Mens insana

72 11 11
                                    

"¿Quién iba a imaginar que Obito fuera un pervertido?"

Eso fue lo que se preguntó Layla mientras tomaba su té en la mañana antes de reunirse con su compañero de equipo, y su mejor amigo.

Ambos se conocieron cuando eran tenían unos 10 años, y aunque estuvieran en la misma clase y no se hablaran mucho, la faceta pervertida del chico y un comentario, nada más que subido un poco de tono, hizo que hoy día fueran muy cercanos; tanto, que hasta sentían atracción el uno por el otro.

-¡Buenos días!- Nada más salir de su apartamento, el Uchiha se encontraba en su puerta.

-Creía que eras un cerdo, no un caballero que viene a recoger a las damas para escoltarlas hasta el trabajo.

-¡Oye, ¿a qué ha venido eso, eh?!- Protestó, frunciendo el ceño y cruzando sus brazos. La muchacha rió ante su indignación.

-Esque he estado preguntándome cómo alguien como tú que parecía súper inocente de pequeño resultaba ser un completo pervertido.

-Habló ella, la "puritana".

Es cierto, ambos shinobi eran unos pervertidos de primera; les encantaba hablar de sexo y hacer bromas sobre ello. A pesar de todo, era extraño pensar que cómo teniendo tanta confianza para hablar de esas cosas, no podían decirle al otro que le gustaba, pero lo peor era la tensión sexual que se creaba en algunos momentos y la cual les costaba controlar.

En la tarde, una vez terminado el pequeño encargo diario, los dos jóvenes se marcharon cada uno a su hogar, pero uno de ellos se quedó pensativo durante el camino de vuelta. Obito tenía claro que le gustaba mucho su amiga, pero él estaba inseguro porque no sabía si el sentimiento era mutuo. Recapacitándolo mejor, llegó a la conclusión: que tenía que decírselo. Ante el gran impulso de valor, el chico volvió a echarse atrás; al recordar algunas cosas pasadas se veía incapaz de hacerlo, porque reconocía que aunque ambos eran unos pervertidos, él pensaba que no se merecía estar con alguien como ella.

Una vez se quedaron solos en casa un rato cuando eran más pequeños. La abuela de Obito había salido a por un par de dulces y comenzó el tema de conversación "prohibido". Bueno, pues el pobre chico tuvo una erección y tuvo que fingir que se le había descompuesto la barriga.

Otro día, estaban jugando y comenzaron a hacerse cosquillas. Bueno pues resultó que su amiga gimoteó "¡para, para!", y Obito, o más bien parte de él, no se pudo controlar.

Aquella vez que se besaron por accidente, que rozó su pelvis con el trasero ajeno... e incluso las que se la ha imaginado desnuda.

-"No me puedo creer lo que estoy a punto de hacer."- Se dijo a sí mismo, mirando hacia abajo, viendo a su gran amigo saludando. Negó un par de veces con la cabeza y se dio media vuelta, tirando en dirección a casa de Layla.

La chica tan tranquila había llegado a su apartamento y lo primero que hizo fue tomarse una ducha, y luego su baño relajante en la tina de madera. Conforme se iba desnudando pensaba en el pervertido de su amigo, por el que sabía que habían florecido sentimientos amorosos; aunque lo negaba por vergüenza, pensó que al estar en su casa no tenía nada que ocultar.

Entró al cuarto de baño donde el suelo cubierto de losa estaba frío, por lo que caminó a paso ligero hasta la alcachofa de la ducha y abrió el grifo. Echó un vistazo rápido hacia atrás para comprobar si la tina estaba llena y meterse en ella nada más terminara su aseo; ya una vez constatado aquello, cogió su taburete y se sentó y así comenzar a enjabonarse.

Un chico curioso y lleno de inexperiencia a pesar de lo atrevido que podría llegar a resultar pegó a la puerta de la casa de la chica, pero no había respuesta.

"Mens insana"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora