Me desperté en una habitación extraña. Las paredes, pintadas de negro, y el suelo, de una madera oscura, hacían a la habitación más grande. Unas cortinas blancas dejaban pasar la leve luz del sol, mientras la ventana, entreabierta, provocaba que estas bailaran al compás del viento.
Me levanté de la cama, y observé la habitación. Un espejo bordado de plata, colgado en la pared. Una puerta blanca, que daba a un baño, con una bañera de masajes, a un lavabo y a un wáter. Todo era moderno.
Una doble puerta, que daba a un pasillo silencioso. Me puse mis Vans y salí de la habitación. Mi estómago gruñía de hambre. Bajé unas cuantas escaleras, sin toparme con nadie. Abrí otra doble puerta, que daba a la cocina, dónde estaban sentados unas siete personas.
—Estás hecha una dormilona.-Dijo un chico de cabellos negros y de ojos azules. Me miraba con una gran sonrisa, que mi estómago se apretó, cortándome la respiración.
—Bienvenida, Meghan.-Dijo una mujer de mediana edad, dejando un plato en el lavaplatos. Se acercó a mí, y me dio dos besos. —Por favor, siéntate querida.
Me senté al lado del chico, y la mujer me entregó un bol lleno de cereales con leche. Me lo comí hambrienta, mientras todos me miraban, riéndose de mi comportamiento.
— ¿Qué?-Dije, intentando no reírme, pero me empecé a reír, junto a todos. La verdad, no me sentía incómoda, era como si les conociera.
Terminamos de desayunar, llorando de la risa. Me levanté exhausta y me encaminé fuera de la casa. El sol resplandecía alegre, llenando de vida al bosque que les protegía. Me senté, apoyada en un robusto árbol, que luchaba por seguir viviendo unos miles de años más. Un brillo pasó por mi lado, llenando de felicidad la parte del bosque. No me levanté, pero observé a una pequeña hada que me saludaba desde lo alto del árbol. Me froté los ojos, me pellizqué, pero aquella hada seguía sentada en la rama, mirándome confusa.
Miré al frente, dónde pude observar una alegre piscina, que mecía sus aguas tranquilamente, mientras el sol la calentaba.
—Sabía que te encontraría aquí.-Dijo una voz masculina, que hizo que sacara una sonrisa. Le miré, y vi que ponía sus manos en el cuello y se estiraba lentamente, mientras saludaba con la mirada al hada. —Veo que has conocido a Melanie.-Dijo alegremente. Se sentó a mi lado, y miró al horizonte.
—Porque todo me parece tan irreal.-Dije, mientras miraba a un ciervo que se acercaba, lentamente, victorioso de todo. —Porque no me acuerdo nada de lo de anoche. Porque me parece tan lejano, algo que ha pasado apenas tres horas.
Suspiré, esperando respuesta, pero nunca llegó a mis oídos. Ash se levantó inseguro, y volvió a entrar a la casa, dónde, supongo, que se reunió con todos sus hermanos.
Me levanté, limpiándome la arena que se quedó en mi pantalón, y me introduje en el bosque. Queriendo descubrir, todos los habitantes que se hallaban allí.
Llegué hasta un cálido claro, lleno de todo tipo de flores. Me senté, y miré a todas las hadas que se acercaban a mí. Me sonreían y me miraban, mientras su polvo mágico llenaba todo el lugar. Algunas me rodearon, dando vueltas sobre sí mismas. Sonreí por su danza, mientras me levanté y empezaba a bailar con ellas, cuando una dulce música empezó a sonar.
Los animales empezaron a acercarse, mirando divertidamente, el espectáculo que había en el claro. Todo era divertido, pero una flecha se clavó en un zorro que miraba atentamente mis movimientos. Me acerqué corriendo, mientras todos corrían asustados.
El zorro miraba a todos lados, mientras el miedo empezaba a recorrerlo. Yo le apretaba la herida, mientras intentaba averiguar quién había matado al pobre animal. Cuando todo había vuelto a la normalidad, cogí al indefenso animal y lo llevé hasta la casa.
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The Dark Angel.
FantasyMeghan Sirina. Una chica normal y corriente, descubrirán a lo que será, su nueva familia. Conocerá a Ash. Su antiguo novio, y el amor volverá a renacer en ella. Vivirá aventuras, se enfrentará a peligros que nunca se ha imaginado, y tendrá que comba...