The Whispering Woods

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Abrió sus ojos, encontrando un azul océano sobre ella, dañado por el reflejo blanco de la luna. ¿O era sólo el cielo nocturno? Pestañeó repetidas veces, hallando el hecho de que sólo era el cielo despejado y sus estrellas. 

Se sentó en el césped, sintiendo la altura dispareja de este. Sus manos se dirigieron a su cabeza, manteniéndola en su lugar al momento de levantarse. Sus piernas temblaron, tropezando la una con la otra y sus ojos se sintieron como si no pudieran mirar un punto fijo, viendo a los árboles cercanos y lejanos como dobles. 

—¿Dónde estoy...?—. Golpeó la parte superior de su cabeza, como si aquello le pudiera ayudar a recordar cómo había llegado allí, por qué estaba tan mareada y por qué su memoria fallaba de tal manera.

Miró el cielo por segunda vez, observando las constelaciones y la luna, maldiciendo su falta de atención hacia los dichos sabelotodo de su mejor amigo, Bow. 

Comenzó a caminar derecho, siempre siguiendo una ruta imaginaria recta. Caminó así por unos largos minutos, según su percepción. Suspiró frustrada, levantando sus esperanzas en ella misma de que llegaría a algún camino en algún momento.

Pudo ver una luz interferir de entre los árboles frente a ella, provocando que acelere el paso y saque fuerza desde lo profundo de su sistema para hacerse espacio entre aquellos. Quedó estupefacta con el inesperado resultado.

—¿Qué...?

Había aparecido en el mismo lugar donde se había despertado. La roca estaba del lado izquierdo con una abolladura en la parte superior. Aprovechó el espacio, desganada, y se estrelló contra el césped, justo en el mismo lugar donde había comenzado.

A pesar de haberse despertado hace no más de 20 minutos, se sentía agotada, sin fuerzas presentes en su cuerpo. Comenzó a revisar su vestimenta. Tal vez así podría recordar desde el momento en que lo escogió y con quién saldría, hacia dónde...

Cerró los ojos.

—¿Adora?—. Se escuchó el sonido de la puerta, a lo que respondió.

—¡Sí, adelante!—. La rubia giraba en su eje frente al espejo, observando su figura y su vestimenta. Una pequeña pelirosa ingresó a la habitación, viendo a su mejor amiga con una notable aura de curiosidad.

—¿Estás lista? Se encontrarán luego de mucho tiempo...

—Lo sé, estoy nerviosa... Nuestros padres nos tratan de una manera tan formal que a veces olvido que somos familia, ¿sabes?

—Te entiendo. Mi madre también se comporta así con algunos parientes nuestros—. Rodó los ojos de manera sarcástica, bufando en el proceso—. Ese vestido luce hermoso en tí.

—¿Tú crees?—. Miró a su amiga de frente, levantando su vestido por los laterales y girando en su eje. La pelirosa asintió de manera energética, siempre con una sonrisa plasmada en su rostro—. Aunque hubiera preferido un color más oscuro... Siento como si fuera a casarme estando tan arreglada —mencionó disgustada, aclarando cómo se sentía al respecto por medio de sus gestos faciales.

—Está bien el vestido, Adora. Ahora sólo tienes que dejarme hacerte el cabello. No puedes vivir con la alta coleta y el jopo en tu cabeza.

Abrió los ojos, sorprendida, al escuchar un crujido de ramas a sus espaldas.

—¿Quién anda ahí?—preguntó en un elevado tono, lo suficientemente como para ser escuchada por su remitente, pero no recibió respuesta alguna o sonido alguno. Se alteró, queriendo correr lejos de aquel horripilante bosque, pero podría perderse aún más, o alejarse del castillo. Pensando así, se levantó del césped, dirigiéndose hacia la roca que estaba ubicada a su izquierda. Se sentó allí, volviendo a reproducir los recuerdos del día anterior.

The Whispering Woods [Catradora] OneShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora