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Las mañanas en Karmaland siempre habían sido tranquilas (en la mayoría de veces), las aves cantando a los alrededores era una de las mejores alarmas que la naturaleza les brindaba. Los intensos rayos del sol comenzaban a colarse entre las cortinas de las diferentes chozas del pueblo.

En las afueras de Karmaland vivían un grupo de chicos que el pueblo habían proclamado como los héroes que resguardabanla seguridad de los pueblerinos; cada uno tenía un hogar extravagante como lo eran sus personalidades: Desde una isla en el aire, un árbol gigante, una montaña entera, hasta de las camas más futuristas completamente de mármol. Desde sus llegadas a la tranquila Karmaland, los ataques de monstruos nocturnos y los asesinatos que estos mismos causaban comenzaban a escucharse menos entre los pueblerinos, aún con los guerreros más fuertes custodiando los límites de los caminos del pueblo sabían que los nuevos héroes iban a detener todo. Pero nunca se imaginaban que los mismos héroes sufrían sus propias batallas en la privacidad de sus corazones, donde era imposible ver más haya...

Una nueva mañana llegó al pueblo de Karmaland, como siempre y a la misma hora uno de los heroes comenzaba su patrullaje por las fronteras, su nombre era Willy. Sus vestimentas verdes lo hacían lucir llamativo para los pueblerinos, esa risa tan particular que lo caracterizaba lograba que las pueblerinas suspiraran por él. Aún con un lado oscuro, el héroe de trajes verdes era amado por el pueblo, siendo uno de los héroes en tener una de las extravagantes casas.

Willy caminaba por aquellos paisajes verdes colindantes al pueblo, tan hermosos como siempre. Los rayos del saliente sol iluminaban una parte de su enorme árbol que se dejaba ver desde las lejanías. Caminar por el bioma del otoño era parte de su rutina mañanera, ver las hojas caer a su lado, las risas de las pequeñas hadas volar sobre su cabeza lo hacían sentir tranquilo en las mañanas. Pero así como existía esa parte que lo hacía sentir en paz, existía ese lado suyo que lo lograba sucumbir por completo.

Sus pasos poco a poco comenzaban a perder dirección cada que se adentraba aún más al otoñal bioma, su camino se perdía ante sus ojos, su rutina del día tomaba un giro tan irracional para si mismo. En tan poco tiempo se vio saliendo de entre los árboles hasta encontrarse con el enorme océano azul, los majestuosos silbidos de los delfines que habitaban la zona le hizo regresar a sus sentidos y darse cuenta que ya no se encontraba rodeado de ese anaranjado color de hojas. Su mirada divago por el paisaje hasta toparse con esas columnas de agua  que conocía a la perfección, columnas de agua que caían desde lo más alto donde era imposible llegar sin ayuda de un teletransportador. Sus ojos se dilataron por completo al verlo a él en lo más alto, en aquella isla flotante.

Esos cabellos negros con algunos selectivos cabellos violetas peinados en perfectos picos que eran imposible de despeinar, esa postura tan imponente viendo al paisaje que daba la vista desde las slturas. La falta de sus típicas armaduras dejaban mirar aquel torso perfectamente trabajado por las innumerables peleas en las que se vio involucrado, sin olvidar mencionar las múltiples marcas que adornaban su blanquecina piel. Willy no pudo aguantar más y suspiro. Un suspiro lleno de admiración y posiblemente amor. Verlo ahí arriba le hizo sentir mariposas en el estómago.

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⏰ Última actualización: Jun 09, 2020 ⏰

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