PRÓLOGO

7 0 0
                                    




Dudo sobre mi fuerza, incontables veces. Esa duda me aprieta fuerte la garganta y no consigo respirar. Pero, con un buen trago de ron, todo pasa.
Como buena casi veintiañera, había convertido esa frase en mi filosofía de vida, siendo totalmente consciente de que era la mayor tontería que había soltado por mi boca jamás.
Pero ahí estaba yo desde aquel día, siempre vaso de ron en mano, o de Martini, depende de cómo me sintiese ese día, sentada en medio de aquel despacho de cristal, que me permitía ver todo lo que fuera de esos gruesos cristales sucedía, al igual que permitía a los de fuera ver en qué dedicaba mis largas horas metida en aquella cárcel moderna. No importaba a qué hora mirasen, siempre me encontrarían con mi maquiavélica sonrisa plantada y una mirada de lince, con cara de siempre saber más de la cuenta.
Mi labor era bastante simple. Llegaba aquí sobre las nueve de la noche, a veces antes, depende de si ese día había alguna fiesta privada. Subía directa al despacho, y no salía de ahí hasta mi hora de marchar. A veces se me permitía salir para coger comida, o alguna bebida, pero normalmente si necesitaba algo solo tenía que pedírselo al tiarron que tenía planeado fuera del despacho, en la puerta, velando por mi seguridad según decían, aunque yo más bien me sentía acosada e incómoda. Empezaba a acostumbrarme, pero no era plato de buen gusto tenerlo tras mi todo el santo día. Solo me libraba de él cuando entraba en mi casa, y a medias, por qué de día también hacía guardia en mi calle.
Pasaba al menos once horas aquí. Observaba, contaba dinero, hacia pedidos por internet para abastecer los armarios de las chicas de lencería, no sin antes pasar
Observaba mi alrededor y era curioso, como de todo lo que me rodeaba, yo solo me quedaba con el desastre que veía. Todo me aburría, todo me parecía patéticamente gracioso. Me reía de la vida, siempre con cariño. No dejaba de ser la mayor puta que había conocido, pero aun así la amaba.

Esa noche disfrute de más. Me echaba a reír sola provocando las carcajadas de algunos más, pero ellos no entendían nada. No entendían que mi risa era tan solo un primer aviso de que me estaba sintiendo reina, un aviso de que en cuestión de segundos, me haría con el garito entero, solo por que el mayor desastre que mis ojos habían presenciado, lo tenía delante, vestido todo de negro y con una mirada que ya me había contado antes que su bonita boca lo mucho que necesitaba que una bomba como yo le estallase la vida.

Me levanté de aquella silla negra moderna de plástico, me ajuste la falda, y con la cabeza bien alta, empecé a caminar como si estuviese a punto de subirme en un ring cara a cara con esa hiena. No tardó en recoger mis pasos. Pasado un minuto ahí estábamos, de pie, con los brazos apoyados en una barra sucia, esperando, los dos.

Pero, algo, algo significante, fallo.

No pude hacer más que agachar la cabeza y mirarme los pies, cual niña tonta. Me pillaba desprevenida, muchísimo, sentir nervios. Llevaba años muerta emocionalmente. Pero aquel individuo me hacía vibrar cada vez que se acercaba, o cada vez que me miraba, o cada vez que le miraba yo dar vueltas por el garito sin entender que coño hacia y por que parecía conocer a todo el mundo. Me hacía vibrar querer saber cuál era la bebida que, casi vacía, sostenía en la mano. Me hacía vibrar mirarle hablar con sus amigos. Me hacía vibrar en cada paso que daba, cada gesto, cada palabra.Vibrar para mí acoge todo lo que es capaz de meterse por dentro y hacer sonar música. Juro por mi santa madre que yo en vez de tocar a su puerta, le di de hostias hasta tumbé la maldita puerta, y no le quedó más opción que sentarse y mirarme bailar.

Todo esto era pura habladuría. Mi mente traicionera e irracional, que imaginaba cualquier escenario posible.

Era.

Y ese fue mi error. Mi primer error de miles. Dejó de ser un posible para convertirse en mi crudisima realidad.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 23, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LA CAMA DE LAS CHICAS QUE PIERDEN MUCHO MAS DE LO QUE GANAN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora