Tintado de añil

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Fil10428E, abría sus verdes ojos al último descanso antes del nuevo turno en el Cinturón de Asteroides. Desde su ventana en el 20vo piso, si afinaba la vista, podía ver la playa del área acuífera.

Lo primero que recordó fue a la morena que le ofreciera sus servicios de placer personalizado o SPP en el bar la tarde anterior. Nada como un androide, pero, en su situación, valió darse el gusto. Le resonaban los interesantes datos revelados sobre su vida. A la bella muchacha se le había ido bastante la lengua por los apaciguadores etílicos ingeridos y él lo agradecía con creces.

Lo segundo que vino a su mente pesaba tanto que ni siquiera el sueño le hizo olvidarlo. Sabía que no era correcto, pero debía actuar.

-¿A dónde tan aprisa, Fil? -dijo, aquel hombre marchito con un hilo de voz al sentir el ajetreo en la angosta habitación. Vivían en el desvencijado arco 10 de la E3.

-Hoy es día de pega -afirmó desanimado. Sentándose en el borde de la cama, se le acercó para retirarle la mascarilla y llevar a su boca su ración de papilla minerorgánica.

El lugar estaba desecho y él también. Ese era uno de los tristes momentos en los que, de forma irónica, agradecía para sus adentros que su padre estuviese ciego a causa de la radiación de una vida de trabajo minero. Así no podía ver en su pálido semblante la preocupación ni su cuerpo desgastado por la misma faena. El joven casi estaba en los huesos y su piel se había oscurecido.

-Voy a resolver lo del embarco en un nuevo grupo y lo de dejarte en el Centro Médico. Ya, ya -tragó el grueso nudo en su garganta-, ya no puedes estar más aquí. Necesitas cuidados especializados y yo, yo voy a pagártelos cuesten lo que cuesten ¿Va?

-¿Y cómo harás eso, mijo? -Arrastraba las palabras- A penas si nos alcanza para la renta, los alimentos y mi profilaxis; y ya estamos en las últimas del mes...

-¡Lo conseguiré, papá! -gruñó interrumpiéndolo- Tú, no te preocupes por eso que yo lo resolveré -aseguró con firmeza raspando el envase para darle la última cucharada y su bebida reconstituyente.

-Ayer, mientras no estabas, me visitaron los de NEVA -balbuceó contento al tiempo que lo acomodaba en el camastro-. Ellos me hablaron del amor de Elohim; y del sacrificio que Yahshúa Ha Mashíaj, Adonai, hizo por mí en el madero; y yo les he creído.

-¿Tienen permiso? -inquirió vistiendo su ajada chaqueta.

-Cuando confesé que creía en Yahshúa Ha Mashíaj, y que Él es Adonai, me vino como un descanso que no había sentido nunca. Aunque vi todo lo que soy, pude ser libre -El corroído hombre hizo una pausa- ¡Ojalá pudieras sentir tú lo mismo, mijo! Ellos, me han ofrecido recibirme en NEVA y yo, ahora sí que estoy totalmente listo para morir...

Fil, dio un airado golpetazo que abolló la maltrecha pared y sobresaltó a su padre.

-¡No! -añadió molesto- Escúchame bien, Rino, yo soy quien va a pagar tu tratamiento y vas a mejorar y vamos a salir de esto y no vamos a necesitar nada de caridad y estaremos perfectos -Finalizó batiendo la puerta y saliendo a ver lo que le deparaba el día.

Ya no tendría oportunidad de ahorrar los créditos del pasaje a la Tierra para ver una playa real con su padre. Las arenas del tiempo se agotaban y el largo camino a Palas dejándolo solo, le sumaba más angustia.

Las bases mineras contaban con una oficina central de reclutamiento en el Centro de Servicio. Se dirigió allí para obtener una plaza. Pero nada le aseguraba que, luego de un mes de férrea excavación minera, su padre lo esperara vivo. Tampoco era seguro que él lo estuviese. Por eso tenía que concretar las dos partes del plan.

Relatos para el PROYECTO AGIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora