Epilogo

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23 de octubre, 2027

Jeanliet suspiró de pie en aquella habitación de hotel en la que se encontraba, todo estaba en orden, quien hubiese imaginado que 3 horas antes todo hubiese estado hecho un desastre; la ropa tirada por toda la habitación, las damas de honor con sus vestidos color rosa pálido de un lado para el otro eufóricas y el maquillaje regado por toda la cama. Ni siquiera parecía que fuese el mismo lugar, nuevamente volvía a ser todo color blanco con sus muebles grises. Los cuadros de paisajes de New York cubrían las paredes. Pero ahí se encontraba Jeanliet Alighieri, 3 horas después, tenía toda la vista de Central Park únicamente para ella. Recargó su frente en la gran ventana de cristal y miró hacia el cielo otoñal.

El día pintaba en ser el mejor de sus vidas. Nada podría salir mal, habían realizado el ensayo de bodas un día antes y todo estaba en orden. ¿Por qué ella se sentía tan nerviosa? ¿Por qué ella había citado a todos desde las 08:00 AM y finalizado todo a las 10:00 AM cuando la boda comenzaba a las 14:00 PM? Ni siquiera ella lo sabia.

Ella se encontraba con su vestido de novia, completamente blanco y pegado. Como si hubiese sido mandado a diseñar únicamente para ella y su delgada figura. El vestido estaba abierto en forma de "V" por la parte delantera y tenía un corte de campesina de las mangas. El velo caía por sus hombros al par junto a su castaño cabello en rulos. Su maquillaje era muy sencillo, pero destacaba su mirada café y su piel blanca. Sus labios pintados de un rojo carmesí.

Ahí estaba ella, en el piso 13, habitación número 17. Si alguien la descubría, pensaría que estaba confundida sobre si seguir en marcha con la boda o cancelar todo.

Un pequeño golpe irrumpió sus pensamientos y se sobresalto. Se alejó de la ventana rápidamente y camino hacía la puerta.

La puerta se abrió y dejó ver a una chica de 19 años, era Sydney Vitallie una adolescente de piel bronceada y cabello largo café oscuro y lacio. Su maquillaje era igual sencillo, destacando sus ojos café oscuro, pero en sus labios únicamente tenían brillo labial. Ella vestía un vestido color rosa pálido al igual que las otras damas de honor, la diferencia es que ella era mucho más joven que las otras chicas. El vestido era un poco corto y esponjado de la falda, pero muy pegado y ajustado de la parte delantera.

Jeanliet al verla sonrió, "un rostro familiar" pensó. Al ver lo que ella tenía en sus manos provoco que le faltara el oxigeno, si Jeanliet era blanca, ahora ella podía ser como la nieve, estaba muy pálida.

- Hola, Sydney, ¿qué ocurrió? - Jeanliet trató de que su voz no se quebrara al ver esa caja, solo deseaba internamente que no fuese aquella que diseñó cuando tenía 20 años.

- Me pidieron que te la entregara. Sé que hoy es un día muy importante para ti y para todos, pero debes leerla antes de cualquier cosa. Por favor. - Sydney se miraba muy nerviosa y preocupada por la reacción de su amiga. Jeanliet no tenía idea de qué decir, indico con su mano que la dejara en la cama, así que camino de regreso hacia la ventana dándole la espalda a Sydney y recargo sus manos en los bordes de ella. Sus ojos comenzaron a ponerse rojos y de repente no pudo evitar las lágrimas derramándose.

Sydney silenciosamente dejó la caja azul con estrellas plateadas en la cama. - Debo ir a verificar que todo esté en orden...- Se excusó y salió por la puerta. Sydney no solo era una de las mejores amigas de Jeanliet, sino que ella había estado muy presente en cada decisión de la boda. Desde la decoración hasta la comida. Había sido su mano derecha en todo ese proceso.

Al salir de la habitación Sydney se recargó en la puerta y se desplomó por el suelo. ¿Nervios? ¿Culpa? ¿Qué era lo que la tenía en esas condiciones? Se sabe que las bodas pueden llevar a todos al borde de la locura, pero no lo suficiente para desplomarte en el suelo de un hotel... A menos que sea en el afterparty.

-Suficiente, deja las lágrimas para otra ocasión, este será el mejor día de nuestras vidas, nada podrá arruinarlo.- Se dijo para sí misma y se acercó a la cama, tomo entre sus manos aquella caja que alguna vez a sus 20 años había encontrado y con mucha paciencia y fe había pintado y decorado para obsequiar a su ser amado. La llevó hacia el closet de la habitación.

- Ahí te quedarás para siempre. - Soltó cerrando de un portazo la puerta blanca del closet.

La siguiente hora Jeanliet se la pasó escuchando música desde su teléfono, viendo redes sociales, tomando un poco de champán, comiendo golosinas, pero nada de eso podía hacerla olvidar que dentro de ese closet estaba toda su vida en tintas y palabras. Intentó hacer de todo para ocupar su mente y dejar de pensar en si quiera leer alguna de ellas que podían poner en retrospectiva todo. Todo lo que había logrado y lo que estaba a punto de conseguir.

- BASTA. - Se dijo a sí misma por segunda ocasión y camino de regreso al closet que había jurado nunca más abrir.

Tomo la caja que estaba ahí, era lo único en ese estante; no había ropa, no habían accesorios, no habían zapatos, no había nada más que esa caja. Solo había reservado esa habitación para prepararse para la boda, no para dormir ahí. Camino con ella hacia la cama y se sentó. Se estiró un poco para tomar la botella por completo de champán y comenzar a beberla desde el bote. Necesitaba algo fuerte para lo que estaba por venir. Su teléfono vibro y miro de reojo aquella notificación, era un mensaje de Liam Fiscella, su prometido.

" Buenas tardes, amor. Recién vengo desocupandome luego de estar conversando con tus padres sobre la luna de miel y prometerles que estaremos en un lugar seguro. Me indicaron que desde muy temprano estás despierta y... ¿Está todo bien? Creí que descansarías. En fin... Espero te haya gustado el desayuno (que estoy seguro que se tornara en comida, conociéndote) que te he enviado junto con la sorpresa (que cuenta como pista para nuestra luna de miel). No olvides que te amo, siempre lo he hecho, aún cuando pareciera que no... Te veo en el altar. Seré el de negro con traje, por si no me reconoces, jajaja."

Leyó el mensaje de Liam y una sonrisa se dibujo por su rostro, más decidida aceptó abrir la caja que Sydney le había proporcionado.

Abrió aquella caja y lo primero que vio fue una fotografía de ella junto aquel individuo desconocido. La fotografía era una impresión de 7 años atrás por tal motivo estaba ya un poco borrosa.

La miró con nostalgia y acaricio gentilmente el rostro de su acompañante.

Mirada de ensueño, como la de James Dean. Unos labios pequeños pero que cualquiera desearía besar. Piel blanca como la de ella. Cabello lacio y alborotado corto y café. Camisa blanca. Su cabeza estirada un poco mostrando su cuello, debido por la fotografía. Ella por en cambio tenía ahí el cabello no muy largo castaño, una chaqueta de mezclilla azul. Su mirada completamente de enamorada. Al igual que él tenía la cabeza estirada. Esa foto fue tomada en un Julio del 2020, 7 años antes. En Verona, Italia.

Aquella fotografía le brindo tanta tranquilidad, la que parecía que no había logrado tener en lo que llevaba de la mañana. Muchos recuerdos de aquel viaje a Verona comenzaron a disparar por su mente. Volvió a sentirse como una adolescente viviendo únicamente de sus emociones. Algo completamente diferente a lo que ahora era.

Jeanliet había dejado de ser una soñadora de 20 años para convertirse en una mujer calculadora, no por nada a sus 27 años había abierto un café junto a su prometido al igual que su propia editorial. Dejó de soñar despierta y comenzó a poner en practica todos esos sueños y los convirtió en realidad.

Entre tantos planes aquella niña de 20 años se perdió. Jeanliet era distante a lo que alguna vez había sido, la diversión había quedado atrás, sus días estaban organizados desde un mes antes. Sus horas estaban vendidas a su trabajo. Al dormir solo soñaba con cuentas y facturas.

Llevo nuevamente la botella de champán hasta sus labios y dio un gran trago. Echó un vistazo al reloj y se dio cuenta que faltaban 2 horas para reunirse con su prometido e iniciar a firmar antes de acudir a la iglesia.

- En dos horas termino...- Se dijo a sí misma mientras sacaba la primer hoja cortada y doblada de esa caja azul.

Letters to a loverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora