No todo es como pensaba. Sentía como me ahogaba en mis propias lágrimas. Las hojas caían de los árboles, abrazando al suelo anaranjado. El viento soplaba lentamente, mientras me envolvía con sus brazos.
Mi abuela me abrazaba, mientras varias lágrimas caían de sus ojos.
—Lo siento.-Me decían, mientras acariciaban mi hombro desnudo. Yo les sonreía, pero por dentro eran batallas constantes. Mi abuela, se marchó a hablar con la tía Marisa, pero sabía que quería olvidarse de todo, ahogarse en su pena.
Me senté, y dejé el ramo de flores en la lápida, mientras las palabras grabadas con fuego, se clavaban en mi pecho.
Perder a un padre, era lo más duro que había vivido en la vida. Pero la esperanza, de saber que mi verdadero padre sigue vivo, en alguna parte, hacía que no parara de luchar. De conseguir verle una vez más, de despedirme de él.
Me levanté del suelo, y di una vuelta por el cementerio, mientras veía cada lápida, dormir a sus habitantes. Haciendo que descansen en paz. Unas hojas crujieron detrás de mí, me giré, pero la soledad me acompañaba a todas partes, sin separarse de mí. Seguí andando, hasta encontrar la salida. Busqué a mi abuela, la cual estaba ya sentada en el coche. Un Peugeot azul, algo antiguo. Me subí al coche, y esta arrancó, medio llorando, de camino a casa.
El camino de vuelta fue tranquilo y silencioso. Pero mi abuela, rompió el silencio.
— ¿Cómo te fue hoy en la escuela?-Preguntó, mirándome por el retrovisor. La miré, secándome las lágrimas.
—Bien…hasta que supe la noticia.-Dije, mientras miraba el paisaje de vuelta. — ¿Por qué nos ha abandonado?
Se encogió de hombros, y el silencio volvió a inundar el coche.
Los demás vehículos pasaban a nuestro lado, mientras sus acompañantes miraban a nuestro antiguo, pero suficiente coche, en aquella carretera, llena de Opel, de Seat, y de coches modernos.
El camino fue corto. Me bajé del coche y me encerré en mi habitación. Me metí en la ducha, y me vestí con unos vaqueros negros y una camiseta de tirantes blanca. Me puse unas Vans blancas y me maquillé. Me ricé el pelo, y bajé corriendo las escaleras, mientras cogía un bolso y guardaba mi móvil en él.
— ¡Abuela!-Grité, mientras abría la puerta. — ¡Me voy a la fiesta de fin de curso!
— ¡Diviértete!-Chilló desde la cocina. Salí y me metí en la limusina de clase. Las chicas, se reían y contaban secretos de las menos populares, mientras soltaban algunas de sus carcajadas. Mientras que yo, recogida en un rincón, contando cada minuto que pasaba allí
—Meghan, ¿qué tal?-Preguntó una de ellas, mientras se secaba una lágrima que se escapaba de tanta risa. La miré fríamente, mientras intentaba no responder.
—Bien, ¿y tú?-Dije seca, mientras miraba hacia la ventana. Se acercó a mí, y me abrazó, yo la sonreí, asegurándola de que estaba bien, pero ella no me creía.
—Venga. Meghan Sirina, hoy es una noche de diversión, así que deja al día en paz, que hoy será otro día. Y te lo pasarás bien, te lo aseguro.
—Bueno, si pasármelo bien, es venir a la fuerza, mientras yo me negaba, por el crítico estado de mi padre, sí, por supuesto que me lo pasaré bien.-Dije irónicamente, mientras las miraba. Nos empezamos a reír, mientras una empezaba a hacernos fotos divertidas.
Llegamos a la discoteca, y todas bajaron abrazadas, mientras yo agarraba fuertemente mi bolso. Entramos, y al parecer, era una corriente y humilde discoteca.
La gente bailaba, mientras bebían cerveza. Yo me senté en barra, y pedí un 7up. Me lo entregaron, y empecé a beber, como si no hubiera un mañana. Yo no era de aquellas chicas que veían cerveza, emborrachándose para calmar sus penas, pero luego se arrepentían, o bien, por encontrarse desnuda en una casa ajena, o por la jaqueca que te entra después de una borrachera.
El reloj marcaba las diez de la noche, y mis amigas ya estaban borrachas. Yo las había prometido llegar vivas y sanas a casa. Y así hice, me mantuve la parte de la noche sobria.
Un ruido ensordecedor me alarmó. Me giré y vi una pequeña disputa en medio de la pista. Me acerqué y vi como un chico pegaba a otro, hasta dejarlo sangrando en el suelo. Vi como el chico tendido en la pista pedía ayuda. Me acerqué corriendo, y me puse entre los dos, llevándome un pequeño puñetazo en la mejilla. Caí, poniendo las manos antes del impacto, mientras chillaba de dolor. Una pequeña herida empezó a brotar en la mejilla. Me llevé los dedos hasta la herida, y vi como la sangre seguía cayendo. El chico iba a impactar un nuevo puñetazo.
— ¡Para, Marcus!-Gritó una voz, mientras se acercaban corriendo tres personas más. Me arrodillé, e intenté despertar al chico, pero no se inmutaba. A penas respiraba bien. Me levanté llena de ira, y me acerqué a él furiosamente, mientras le gritaba palabras que no quiero recordar. Uno de los chicos me agarró, mientras los otros dos sujetaban al tal Marcus.
Yo, intentaba zafarme de su agarra, pero era inútil.
— ¡Venga, pégame si puedes!-Gritó con furia. Le pegué una patada en el estómago, haciendo que me soltara, y le di un puñetazo en la mejilla, mientras este se llevaba la mano a dónde había impactado mi puño. Se soltó y me agarró del cuello, levantándome del suelo. La gente nos miraba, sin hacer nada.
— ¡Marcus!-Gritó la chica, mientras intentaba calmarle. El chico que tenía detrás me bajó fuertemente. Ya sentía la gravedad, haciendo que mi cuerpo cayera al suelo, pero en un rápido movimiento, el chico me cogió antes de tocar el frío suelo.
Cerré los ojos lentamente, mientras sentía como el chico me apegaba más a él.
“Marcus, no podemos dejarla aquí”-Dijo una voz, mientras me abrazaba más.
“Ash, es una simple humana, no debe conocernos. Debe olvidarse de todo.”
“Yo no la dejaré tan fácilmente, Marcus. No es una simple humana, hay algo más.”
Y sabía que gracias a mis amigas, a obligarme a ir a la discoteca, aunque mi padre hubiera muerto, era lo mejor. Porque les había conocido. Hay algo en ellos, que me ata a su pasado. Creer que los conozco de antes. De haberlos visto, de haber hablado con ellos. De conocer al testarudo Marcus, al valiente Ash. Pero, algo borroso, me impide buscar en mi pasado. Como si hubiera olvidado todo, la muerte de mi madre, de ir a la escuela, del accidente. De todo. Y era algo que me asustaba realmente, no quería despertar.

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The Dark Angel.
FantasyMeghan Sirina. Una chica normal y corriente, descubrirán a lo que será, su nueva familia. Conocerá a Ash. Su antiguo novio, y el amor volverá a renacer en ella. Vivirá aventuras, se enfrentará a peligros que nunca se ha imaginado, y tendrá que comba...