𝐹𝑒𝓂𝑒𝓃𝒾𝓃𝒶

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Capítulo único.

Los personajes de The Promised Neverland no me pertenecen.


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—¡Buenos días! —había soltado con efusividad y una hermosa sonrisa en su alegre rostro —. Moh~, chicos es hora de despertar —se acercó juguetonamente hasta la cama de Phil, quien junto a sus demás hermanos fingían el no haberla escuchado.

Levantó sus manos y después las llevó hasta los costados del pequeño, haciéndole muchas cosquillas y provocando que este soltara risotadas.

—¡Y-ya me levantaré, Emma! —decía entre risas, tratando de quitar las manos de Emma de sus costillas.

La chica finalmente se separó mientras reía, dejando que Phil recobrara el aliento.

—¡Si no quieren una sesión de cosquillas, más vale que se levanten para desayunar! —advirtió con las manos en la cadera para luego observar con una sonrisa satisfecha a sus hermanos saliendo disparados de sus camas para ir hacia el baño.

Río contenta y después salió de la habitación de los más pequeños para comenzar a caminar sobre el pasillo, el cual se veía bastante activo debido a sus demás hermanos.

Saludo a Don con una sonrisa al verlo llevar a los más pequeños hacia el baño, después intercambió un par de palabras con Oliver y luego le dijo a Zack que si necesitaba ayuda en la enfermería ella estaría encantada de echarle una mano.

Luego de toda la interacción, sus pasos la llevaron hacia la biblioteca, donde pudo ver a Gillian, a Anna y a Gilda, quienes hablaban animadamente de algo que ella no alcanzaba a escuchar. Sin embargo, eso no era lo que la dejó plantada en su lugar, sino que era la apariencia de estas.

Ya habían pasado tres años desde que salieron del mundo de los demonios y se habían instalado en lo que ahora era una gran casa donde vivía toda la familia. El pasar del tiempo había sido generoso con todos, ya que no sólo habían crecido emocionalmente, sino físicamente. Todos estaban cambiando.

Pero... a veces envidiaba un poco a sus hermanas, y eso le avergonzaba de sobremanera.

Si, ella también había crecido. Había adquirido unos cuantos centímetros más, su cabello ahora terminaba un poco arriba de su cintura y hasta su pecho había crecido un poco. ¡Al fin lo había hecho! Sin embargo... seguía siendo la misma chica descuidada de siempre.

Observó la vestimenta femenina de las chicas y por un momento pudo percibir un sentimiento agridulce. Gilda había cumplido su sueño de comprar muchísima ropa y toda se le veía muy bien.

Se preguntaba si... ella también podría ser igual de femenina que sus hermanas. Si podría cambiar sus botas siempre sucias con lodo, si podría usar faldas o vestidos, si podría lucir lindos peinados.

Apretó sus labios.

¿Por qué le era tan importante algo como eso? Su apariencia jamás había sido un tema que le molestase antes, entonces.... ¿Por qué ahora?

Un par de ojos azules se instalaron en su cabeza por unos segundos, confundiendola un poco.

Soltó un suspiro cansado y dio la media vuelta. Odiaba tener ese tipo de sentimientos tan dañinos.

Mientras caminaba ensimismada debido a sus contradictorios pensamientos, accidentalmente chocó contra una persona que al parecer también estaba distraída.

—¡Ah! ¡Lo siento! —exclamó Emma, abriendo los ojos que antes habían sido cerrados debido al impacto de su cabeza chocando contra un hombro. Cuando sus ojos esmeraldas se alzaron para ver a la pobre persona con la que había chocado, una sonrisa luminosa adornó su rostro de inmediato —. Norman, buenos días.

El chico frente a ella parpadeó asombrado antes de sonreír con amabilidad.

—Buenos días, Emma. ¿Qué estás haciendo en esta área de la casa? Imagine que estarías en el comedor con todos.

Emma rascó su nuca y esbozó una sonrisa nerviosa.

—Aún no tengo hambre, así que pensé que caminar me abriría el apetito —sus pasos fueron a dar hasta el barandal de las amplias escaleras para ver hacía el primer piso, donde algunos de sus hermanos correteaban entre risas —. ¿Qué haces tú aquí? No me digas que planeabas saltarte el desayuno para trabajar —le reprochó a sabiendas de que eso pasaba bastante seguido.

Norman sonrió con nerviosísimo y negó rápidamente, situándose a su lado y recargándose en el barandal.

—Yo iba hacia el comedor —dijo, a lo que ella lo observó con los ojos la entrecerrados —. Mejor dime, ¿cómo es que no tienes hambre aún? Tu nunca estás indispuesta para el desayuno.

Emma río avergonzada y bajo su mirada hacia el primer piso.

Norman era un chico muy inteligente y sincero. Tal vez si le hablaba sobre sus preocupaciones él podría ayudarla.

Ella le tenía una gran confianza, así que no le pareció una mala idea.

—Norman, yo... ¿debería ser más femenina?

Okay, eso había sido demasiado repentino para el albino.

—¿E-eh? ¿A qué viene esa preocupación? —cuestionó un tanto alarmado. ¿Y si ella estaba preocupada por eso... porque le gustaba alguien?

El corazón de Norman no tardó en latir dolorosamente.

—Bueno... las chicas son muy femeninas y eso me hace preguntarme si yo también debo serlo —sé miró a sí misma, observando su camisa blanca de manga larga y sus pantalones —. Quisiera verme... tan bonita como ellas.

—¡Pe-pero si tú ya eres bonita, Emma! —soltó apresuradamente, casi inconsciente ya que cuando se dio cuenta era demasiado tarde. Tenía las mejillas rojas al igual que las orejas.

¿Por qué a pesar de tener 17 seguía siendo tan vergonzoso con la chica de sus sueños?

Emma lo miró con sorpresa unos segundos antes de sonreír tenuemente con las mejillas sonrojadas.

—Eso lo dices porque eres mi amigo —murmuró mientras bajaba la mirada y tocaba el lugar donde antes estuvo su oreja. La acción fue de lo más inconsciente, pero fue lo suficiente notoria como para que Norman se impactará y entristeciera.

El chico tragó saliva, se puso firme y apretó sus puños.

—Lo digo porque es verdad —murmuró avergonzado, mirando cualquier cosa que no fuese ella —. Tú... siempre te miras bien. Cuando estás llena de polvo, sudor o cuando estás despeinada. Cuando proteges a los demás, cuando le sonríes a nuestros hermanos o incluso cuando cargas cosas pesadas que por lo regular yo no puedo —sonrió lentamente, recordando momentos en los que Emma se lucía. Aunque para él, Emma siempre estaba luciéndose —. No necesitas ser femenina, Emma. Tu eres increíble y audaz, eso ya te hace demasiado atractiva.

Emma estaba en shock. Eso había sido lo más hermoso que alguien pudiese haberle dicho. Sus palabras no solo hicieron que sintiera mariposas en el estómago, sino que habían disipado cualquier duda respecto a su forma de ser.

Si a Norman le gustaba cómo era ella, así tal cual... entonces a ella también le gustaba.

—Norman.

El aún avergonzado albino levantó el rostro con una sonrisa tímida en sus labios solo para ser sorprendido con un pequeño beso cerca de la comisura de su boca.

Aquello hizo que su corazón quisiera salirse por su boca y que su cara comenzara a ponerse tan caliente como el sol.

—Tú también eres increíble y audaz —le sonrió con un sonrojo en sus mejillas, observando con diversión el cómo Norman comenzaba a balbucear cosas que no lograba entender —. ¡Vamos a desayunar! —y por si no fuera suficiente todo lo que Emma le había causado a Norman esa mañana, también entrelazo su mano contra la suya para comenzar a caminar hacia el comedor.

Su familia sólo pudo reír ante el rostro feliz de Norman y la sonrisa brillante de Emma, quien no soltó la mano del albino aún después de que el desayuno fue servido.

𝐹𝑒𝓂𝑒𝓃𝒾𝓃𝒶 [NorEmma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora