Arte de amar | Jinsu

Serendepia

''Alí donde el arco de cupido se eleva, ¿puede uno contemplar la belleza?'' ㅡLa voz bajo todos los silencios, por Syuloves (asphodelbookmark).

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No soy escritor. Si me preguntas si es que puedo transmitir lo que siento con palabras, te digo, de una vez, que eso es complicado. No obstante, en este escrito muy personal, haré lo posible para que sientas, como lo hice yo en mi momento, cómo fue caer por Kim Seokjin en un frío octubre en París.

Esto que estás por leer, sucedió hace ya cinco años, en el lejano 2013, durante mi estancia en Europa. Viajé a París, para trabajar en sesiones fotográficas con modelos de todo el mundo. Me brindaron la oportunidad de realizar algunas sesiones en distintos países del continente, por lo que, incluso si la fotografía editorial no era lo que más me gustaba, tenía que hacer un buen trabajo para poder escoger los proyectos que quisiera en el futuro, y no los que necesitara.

El primer día que puse un pie en París, me vi envuelto en un torbellino de emociones. Contemplar la ciudad con mis propios ojos, fue indescriptible.

El hotel La Perle, ubicado cerca del río Sena, fue mi hogar en esa ocasión. Recuerdo que, aquel día, la lluvia caía con intensidad, los árboles, con sus hojas naranjas y verdes, ondeaban al compás del viento, mientras las estrechas calles se llenaban de personas apresuradas, el sonido del francés filtrándose por mi ventana. Entonces, me recosté en las sábanas y llamé a mis padres, contándoles mis primeras impresiones. La emoción de sus voces me hizo sonreír, y les prometí que, en algún momento, los llevaría ahí. Me despedí de ellos, prometiéndoles platicar pronto.

A un par de días de la primera sesión fotográfica, disponía de tiempo suficiente para explorar la ciudad y atesorar bellos recuerdos. Sentía que mi viaje sería extraordinario, y yo estaba entusiasmado por ello.

El cansancio me venció, así que me desvestí y entonces, dormí, la felicidad todavía latente en mí.

A la mañana siguiente, desperté con el sonido de la lluvia golpeando el cristal de mi ventana, por lo que emití un quejido, todavía con ganas de quedarme en cama, sin embargo, las reprimí, consciente de que debía aprovechar el día para explorar algo de la ciudad, o lo que la lluvia me permitiera. Me puse de pie y fui al baño a ducharme, me lavé los dientes y comencé a desempacar mi maleta, colocando mis prendas en el clóset de la habitación. Escogí mi atuendo del día, una camisa café, una chamarra de cuero negra, pantalones oscuros de mezclilla y unos tenis simples. Guardé mi celular en un bolsillo del pantalón y tomé el paraguas que traía en mi mochila. Me habría gustado llevar mi cámara, pero no sabía si era un buen momento, debido al clima y a que era un turista que no sabía mucho. Me encaminé hacia un restaurante que había divisado la noche anterior.

La calle del barrio en el que se ubicaba mi hotel, lucía vibrante y encantadora, repleta de restaurantes de comida francesa, tiendas de arte local, museos y bares.

Me adentré en la bulliciosa calle, caminando entre los charcos de lluvia, mientras una vista esplendorosa se presentaba ante mis ojos: la torre Eiffel, majestuosa y cautivadora, alzándose en todo su esplendor, destacando en la mañana animada donde la lluvia ya no estaba teniendo lugar.

ㅡBuen día. ㅡEscuché en francés, mientras un joven rubio abría la puerta del restaurante. Le dediqué una sonrisa y miré alrededor, había bastantes personas para la hora que era. ㅡ¿Mesa para uno?

ㅡBuen día. Sí, por favor, gracias. ㅡMe sonrojé por mi pobre francés.

ㅡPor supuesto. Aquí lo tiene, eche un vistazo. Vuelvo con usted pronto. ㅡMe sonrió cálidamente.

Después de un breve momento, elegí un desayuno un tanto abundante y, mientras esperaba por mi almuerzo, disfruté una pequeña porción de Vichyssoise. Durante ese tiempo, pensaba en qué hacer en el día.

Escuché el tintineo de la campana cuando una joven castaña ingresó al restaurante con otro cliente. Mantuve la vista fija en mi plato hasta que noté que la silla a mi derecha se movía. Volví la mirada y me encontré con un hombre que se acomodaba y charlaba animadamente con la camarera, quien le sonreía con familiaridad. Deliciosas palabras en francés fluían de sus labios y, cuando nuestros ojos se encontraron, un río de miel pareció fluir de sus ojos hacia los míos. Solo pude desviar la mirada.

ㅡ¡Hola! ¿Es de por aquí? ㅡMe saludó con calidez, como si fuéramos viejos amigos.

ㅡHola. No, soy de Corea del Sur. ㅡRespondí con timidez. ¿Era esto una buena idea?

ㅡSí, supuse que lo eras. ㅡMe miró, entusiasmado. Comenzó a hablarme en un coreano un poco extraño, pero le entendía. ㅡTengo raíces coreanas. Mis padres son de allá, pero nací en Estados Unidos. Estoy viviendo cerca de aquí. Mi nombre es Kim Seokjin, un placer. ¿Cuál es tu nombre? ㅡMe sentí avergonzado frente a la personalidad tan extravagante de este hombre, siendo yo, generalmente, alguien serio. ㅡDisculpe, ¿me puedo quedar aquí, con usted?

ㅡMe llamo Min Yoongi. Es un placer. Sí, claro, quédese.

Incluso hoy en día, no sé cómo es que logró que entabláramos una conversación tan fácil, o tan siquiera, cómo es que no le pedí que se fuera de mi mesa. No sé si fue el que hablara coreano, recordándome a mi hogar, o si, en cambio, fue su genuino interés y amabilidad. No sé si fueron sus ojos viéndome de una manera... ¿O fue la masculinidad que le sentí desprender, que me emborrachó tanto, tanto, tanto...?

Quizás, en realidad, fue un conjunto de todo lo dicho y lo que quedó sin decir, que me atrapó y encantó lo suficiente para saber que, donde estaba, era donde debía quedarme.

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Incluso después de cien años más, quiero estar a tu lado

Te esperaré, no importa dónde

Quiero abrazarte antes de que desaparezcas.

ㅡCrystal Snow, por BTS.

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ANOTACIONES:

Serendepia: Hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando algo distinto.

Vichyssoise: Sopa espesa hecha principalmente con puerros, cebollas y papas. Generalmente se toma fría.