INTRODUCCIÓN. CAP 1

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INTRODUCCIÓN.

Ya no podré salir de esta.- pensé.

Ahora sí que me encontraba entre la espada y la pared. Tal vez no debí haberme dejado convencer tan fácil, o tal vez nunca debí haber venido; sea cual sea mi "tal vez", yo ya estaba dentro de sus planes y ya no podía zafarme.

Algo huesudo golpeó mi brazo. Alcé la mirada y antes de poder responderle su codazo, me arrebató la palabra.

-¿Podrías quitar esa cara de culo?, por favor. - la muchacha de cabello dorado-caramelo arrugó la frente.

¿Me lo estaba diciendo a mí?

Me crucé de brazos, para luego tomar una gran bocanada de aire y exhalarlo.

-La cara de culo la tienes tú - revoleo los ojos la muchacha- y sabía que no debía acompañarte.

-¿Y qué tiene de malo tomar el bus? -levantó las cejas algo exasperada.

-¿Qué, qué tiene de malo tomarlo? - me hice a un lado para demostrarle lo obvio: Un montón de gente de todos los tamaños y edades, se encontraban esperando todos el mismo bus, cabía recalcar que estábamos más pegados de lo normal.- apenas y respiramos.

-Cálmate, que por estas fechas siempre se suele llenar así -hizo un gesto con las manos tratando de explicarme- ahora, atenta o nos quedamos del bus.

La estación estaba muy llena, si tenemos suerte tomaremos el primer bus; si no, nos tocará tomar el segundo, que va a la misma dirección, solo que más apretado. El lugar estaba muy frío, y es que en pleno invierno hasta prendido estaba un ventilador en el techo de la estación. Idiotas. -En ese momento deseaba escalar hasta allí arriba y yo misma apagarlo, que para mi suerte, yo estaba debajo de él. - Me abracé a mí misma buscando algo de calor. Las puertas de vidrio reflejaban mi figura, delgada y pálida por el frío, sosteniendo contra mi estómago mi bolso -en caso de que me quieran asaltar- y mi cabello negro agarrado en dos trenzas que empezaban desde arriba de mi cabeza y terminaban más arriba del cuello.

La muchacha de alado tomó mi muñeca con fuerza al ver que el bus se acercaba, apegándome a ella.

-Eline... ¿y si vamos en taxi?...- la miré suplicante.

Sin siquiera mirarme hizo caso omiso a mis petición y al llegar el bus frente a nosotras, me apegó hacia ella, quedando hombro con hombro.

Esperé unos segundos a que tal dichosa puerta se abriera, y cuando lo hizo, parecía el último bus en la historia. Un montón de gente se avecinó contra nosotras para poder salir, mientras que atrás nuestro querían entrar. Eline decidida, haló de mi muñeca e hizo que vaya tras ella. Por atrás me estaban empujando y dando puntapiés, no podía ver quien era, estaba rodeada de muchas personas. Por delante, me empujaban haciendo que retrocediera. No sé en qué momento, perdí la mano de mi compañera, tenía que entrar en ese lapso de pocos segundos que quedaban, o si no las puertas se iban a cerrar, aplastándome. Entre susurros y muchas palabras, logré oír: "Se cierran puertas."

Me fui al carajo.

Estresada por la multitud a mí alrededor, empecé a empujar a los de adelante, si me quedaba, me jodía. Recargué las fuerzas en mis brazos e empujé bruscamente a un joven delante de mí, retrocedí por la fuerza y de repente, recibí un fuerte empujón detrás de mío, haciéndome entrar. Suspiré al estar dentro, alguien me había empujado como le harían a un animal, pero, estaba dentro y eso era mejor.

El bus estaba totalmente lleno y no había donde sentarse. Mis codos estaban pegados por lo tanto que me apachurraban y mi vista era cubierta por gente muy grande. Tenía que buscar a Eline; abracé mi bolso con mucha fuerzas y empecé a utilizar mis hombros para ganar espacio. No avancé mucho, en el transporte apenas podías dar un paso tamaño tortuga.

-¡Eline! -llamé alzando la voz.- ¡Eline! ¡Eline!

No obtuve respuesta de ella, pero, si de un anciano delante de mí. El hombre con cabello blanco se dobló un poco por la cintura y me miró con cara de pocos amigos.

-¡SHHH! NIÑA, NO ME GRITE EN EL OÍDO, DEBERÍA... -me alzó la voz.

-Señor, no fue mi intención, pero...-interrumpí.

-¡MALCRIADA! -gritó con voz ronca.

-¡cálmese...!

Entre más palabras interrumpidas por parte de los dos, oí una voz femenina llamando por mi nombre.

¿Es acaso...?

-¡Laurentina!

Nunca había estado tan feliz de haber escuchado mi nombre completo. Aun sosteniendo mi bolso, di algunos codazos hasta poder seguir la voz (está además que por departe del anciano, su despedida fue un: "¿Ese es tu nombre? Que feo eso.")

Con movimientos bruscos y olores no muy agradables, visualicé a mi amiga de espaldas, aun llamando por mi nombre.

-¡Ya estoy aquí! -dije. Habían unas cuantas personas delante de nosotras, pero, si podíamos vernos. Ella se volteó y con su mano en el pecho, suspiró aliviada de verme.

-No te me pierdas más, eh. -me señaló con el dedo índice.- me has hecho dar un susto.

Asentí también aliviada de verla, mi meta en la vida no era perderme en un bus. Miré mi reloj en mi muñeca izquierda y supuse que no faltaba mucho para la próxima bajada, en la cual nos desembarcaríamos. Cambie mi vista hacia el techo, y en menos de unos segundos, un olor poco peculiar me invadió. Arrugué la nariz y con la mirada buscaba al progenitor. Después de un momento de oler disimuladamente, terminé mi búsqueda con un chico de camisa con el logo de KISS y una de sus muchas giras escrita por detrás. Él cargaba lentes y audífonos puestos a todo volumen; Olía como a diablo...no, porque hasta el diablo se hubiese tapado la nariz.

A lo lejos, noté por la ventana que ya estábamos llegando a la parada, que agradecida estaba.

AL FIN, ¡AL FIN! ¡A-L F-I-N!

Caminé con un poco más de espacio hacia Eline, ya casi paraba el bus. Eline me extendió la mano y me recomendó que me tomara de algún asiento para evitar alguna caída. No hacía falta, pensé. Ya casi estábamos por llegar y me libraría de todo esto. Aun caminando el bus frenó en seco y me hizo perder el equilibrio, haciéndome caer hacía atrás.

Amiga, ya es Otoño...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora