Instante Suspendido

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Disclaimer: Saitn Seiya no me pertenece. Todos los derechos están reservados por Masami Kurumada y TOEI.

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Hacía horas que habían sido llevados a la mansión Kido para descansar de su última batalla contra Abel, el Dios sol. Saori había consultado a sus cinco caballeros de bronce para ser trasladados al hospital de la fundación Graude, pero todos se habían negado alegando que sólo necesitaban cuidados menores. Estaban cansados y heridos pero no se sentían tan mal como para ser conectados a máquinas y cuidados por enfermeras, además de que lo último que querían era ir a parar a un lugar que no los ofrecía ni tranquilidad por el ambiente (toparse con otros enfermos, recibir ordenes de enfermeras y doctores) ni comida descente. Saori había contemplado la opción de llevarlos al santuario a que se recuperaran en la fuente pero quería que sus caballeros tuvieran más comodidades por lo que arregló un vuelo exprés y privado en su jet rumbo a su mansión en Japón e instaló con la ayuda de Tatsumi y su servidumbre a cada uno de los bronceados en diferentes habitaciones. Hizo también que los revisara un doctor (pese a la negación de cada uno) y al comprobar que habían sido medicados y se encontraban estables en palabras del médico, los dejó descansar.

Hacía cerca de media hora que Seiya había despertado de un largo y reparador sueño. La mullida cama en donde lo habían provisto le proporcionaba una placentera sensación de descanso y suavidad que no se había permitido desde hacía tanto.

Inminentemente las imágenes de la batalla se colaron en su mente. Aquel enfrentamiento había sido duro y representó un momento muy sensible para el caballero de Pegaso. Había perdido a Saori de dos formas diferentes en la misma ocasión; primero se había presentado con Abel. Sí, el era un Dios y el hermano de Saori, pero Seiya no había pasado por alto la forma en cómo este la miraba de arriba abajo, de cómo sus ojos se habían embelesado por la belleza de la jovencita. Era bien sabido por todos que los Dioses no encontraban extraño mantener relaciones entre la misma familia y por ello sintió celos, por ello se había lanzado a suplicarle a Saori que no se fuera con él, que no los dejara. Su corazón se había roto en mil pedazos al saberse ignorado y verlos partir. Por ello la impotencia y la rabia se había apoderado de él hasta llevarlo al punto de discutir con sus amigos. Después, cuando había sentido el cosmos de Saori despedirse y sentirla muerta supo la verdad de sus sentimientos: la amaba, como mujer. No era que anteriormente no lo hubiera pensado, pero más bien había decidido callar porque era su diosa ¿cómo podía poner sus ojos en ella? Pero su muerte había sido demasiado para él y eso lo llevó a ir directo al templo de Abel para enfrentarlo, matarlo y de paso morir él también para encontrarse con Saori en su paraíso y amarla ahí, en donde era libre para hacerlo.

El corazón se le aceleró al joven al recordar cómo ella lo sostuvo en sus brazos cuando la batalla había terminado y el templo de Abel se caía a pedazos alrededor de ellos. Él y Saori se habían mirado largo y tendido, sonriéndose hasta que el cansancio lo venció y se desplomó en su bello abrazo. Tan sólo de recordar su proximidad el corazón le daba pequeños vuelcos de tanto en tanto... ¿sería que...? ¿acaso ella...?

— ¿Puedo pasar? —era la dulce voz de Saori que sacó a Seiya de sus pensamientos. La chica de cabellos largos y púrpuras asomaba el semblante por la puerta ensanchando una espléndida sonrisa que lo hizo sentir nervioso.

— C-Claro, Saori ¿por qué preguntas? Esta es tu casa... —comentó él, mientras ella se sentaba al borde de su cama a hacerle compañía.

— Sí, pero esta es tú habitación temporalmente y no quería importunar.

— No lo haces —le sonrió cosa que la desarmó. Había dejado la visita al castaño caballero al último para poder tener un buen momento a solas con él y contemplarlo. Pensó que lo encontraría dormido y ella podría aprovechar por acariciar su rostro y remover sus cabellos, por eso se había acercado con sigilo y abierto la puerta sin tocar. Sin embargo lo encontró despierto y sumido en sus pensamientos cosa que la hizo preguntarse sobre las cosas que pasaban por la mente de Seiya.

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