a oler a quemado. El joven se giró nuevamente, riendo levemente cuando no muy lejos de allí se comenzaron a ver unas hermosas llamas anaranjadas alzarse amenazadoras devorando lo que supuso era una casa.

Sin prisa alguna el muchacho saltó de azotea en azotea hasta llegar delante del espectáculo: había dos humanos riendo como locos mientras que dentro de la casa se escuchaba la voz de una joven que gritaba desesperada ante el miedo de morir quemada viva

- bueno...no es la peor muerte que he visto- esperó unos minutos con la mirada impasible clavada en el grotesco espectáculo que acontecía bajo sus pies y luego se abalanzó hacia adelante atravesando la ventana como un espectro solo para toparse con una joven morena tumbada en el suelo ya sin pulso. Con un suspiro entre dientes, la figura colgó su guadaña en un enganche de su espalda para proceder a tomar el cuerpo de aquella chica entre sus manos, aunque las mismas se hundieron en su carne solo para arrastrar entre sus dedos una masa semi transparente que brillaba con un halo azulado.

El alma pareció notar el movimiento dado a que los párpados "temblaron" ligeramente y sus labios se fruncieron en una línea recta tal como también pasó con su ceño - shhh...descansa ahora- para su sorpresa, realmente obedeció a su orden, relajando por completo sus facciones hasta parecer que realmente solo estaba durmiendo entre sus brazos. La criatura solo ahogó una risa antes de comenzar a avanzar, agarrando bien el alma con intención de liberar una de sus manos para poder alcanzar su arma y con ello dar un tajo vago al aire que abrió una curiosa brecha por la que fue engullidos sin dejar rastro alguno tras de sí más allá de la casa en ruinas y el cadáver que quedaría olvidado en ese plano terrenal.


Bienvenidxs al prólogo más corto jamás visto. La historia está pensada para entretener a unas personitas y dudo que a nadie más le entretenga...de ser así, bienvenidx a ésta cosa rara!

Angora : La Guerra Para Salvar Los MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora