20. La ropa interior nunca dio tanto juego

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Me despierto sobresaltada y con prisas, es lunes y me he quedado dormida. Corro al baño a lavarme la cara y a evacuar el líquido que bebí por la noche. Me visto lo más rápido posible, lo dejo todo tirado de tal manera que parezco el Demonio de Tazmania, con tanta locura y ruido despierto a Nadia.
- ¿Qué haces? ¿Trabajas?
- ¡Claro! ¡Es lunes!
- Pero... ¿no tenías fiesta?- dice con voz adormilada y los ojos muy cerrados.
Eso me hace pensar. ¡Es verdad! He estado el fin de semana en Kenmare, en principio hasta el miércoles no voy a trabajar. Me rio como una loca y me siento en una silla del comedor. Mi amiga me mira con extrañeza y se vuelve a dormir tapándose la cabeza para no oírme. Cuando me relajo vuelvo a mi cuarto para cambiarme de ropa. Me pongo de nuevo el pijama y voy a la cocina a prepararme un té. Mientras se calienta, me hago una tostada a la plancha con mantequilla. Miro el fuego y pienso en el mensaje de Matt. Debería contestartarle, y debería aceptar su invitación. Es una persona divertida, y no me ha pedido que me case con él, sólo me ha pedido una cita. Sentada en la mesa de la cocina me como la tostada y leo de nuevo su mensaje:
No me has contestado, ¿cenarás conmigo?
No puedo negar que saber que tiene un hijo hace que mis conjeturas sobre él sean ciertas: es un picha brava. Ese detalle es complicado si quisiera tener algo más con él, en cambio no es algo que tenga pensado. Puede que sea muy bueno en la cama, pero sé que no llegará a complacerme por completo. Muerdo la tostada con una mano y con la otra manejo el móvil.
Sí, cenaré contigo. Ya avisarás cuándo vienes a la ciudad. Un saludo. Nicole.
Me acabo la tostada y bebo el té caliente. Gruño por no haberme esperado lo suficiente. Y de repente, me suena el teléfono. Es un número que no tengo guardado en la tarjeta SIM, aun así sé perfectamente quién es. Ha leído muy pronto el mensaje, debe de estar en tierra y no por los aires.
- ¡Buenos días, Matt!
- Muy buenos días, Nicole. ¿Te pillo en el trabajo?
- No, hoy tengo el día libre.
- Perfecto, entonces podemos aclarar cuándo nos vemos. ¿Tienes planes para el fin de semana?
- En principio tengo una exhibición de Full Contact, pero no sé la hora - no tenía pensado ir porque no quiero encontrarme con Sven, se lo he comentado sólo para que piense que tengo una vida "algo interesante", aunque no sea cierto.
- Me encantaría ir a ver la exhibición - se ríe y no entiendo el chiste. No lo estaba invitando a venir -. Una cita con espectáculo y cena sería muy buena idea. ¿No te parece un buen plan? - me deja sin palabras.
- Eh... Sí, bueno... A la exhibición viene Nadia con sus hijos...
- ¡Genial! Nadia me cae muy bien. Será divertido - me deja asombrada y no me puedo negar, parece muy entusiasmado con la cita.
- Entonces... ¿el sábado estarás en Dublín todo el día?
- Sí, sí. Pasaré el fin de semana allí. El viernes estaré con mis padres. Mi madre no para de decir que no la veo - los dos nos reímos porque tenemos madres muy parecidas-, pero el sábado seré todo tuyo - me sonrojo y me alivia saber que no puede verme.
- Muy bien, Matt. El viernes te llamo y te digo la hora.
- ¡Perfecto!. Esperaré tu llamada, Nicole. Un beso.
Cuelgo directamente, me deja cortada su forma de despedirse, hace que me sienta como una adolescente. A los segundos se asoma la cabeza de mi amiga por la puerta de la cocina preguntándome con quién hablaba. Le comento todo lo que he hablado con Matt, es por estos momentos por los que echo de menos mi intimidad. A ella le parece bien que venga con nosotros a la exhibición, yo en cambio no estoy muy segura de lo que pueda pasar. Sé que a Sven no le va a importar, ya que no éramos nada, ni nunca lo seremos. Aún así no es algo cómodo. No sé si es buena o mala idea, en parte querría ver la cara de mi ex Amo al verme con otra persona.
- ¡Tenemos que ir de compras!
- ¿Qué? ¿Cuándo?
- Ahora - mi amiga está loca. No tengo ganas de ir a ningún sitio. Es mi día de fiesta y sólo quiero dormir. Ayer estuvieron los niños en casa y no paramos de hacer cosas hasta que los llevamos de nuevo con su padre.
- ¿Ahora?
- Sí, tenemos que ir a comprar un vestido para tu cita con Matt.
No puedo llevarle la contraria porque me levanta de la silla y me lleva al cuarto para que me pueda vestir.
- Y ya sabes, ponte algo cómodo y fácil de quitar. Nos vamos a probar las tiendas enteras - ahora sí que tengo miedo. ¡Necesito descansar!
- Vale, pero tú también vas a comprarte algo.
- Yo no tengo ningún evento.
- ¡Cómo que no! Un fin de semana romántico en un hotel de lujo a las afueras de Dublín. Necesitas un conjunto muy sexy de ropa interior. Y no te vas a negar.
Las dos nos reímos porque estamos cogidas por todos los lados, ella a mí y yo a ella. Ayer cuando llevamos a los niños a casa, Nadia habló con Paul. Al parecer cedió en lo del hotel, lo que quiere decir que el próximo fin de semana seré la niñera de dos monstruitos. Ya puedo disfrutar con la cita de Matt... Espero que merezca la pena, de esa forma podré tener la casa de nuevo para mí. Me sabe mal pensar así, pero echo de menos tener la casa para mí sola, no lo puedo evitar.
Las compras con Nadia son duras de digerir, hay que estar muy descansada, cosa que yo no estoy, y venir con mucha energía, la cual tampoco tengo. Hemos entrado a todas las tiendas disponibles y me he probado más de veinte trajes diferentes. Lo bueno de salir con ella a comprar es que me asesora bastante bien, sabe exactamente lo que me queda bien, y además tiene buen gusto. De momento, ella se ha librado, ahora me toca atacar a mí cuando pasamos al lado de una tienda de lencería fina. Nunca había entrado aquí, la verdad es que me daba un poco de vergüenza que me vieran entrar, pues la fachada es bastante sugerente, incita a hacer cosas malas y excitantes al mismo tiempo. Pensar que voy a entrar para acompañar a mi amiga me hace más valiente, me siento como cuando me bajó la menstruación por primera vez, que me daba corte comprar compresas, siempre me refugiaba detrás de mi madre, en cambio entrar a comprar para mi hermana me daba valentía porque sabía que no eran para mí, si no para mi hermana pequeña. Son tonterías que no entiendo, porque al fin y al cabo si se venden estas cosas es porque hay personas que las compran. Comprar ropa sexy no tendría que ser algo incómodo, es algo que todo el mundo puede disfrutar en un momento dado.
- Ahora te toca a ti.
- ¿El qué?
- No te hagas la tonta, amiguita. Ya has hecho que me pruebe más de cuatro tiendas enteras, ahora te toca a ti gastar tu dinero aquí.
Nadia se ríe y me deja sin palabras al ver que es ella la que me coge de la mano y me lleva hasta el interior de la tienda.
- Tienes razón, Nicole... Tenemos que buscar algo sexy que poner debajo de tus nuevos modelitos.
- ¡Eh! Eres tú la que necesita ropa interior - me indigno por la forma que tiene de darle la vuelta a la tortilla.
No quiero discutir con ella. Las dos tenemos que salir de aquí con los bolsillos vacíos. Hay cosas bastante elegantes y picantes, y también bastante caras. Por mi parte pasaría, pero creo que su matrimonio se merece algo caro para poder solucionar los problemas, aunque en realidad vaya a durar muy poco puesto. Es curioso lo que nos gastamos las mujeres en intentar excitar a los hombres, si sólo sirve para que nos lo quiten cuanto antes.
- Mira esto, Nicole. ¿Tú qué crees?
- Creo que con eso Paul olvidará a su madre...
-¡No es para mí! Es para ti, tonta.
- El rojo te favorecerá más a ti.
- ¿Tú crees?
- Por supuesto.
La cara de Nadia se ha convertido en la de una diablesa, y nunca mejor pensado con ese encaje rojo intenso. Su pelo dorado tiene que brillar sobre ese conjunto de ropa interior. Sé que a Paul le encantará.
- Deberías comprarte una bata como ésta - comento sujetando un salto de cama de seda negra con acabados rojos.
- ¡Pareceré una fulana! - suelta, al momento sonríe - ¡Me encanta!
- No sabía que eras  tan guarrilla...
- No lo sabes tú bien - se ríe acercándose a mí y quitándome el vestido de cama.
Nadia corre al probador para probarse el vestido y la parte de arriba del conjunto interior. Yo, mientras, miro el resto de la tienda, es muy grande y todo está muy bien distribuido, la ropa está separada por colores, por un lado el negro con diferentes conjuntos de braguita, tanga o culotte, junto con batas y ligas, hay toda clase de accesorios que pegan con ese color; seguidos están los colores dorados, verdes, morados, rojos, rosas. En una esquina de la tienda están colgados los pijamas más comunes y sencillos con estampados infantiles. Después está el mostrador, y a un lado los probadores con cortinas largas y gruesas de color negro con bordes dorados. Tiene una estética increíble, nunca había entrado porque me daba corte, pero me fascina la tela y la sutileza de todas las prendas. Detrás del mostrador están muy bien colocadas las cajas con las medias y pantys que nos las tiene que proporcionar la dependienta. Y a un lado hay otra cortina del mismo color que los probadores, que supongo que será el almacén.
Nadia asoma la cabeza y me llama para que mire el resultado, voy directa hacia ella.
- ¡Eh! Esa no es Keira?
- ¿Qué? - pregunto volviéndome a la dirección a la que está mirando.
- La novia de Sven.
No me lo puedo creer, es como si me estuviese siguiendo o algo así. Es Artemisa, para mí siempre la recordaré como una Ama: una mujer vestida de cuero con tacones de infarto. Es igual de guapa vestida de calle como vestida de cama. Ahora apenas puedo ver cómo va vestida porque lleva entre las manos varias cajas y bolsas. Va directa a la dependienta, que sale de su mostrador para ayudarla con las cajas. Miro a Nadia, que se está vistiendo corriendo para salir a ver a Keira.
- ¿Keira? - grita mi amiga saliendo del probador con las prendas colgando en las manos.
- Hola - se gira la novia de Sven con una perfecta sonrisa. No sé si reconoce a mi amiga, pero saluda por cortesía.
- No sabía si eras tú, soy Nadia. Mi hijo hace Full Contact, Sven es su profesor - aclara, y sé que lo hace para no quedar mal.
- ¡Ah sí, claro! Michael.
- ¡Sí! - sonríe de alivio porque la ha reconocido -. No sé si te acordarás, ella es mi amiga...
- Nicole. Sí, me acuerdo- me mira con una sonrisa. Se acuerda de mí, y sé que no es por ir a buscar a Michael. Me mira diferente que a Nadia. Me mira porque sabe cosas que mi amiga no sabe, al igual que yo sé cosas sobre Keira que Nadia ni se imagina.
- ¿Qué tal todo?
- Bien. Ahora trabajando - deja las cosas sobre el mostrador y nos ofrece la mano. 
- ¿Trabajas aquí?
- No exactamente. Soy distribuidora.
- Distribuyes unas cosas maravillosas - dice mi amiga como si hubiera descubierto América mostrando las prendas que lleva en las manos. Y al parecer ha contado un chiste porque la dependienta y Keira se ríen con complicidad.
- Aquí hay cosas maravillosas, tienes razón, pero no distribuyo ropa interior precisamente, o más bien no sólo distribuyo eso.
Las dos nos quedamos con los ojos como platos y la boca completamente abierta sin entender nada.
- Por qué no venís y lo veis con vuestros ojos...
Ella deja la ropa que lleva Nadia sobre el mostrador, nos coge de las manos y nos invita a entrar al lado en el que está la dependienta, abre la cortina que oculta lo que yo creía que era el almacén y lo que me encuentro es todo menos eso. ¡Es un sex shop!
- ¿Distribuyes...?
- Sí, tengo una tienda erótica online. A eso me dedico. Y distribuyo a varios sex shops, incluida esta tienda. Pocas personas saben que además de ropa interior también se hacen reuniones de Tuppersex.
- ¿En serio? - mi amiga está alucinada. Yo en parte también lo estoy, pero de Keira no me sorprende nada.
- Os puedo hacer una sesión privada cuando queráis. Si no os puedo explicar ahora lo que no sepáis para qué sirve. Tengo...-mira su reloj de plata escondido sobre su chupa de cuero-  una hora como mucho.
- Pues sí que nos podrías ayudar. Mi amiga tiene una cita el sábado que viene - Nadia está hablando de mí y me empiezo a poner muy nerviosa, esto no debería contárselo a ella. A quién sea menos a ella.
- ¿Ah sí? ¿Es la primera cita?
- Se puede decir que sí. O por lo menos la primera cita solos... - me encantaría amordazar a mi amiga ahora mismo y seguro que encuentro más de un instrumento que me pueda servir para eso.
- Nadia, no creo que le interesen esas cosas... además también hemos venido a buscar algo que pueda ayudar a salvar tu matrimonio - ¡chúpate esa, Nadia! Río para mis adentros.
- En el sexo todo vale. Puedo ayudaros a lo que sea. Por un lado salvar tu matrimonio, ¿qué teníais pensado?
- Un fin de semana en un hotel - digo rápidamente, quiero que la conversación se centre en Nadia, ya es bastante incómodo estar con la novia de mi ex-Amo.
- Por lo que veo sería algo romántico. Yo escogería algo de comer, afrodisiacos y baños de colores. Mira, Nadia. Estos frascos son siropes de varios sabores - nos enseña unos frasquitos pequeños de distintos colores, abre uno de color marrón oscuro - dadme un dedo - las dos obedecemos como tontas y nos echa en la punta del dedo una gota del líquido - chupad.
El sabor es muy bueno, es chocolate. Es delicado y además, lo que ha dicho, ¡es afrodisiaco!
- Estos frascos van con un pincel, sirven para pintar el cuerpo. Es algo romántico y sexy, es muy estimulante por el olor que desprende, y además se puede comer por lo que se puede limpiar con la lengua - nos guiña el ojo -. También tenemos los mismos sabores pero en polvo que va con una pluma muy suave - abre otra caja pegada a los frascos de sabores, en ella hay una pluma oscura junto a un frasquito pequeño de color rojo, saca la pluma y nos la pasa por la mano, es muy suave y hace unas cosquillas muy agradables -. Su función es muy simple. Se mete la pluma en el frasco y se espolvorea por el cuerpo. Hace cosquillas como podéis notar y deja el olor y el sabor al polvo que lleva el frasco, que también es de sabores agradables. Este es de frambuesa.
- Es muy suave - dice Nadia pasándose la pluma por el labio - y sabe muy bien.
- También hay sales estimulantes para el baño. Son cosas que pueden hacer vuestra estancia en el hotel más agradable.
- Sí. Yo me llevo las dos cosas. Ahora necesitamos algo para ella- suelta mi amiga y Keira me mira con una sonrisa que me preocupa.
- ¿Qué idea llevas con ese chico?
- No sé, cena y poco más, tampoco es algo seguro que...
- Sí, sexo seguro que tenéis - dice Nadia muy convencida.
- No sé...
- Me refería a qué tipo de sexo practicarías con él - aclara Keira.
- El tradicional, por supuesto, ¿cuál si no iba a ser? - sé que me he sonrojado, pero intento disimular lo mejor que puedo para que Nadia no se dé cuenta. Eso ha sido un golpe bajo.
- Oh, por supuesto - ella mira a mi amiga y se ha dado cuenta que no sabe nada. Me mira con una disculpa e intenta salir del paso - . Sólo pregunto porque a todo el mundo no le gusta practicar lo mismo.
- Sí, es verdad. Hay mucha gente pervertida por ahí - dice Nadia riendo y sigue mirando las estanterías como si no hubiera dicho nada. En cambio a mí ese comentario me duele, y me confirma que nunca podré contárselo a ella, nunca podré decirle lo que de verdad me gusta hacer.
Keira se acerca a mí y me posa la mano sobre el hombro, es una especie de consuelo, como diciéndome que ella me comprende. ¡A ver si ahora va a ser mi amiga íntima y todo!, no creo que fuese capaz de intimar con ella después de haber estado con su novio haciendo cosas que sé que jamás volveré a hacer.
- Para un sexo convencional puedo ofrecerte juegos sexuales, dados, tarjetas de pruebas, o si sois un poco más atrevidos podéis jugar con vendas de seda, esposas...
- Gracias, Keira. De momento no quiero nada, es mi primera cita y no sé cómo seguirá...
- No digas tonterías, Nicole, también tienes a tu hombre misterioso...
- ¿Tienes más amantes? - pregunta Keira con intriga.
- No - miro con odio a Nadia por meterse dónde no la llaman -. No hay nadie más.
- Sí, claro que tiene a alguien más. Es un hombre que le hace regalos y queda con ella esporádicamente. No me lo quiere presentar pero cuando vuelve de estar con él su cara sólo refleja felicidad - se cree muy graciosa pero no sabe lo que está haciendo.
- ¿Así? - el comentario de Nadia hace que Keira esté más interesada en lo que está contando - ¿Y cómo es? - me pregunta, sabe perfectamente cómo es.
- No importa. No somos nada. Ya no nos vamos a ver más.
- ¿No? ¿Por qué?
- Nadia, no importa. No seas tan cotilla - me empiezo a agobiar por esta situación.
- Estamos entre mujeres, es el mejor momento para hablar de los problemas amorosos. Entre nosotras podemos ayudarnos.
- Eres tú la que tiene un problema en tu matrimonio. Yo soy libre y no tengo que dar explicaciones a nadie - he explotado y me siento mal por hablar y chillar así a Nadia, pero me estaba presionando y sé que no va a entender porqué me he puesto de esta manera.
- Tienes razón, Nicole. No tienes que dar explicaciones a nadie. Si queréis que os ayude en algo o queréis quedar algún día y os prepare una sesión de Tupper sex... para lo que queráis estoy aquí. Os doy mi tarjeta - busca en su bolso y nos saca dos tarjetas con su nombre y su tienda online -, podéis llamarme a cualquier hora - le agradezco que haya cortado la situación de esta manera. Podría haber ido peor.
Ella sigue con las cajas que ha traído y yo me acerco a Nadia, la miro pidiéndole disculpas y las dos nos entendemos con una sola mirada. Las dos nos hemos pasado.
Por la tarde, después de haber hecho las paces con mi mejor amiga, he ido a ver a Susan al hospital. No quería ver a nadie, dice que está muy fea con el camisón que le han puesto. La verdad es que había mejores en la lencería de esta mañana. El embarazo de mi compañera de trabajo va bien, sólo ha sido un susto. Necesita reposo y lo más seguro es que ya no vuelva al trabajo hasta que no termine el periodo de lactancia. Se ha quedado a cuadros cuando le he dicho que su sustituta es la novia del jefe. Se ha llevado las manos a la cabeza pensando que igual se cae la inmobiliaria en picado.
Por la noche, Nadia prepara la cena, como siempre. Sé que estos momentos son los que echaré de menos cuando su matrimonio vuelva a la normalidad, y también a la semana que viene, ya que empieza de nuevo a trabajar y nos tendremos que distribuir las tareas. En estos momentos me siento como un hombre, tumbada en el sofá con una copa de vino en la mano viendo la televisión mientras que Nadia, mi mujer, me prepara la cena. Me rio para mis adentros y pego un sorbo a mi copa. Un sonido me asombra, miro mi móvil, que está sobre la mesa ya puesta para la cena, y me estiro con cuidado para no tirar el vino sobre el sofá. Dejo la copa sobre la mesa y miro el mensaje que me ha llegado. Mi corazón va a mil cuando leo el remitente, no sé qué puede decirme ahora mismo, si es para bien o para mal.
Me alegra saber que estás rehaciendo tu vida sexual. Espero que no pierdas el potencial que tienes como sumisa. Nunca te avergüences de lo que eres. Te veo el sábado. Kratos.
Me siento dentro de un bucle que no termina. Todo gira en una misma dirección: mi Amo.

Mi verdadero yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora