capítulo dos

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Era un día nuevo, podía escuchar como el despertador de mi móvil sonaba constantemente con ese estresante sonido repetitivo que tenía, era lunes así que eso significaba que tenía clases a las 8:00 de la mañana, solo tenia ganas de seguir durmiendo aunque sea 15 minutos más pero desde la vez que hice esa locura me desperté a las 1 de la tarde. Y desde ese momento decidí colocar unos horarios para al menos organizarte, y por el momento me estaba resultando.

Con un gran bostezo me levantaría de la cama estirando ambos brazos hacia delante con intención de desaparecer molestias y comenzar a prepararte para la escuela, por el momento estabas bien, tenías 5 minutos para vestirte, 10 para comer algo y 2 de sobra por si se me olvidaba algo. Toda la semana era lo mismo que ya te cansaba la rutina constante, esta vez antes de salir junto a Lucy sentí como el teléfono me vibraba desde el bolsillo del pantalón, ¿Quien me podría llamar a estas horas de la mañana? Sin poder creerlo tome el móvil para al menos colgarle, de seguro eran los de la compañía de teléfono para ofrecerme algunas ofertas o de sus servicios, de verdad que los odiaba no tenían ni un respeto.

¿Thomas? Su nombre apareció en la pantalla junto a una foto de el, es el típico chico que llamaría la atención de las chicas, cabello castaño bastante claro que se podría confundir por un rubio cuando se posaba en el sol, ojos azules y una piel blanca con varias pecas cubriéndole su rostro dándole su toqué. Si que andar junto a él se sientes bastante ignorado por las chicas, sus miradas se posaban en el durante todo el tiempo. Tome la mochila con velocidad para salir lo más rápido posible de la casa mientras que contestaba el teléfono, faltaba poco para las 8:00 así que no quería retrasarme más.

-¿Donde mierda estás Liam? ¡Hoy tenemos el acto del equipo hace media hora! ¡Me-dia-ho-ra!-
oh mierda, mierda, mierda, mierda. Se me olvidó por completo, ¿Cómo fue que se me habría olvidado? Acaso fue cuando se me callo el teléfono y... ¡No! Solo se me olvidó.

-Deme 5, me quedé dormido- y claramente no era cierto, se me olvidó por completo, teníamos un acto del equipo como una iniciación de un nuevo año, abrimos las postulaciones junto al capitán para recibir a nuevos reclutas, no era un deporte tan fácil, era el béisbol y tenía su lado complicado, una de las razones por la cual nos demoramos un mes completo en seleccionar para que recién empiecen a jugar. Colgué el teléfono para guardarlo de vuelta al bolsillo y voltearme a mirar a Lucy que ya salía de la casa para dirigirnos a la escuela.

-¿Porque no hacemos una carrera de aquí a la escuela? El que llega primero podrá pedir lo que sea-

-¿lo que sea?-

-lo que sea-

Una amplia sonrisa note en el rostro de Lucy, aunque fuera temprano no le quitaba esa emoción que siempre llevaba, así que comenzamos con nuestra carrera para llegar a la escuela.

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Con la respiración acelerada pudimos llegar a la entrada del colegio, hubiera sido buen hermano dejándola ganar pero digamos que hizo algo de trampa, a unos metros de llegar fingió una caída y yo como tan buen hermano preocupado de ella me acerque a ver como estaba para ayudarla, en cambio me empujo para salir corriendo y poder llegar antes que yo, se reía de mi como una total villana de película. Al menos ver el lado positivo, cumplí con lo que me dijo Thomas, llegamos en menos de 5 minutos.

-JA ¡te gane! ahora me debes un helado de menta- dijo con una sonrisa de lado a lado, sabia que esos helados estaban bastante caros y no los comprábamos muy a menudo.

-Esta bien tramposilla, a la salida lo compramos- le sacudí el pelo antes de ingresar por la gran puerta del colegio, sabia que no le gustaba que le hiciera eso y se podía notar en su rostro intentando arreglar el desorden que le había dejado en el pelo.

Amor de Morbi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora