["Crecimiento"]
Oh querido lector, bienvenido seas una vez más a tal tortura como lo es la crianza.
Seamos condescendientes, evita engendrar y comete delitos como si fueras a morir mañana.
Creeme pues no debes de confiarte al falso ser del tiempo. Se va cuando más lo necesitas retrazar.
Sin más, espero verte sufrir como yo pronto.
Att. Alastor The Radio Demon.
Sin dar más rabietas Lucifer le había permitido quedarse con la niña, noche tras noche su descanso nunca se recuperaba del todo.
Adoraba su tiempo cuidándola y separarse le ardía como una llaga.
Se encargaba de atenderla en práctica de sus primeros días y, a su parecer, Charlie daba indicios de que comenzaba a crecer más cada día.
Consejo de oro #1
"No importa dónde o con quién estes, siempre tendrás tu bolso, mochila, maleta o cualquier apodo que desees ponerle.
En esta no debe de faltarte pañales desechables, toallitas húmedas, el chupon para distraer a tu vástago y la eterna e inolvidable fórmula láctea".
Lucifer la cuidaba el resto de la tarde mientras él se disponía a realizar el doble por su ausente socia.
La oficina y todo el edificio tenían regados juguetes, pañales y ropa de bebé por cada rincón. Una sofocada Niffty moría por ordenar todo, ganándose un cálculo de tanto estrés.
Ciega, a sí debía caminar para no molestar al rey; que como todo un niño jugaba con Charlie.
Un mes...
Dos meses...
Tres meses...
La pequeña cíclope sintió reventar, listo como un huracán de viento se desplazó sin piedad sobre todo y todos.
El edificio brillaba hasta la punta del letrero.
La siempre activa Niffty sacudió sus manos satisfecha y cayó rendida al suelo.
—Woa, esa niña nos hizo volar. Que divertido, ¡otra vez! —Dijo riendo el rey elevando a Charlie.
Todos guardaron silencio, Alastor despidió a su difunta amiga, le agradaba y reconoció su arduo esfuerzo al soportar tanto tiempo.
Su sombra la elevó en brazos y a órdenes de su amo la llevo a su habitación para un descanso.
—Me temo que prescindiremos de nuestra compañera Niffty por hoy. —Tan pronto como lo dijo desapareció.
Angel bajo su vista a sus prendas radiantes por la mano de la acelerada muchacha. Hasta la pelusa de su pecho parecía acariciada y ordenada.
—¡La pequeña zorra tocó mi mercancía gratis! —Volvió a exhibir su pelusa para sentirse ofendido.
No le gustaba siquiera la idea de que alguien modificará su imagen a modo mojigata. Tenía una reputación.
—Mira el lado bueno y sonríe, total puta ya eres. —Bromeó su compañera polilla.
¿Vaggie bromeando, qué sigue; Alastor ninfomaniaco?
—Muy graciosa. —Escupió con molestia para retirarse con ella.
Todos tenían más trabajo con la presencia infantil en el hotel.
Era como un castigo del creador.