Pensamientos y un pulso que palpita mientras enciendes un cigarrillo, miras la colilla consumirse al paso del viento, en una ventana de un tercer piso, y una sombra ante un paisaje en el sur de la ciudad, vienen a ti recuerdos como relámpagos de cuando fuiste esa versión un poco más feliz y entusiasta, el encierro no es el mejor aliado, pero hay un escape en esa ventana donde empiezas a divisar el pasado, lo repasas casi que lo palpas con los dos dedos sujetando esa fórmula a la anciedad que nadie te receta. Tu pelo liso, tu gestos bruscos, tu manera de fruncir el seño tras esos lentes, las mañanas al salir al trabajo, el cigarro y el tinto cerca a la estación, el frío entre mis dedos, mís ganas de que me llenaras los ojos con verte entrar en el sitio que nos hizo coincidir y ¡vaya! que un encuentro como me cambiaría la vida, un intercambio de números podría desordenarte todo.
Están las risas las tardes de un café, una charla y unos cuantos besos después del trabajo, las tomadas de mano, la idea de un "nosotros" que me dibujabas al paso de los días, esa idea siempre perjudica más a uno que a él otro. Damián es tu nombre aúnque te apodó mi "peor elección". Solo empezó y se metió entre las grietas los saludos los hasta luego, las charlas, las miradas, las llamadas cortas y eso ya era mala señal, los enojos, los "chistes" pesados, entre el marco de la bicicleta, siempre hubo un abismo entre tu cuerpo y el mío, la única dispuesta a saltar era yo.
Analia, me llamo Analia me gusta mi nombre, aunque está entre tantas cosas que no fueron mi elección, solo naces te registran, te apellidan y ya eres alguien con identidad ciudadana.