24 de mayo, 2020
Verona, la ciudad del amor.
Hay una vieja tradición de Verona y se trata de la siguiente: Uno visita la casa de Julieta y justo en aquel balcón en donde se desarrollan sus encuentros con Romeo, debajo podemos dejar cartas (de amor) a nuestro amado. Así que cientos de chicas de todo el mundo vienen aquí a hacerlo... ¿No es tan romántico? Claro que esa pequeña tradición es únicamente un lujo para quienes tienen esas posibilidades (dinero).Shakespeare, ¿alguna vez imaginó que su obra literaria inspiraría a personas de todo el mundo a dejar prácticamente su vida (su rutina) para viajar a dos mundos de distancia y conocer la casa de Julieta? Quizá sí, quizá no. Es una duda existencial que jamás podrá ser resuelta.
Mientras me paseaba por aquel lugar, rodeada de enamorados, de mujeres en espera de su ser amado y otras buscando el amor, solo podía reproducir una canción en particular, Love Story de Taylor Swift (mi amada) e imaginar que se sentiría tener a alguien especial. En mis 20 años de vida jamás había tenido la oportunidad de amar, o de ser amada. De pertenecer a alguien y que alguien me perteneciera.El visitar Verona era mi gran sueño (y que mis padres con mucho esfuerzo lograron cubrir) pero el estar por esas calles, por esas tierras... Me hizo sentir tan solitaria. Ahí estaba yo, con mi mochila café cayendo de mis hombros, mi gran sombrero color beige, mi cabello castaño suelto cayendo por mis hombros y mi vestido amarrillo de flores con corte de campesina, caminando a la nada.
No conocía a nadie, no lograba hablar del todo el Italiano. Me acercaba demás a personas para poder escuchar sus conversaciones y descubrir si alguna de ellas pronunciaba alguna palabra en español. Encontré a una niña de 11 años que (por suerte) venía de vacaciones junto a su familia y que al igual que yo, ella también era mexicana. Así que mientras sus padres hacían las compras, ella esperaba en el auto con las ventanas bajas y así fue como logré distinguirla porque me saludo de lejos y me acerque a ella. Me indicó en donde podía conseguir un restaurante (o al menos lo que había escuchado de sus padres) y así fue como terminé cenando en Osteria il Ciottolo.Era una terraza con sus paredes y pisos de madera, los postes tenían ramas de árbol y una tira de focos cayendo entre ellos que alumbraban todo el lugar. Justo enfrente de mí se encontraba la ciudad, las luces de ella.
La comida era buena, aunque no puedo recordar siquiera que era lo que estaba comiendo, no había entendido el menú así que dejé que el mesero me "sorprendiera" aunque al decirlo en italiano solo produjo que él se riera mucho creyendo que era graciosa intencionalmente. (Por lo menos alguien podía decirlo)
Ahí fue cuando la desgracia ocurrió, un estadounidense se acercó a mi mesa, al parecer no se dio cuenta que si una chica está leyendo un libro en solitario mientras espera por su cena, es porque no necesita compañía. Este chico se sentó enfrente de mí, irrumpiendo mi velada y mi vida. Apestaba alcohol, levanté la vista de mi libro y me encontré con un hombre blanco de cabello rubio, vestía una camisa de cuadros azul y un pantalón café, llevaba una cerveza en su mano izquierda. Se miraba muy formal, una lástima.
"¿Qué hace una chica tan guapa sola por aquí?" "Atraes a chicos cómo yo a querer sentarnos junto a ti..." "Deberíamos ir a mi habitación..."
No recuerdo entre tanta palabrería que soltó en qué momento fue cuando me levanté furiosa de mi asiento y le lancé mi vaso de agua. Todos los clientes a nuestro alrededor se asustaron y me miraron mal. Les lancé una mirada apenada a ellos y volví a levantar mi vista hasta aquel sujeto que seguía maldiciéndome cuando de repente un chico muy blanco, recién afeitado con mirada de soñador y el cabello recién cortado,que vestía una camisa roja y unos jeans cafés, jaló al hombre que dos minutos antes me había propuesto acompañarlo a su habitación de hotel a hacer lo que "estaba pidiendo a gritos" por usar ese vestido amarillo, según sus palabras, lo levanto del asiento y lo alejo de mí.
"¿No escuchaste a la señorita? No te quiere aquí. Lárgate si no quieres que mi puño se estampe en tu ojo... ¿No querrás aparecer en las fotografías con el ojo golpeado por abusador, o sí? ¿O pasar la noche detenido porque puedo decir que me robaste? ¿Verdad que no? Así que camina..."
Y aquel extraño se había convertido en mi héroe en cuestión de segundos. Giró su cabeza hacía mí y asintió, entonces comenzó a caminar con el estadounidense, tomándolo del cuello de su camisa para llevarlo fuera del establecimiento.
¿Por qué los hombres creen que pueden llegar así como así con una chica y proponerles sexo? Que una chica use vestidos no quiere decir que está gritando querer tener relaciones sexuales con cualquiera, el calor es tan insoportable en esta ciudad. El usar jeans es como quemar mi propia piel.
No me quedó otra opción más que caer sobre mi asiento y guardar mi libro en mi mochila y dejar el dinero de la cuenta, solo quería estar en mi hotel. El mesero se acercó a mí apenado y se disculpó (o hizo su mayor intento por hablar español) cuando entonces aquel chico que hace unos minutos me había salvado la vida entró de nuevo. Estaba buscando con la mirada hasta que al parecer encontró lo que estaba buscando, porque caminó hacia mí."Lamento tanto el momento que acabas de pasar..." Aquel extraño bajo la mirada y se dio cuenta que había depositado el dinero en la mesa para irme y frunció el ceño. "Que esta mala experiencia no te haga querer irte de Verona o de este restaurante." Comentó y entonces se giró y tomó el mismo camino que había tomado unos segundos antes y desapareció del lugar.
Agradecí al mesero por su atención y halague la comida y seguí el mismo camino que aquel individuo para salir del lugar.
Al salir del establecimiento observe como las calles de Verona ya se encontraban solitarias y lo que en algún momento había sido alumbrado, ya no permanecía así, quizá porque ya era algo tarde. Camine por esas calles, cuando aquel chico irrumpió en mi camino con una sonrisa.
"Estaba esperando a que salieras, permiteme escoltarte hasta tu lugar." Se ofreció pero no podía ir con él sin siquiera saber su nombre, así que solo respondí: "¿Por qué iría contigo si ni siquiera sé tu nombre?" Entonces él se acercó a mi oído y en modo de secreto me lo dijo.
Y así fue como aquel extraño entró a mi vida, como un héroe dispuesto a salvarme la vida.
Con cariño, Jeanliet. ♡
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Letters to a lover
Lãng mạn¿Qué sucedería si justo el día más importante de tu vida recibes todas las cartas que alguna vez escribiste en tu adolescencia y te llevaran de regreso al pasado? Solo para poner en duda todo tu presente... ¿Continuará todo cómo debe ocurrir? ¿O alg...