Chico Poker

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Advertencia: es un muy probable que hayas leído este drabble en mi perfil original anteriormente. De no ser así, welcome.

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-¿Tú eres Jeon Jungkook?

Asintió despacio. La belleza escultural de la dama frente a él no le permitió pensar demasiado antes de darle la respuesta; cargaba unas caderas tal cual reloj de arena, y un busto prominente que dejaría tonto a cualquiera. La hermosa mujer vestía un atuendo de tubo rojo que se pegaba a su piel y llegaba hasta sus rodillas.

Sostenía un cigarro en una de sus manos finas, y sonrió de manera particular antes de volver a hablar.

-Oí decir a alguien que viene a asesinarte.

Jungkook empujó el interior de su mejilla y ladeó la cabeza, sin sorprenderse. Era cierto que llevaba días huyendo, escondiéndose en hotel tras hotel y en antro tras antro, pero no era tan estúpido como para no saber que finalmente lo encontrarían; así que le dio las gracias a la mujer de largo cabello negro y bebió lo último que le quedaba de su Gin-Tonic.

Acomodó el botón de su camiseta blanca y tomó su chaqueta antes de dirigirse a la puerta trasera. Evadió la gente con astucia en el lugar lleno y caminó con la cabeza gacha hasta dar con el pasillo que le llevaba a la salida.

-¿De verdad crees que huirás ésta vez?

Se detuvo, aunque no porque lo hayan descubierto. Su cuerpo se puso rígido, de deseo ante la voz que le habla a sus espaldas: tersa, melodiosa, casi hipnótica. Sonrió, antes de voltear y verle ahí; de cabello castaño y rostro bien definido. Rostro hermoso.

-Taehyung...

-¿Te sorprende verme? -le oye reír, de manera escandalosa, por sobre la música y se encanta al hacerlo-. Te he estado siguiendo un par de semanas...

Mete las manos en sus bolsillos, intentando ser indiferente ante la emoción que envolvió su cuerpo. -Prometiste que no lo harías.

El castaño provocó un chasquido de disgusto con su lengua.

-Soy policía, supongo que no pude evitarlo -no corrió la mirada, ni por un segundo-... y tú sigues con la basura de las apuestas, Jungkook, es imposible no vigilarte cuando sé que alguien vendrá a matarte en algún momento.

Se acerca un par de pasos, los suficientes para sentirse más cerca y no invadir el espacio ajeno. Puede sentir su aroma incluso ahí, de ámbar y vainilla combinados que crean una unión perfecta. Como la de ellos.

-Soy un delincuente, después de todo, supongo que muchos estarán feliz de que eso pase -ríe sin una pizca de gracia.

-Yo no, joder, incluso te he extrañado.

Jungkook no responde a lo que ha dicho, aún si en verdad lo ha extrañado hasta la agonía misma. Añorando un encuentro como los que ya han tenido, experimentado y amado. Por supuesto que Jungkook ha extrañado ese lazo, por más fortuito y erróneo que haya sido.

-Deja de mirarme y bésame, Jeon, por favor.

Lo hace, porque no hay algo más que desee justo ahora. Toma el rostro de Taehyung con ambas manos, queriendo sentirlo lo que más sea posible, aunque no parece ser suficiente.

Su lengua se infiltra, sus manos bajan y la espalda del castaño choca contra una de las paredes del pasillo. Sus cuerpos quedan pegados, y sus partes crean una fricción que los hace gemir a ambos.

-Déjame entrar en ti, Taehyung.

Era vital ponerse a pensar en el doble sentido de tal petición y Kim astutamente decidió quedarse con ambos, porque Jungkook ya estaba dentro de su alma y ahora quería que entrara de otra forma. Lo necesitaba.

Entonces le da la espalda: sus manos se apoyan en la pared de indescifrable color y su trasero se hacía atrás para sentir mejor que tan de piedra se ha puesto el pelinegro. Demasiado, puede notar y siente en el momento exacto en que las manos ajenas toman su cintura, con fuerza.

La respiración tibia de Jungkook le hace cosquillas en la oreja y logra estremecer su cuerpo en un ruego tácito.

El pantalón de Kim se baja, al igual que la bragueta de Jeon. Sus mentes olvidan el lugar en el que se encuentran y la música ya no se oye. El único sonido ahí y ahora es el de sus respiraciones, agitadas, ansiosas... y del gemido que dejan escapar al unísono cuando se vuelven uno.

El pene del delincuente está adentro, por fin, y el trasero de ese oficial no puede evitar menearse para sacarlo por completo y volverlo a meter entero.

El anhelo de ambos vuelve el momento precoz; Jungkook embiste con fuerza, rapidez, y a los minutos el cuerpo de Taehyung se sacude recibiendo los espasmos del orgasmo que le hacen manchar la pared.

Aún así, no quiere acabar con esto aún.

Ninguno quiere.

-Quédate conmigo.




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