Donde el cielo y el océano se encuentran.

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Se estiró sensualmente en la cama, abrazando su almohada mientras emitía un sonido dolorido de entre sus rosados labios. Comenzaba nuevamente a quedar dormido hasta que la respiración caliente chocó contra su oído. Alzó un poco su brazo derecho y los dedos del hombre detrás suyo se entrelazan con los propios a la vez que ayudaba a que la nariz del moreno llegase a su cuello.

El menor se separó bruscamente de su cuerpo, incorporándose de la cama y saliendo de la habitación. Quedó un tanto extrañado, pero estaba tan adolorido como para levantarse e ir a buscarlo que tan sólo volvió a acomodarse entre las sábanas, pero de repente el fuerte llanto de un bebé resonó en la habitación. Suspiró incorporándose y tallando sus ojos para levantarse caminó apoyándose con una mano de la pared hasta llegar a la cuna justo al lado de la cama.

-Oh cariño ¿Por qué lloras? - Meció al rubio bebé entre sus brazos. En su pálido rostro se dibujó una sonrisa cálida.

-¿Qué haces levantado? - Preguntó alguien observándolo desde la puerta. Él emitió un pequeño grito por el susto, deteniendo las risitas del bebé en sus brazos. - Aún no puedes levantarte. Anda, déjamelo a mí. - El peliverde se acercó lentamente a el, siendo observado atentamente por ambos seres de ojos azules.

-Déjame marimo, no sabes tratar a un bebé. - Se apartó sosteniendo a su niño en su regazo. Ante su actitud sobreprotectora Zoro se rascó la nuca. - Es MI bebé. - Agregó un tono amenazante.

-Ya, es verdad. Es NUESTRO bebé. Pero aún no estás en condiciones de levantarte. Vuelve a la cama, pronto traerán el desayuno. - Intentó comprender el comportamiento de su esposo. Desde que se le había pasado el efecto de la anestesia había estado actuando muy paranoico, sobreprotegiendo al pequeño ser de apenas unos días de haber nacido de cualquiera que osaba acercársele.

El ojiazul suspiró profundamente y dejando al niño en brazos del moreno volvió a la cama. El peliverde se encargó de hacer al bebé dormir de nuevo y cuando pudo hacerlo, le regresó a la cuna y se recostó al lado de su pareja. Besó la frente de su rubio y éste acarició su verde cabello.

-¿Te pasa algo? - Acarició su cabello acomodándose a su lado para poder mirarlo desde otra perspectiva. El rubio suspiró profundamente, dándole la razón al moreno que había sonreído de lado. -¿Quieres hablar sobre ello? - Preguntó suavemente llevando los mechones desordenados en su rostro detrás de su orejas.

-No. - Respondió a secas acercándose a su pecho - Me hace falta otra cosa. - Musitó en su pecho mirando cómplice a su compañero, quien entendió inmediatamente. Roronoa abrió ligeramente sus labios para decirle algo, pero uno de sus dedos lo calló - Lo sé, no hace falta que me lo repitas. - El rey solamente rió.

- También me hace falta a mí, créeme. - Mantuvo su sonrisa. - Tardará un mes más, pero harías más fácil la espera si me dijeras que es lo que te sucede. - Trató de convencerlo, pero el rubio simplemente le miró y decidió ignorarlo enrredándose entre las sábanas para darle la espalda.

-Calla y mejor déjame volver a dormir. -

-¿Por qué no quieres decirme? - Preguntó abrazándose a su cuerpo desde su vientre aún vendado y herido. Sanji se estremeció y tomó las manos morenas entre las suyas, llevándolas a su pecho. - Sé que últimamente no has dormido bien, cuéntame sobre eso. -

-Deja de preguntar, Zoro. - Dijo ésta vez sin sonar agresivo, sólo quería que el peliverde dejase el tema. - Sólo son malos sueños. -

- ¿Estás seguro? - Insistió una vez más. Sanji tomó una almohada y la estrelló en su cara para que le dejase en paz. Debía admitir lo preocupado que estaba, Sanji no se comportaba así cuando no pasaba nada. Se tranquilizó a sí mismo pensando que se trataban de los cambios en su cuerpo debido a su embarazo. - Cambiando de tema... ¿Te gustaría un segundo bebé?

Reflejo InsaciableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora