Let Go [KNJ+KSJ]

Parte única.

Dicen que las rupturas siempre son tristes.

No estoy de acuerdo.

Son dolorosas, sí; pero no necesariamente tristes.

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—¿Y dices que cada año vas a escribirme una carta como esta? —sonríe con notoria timidez, sin mirar al chico recostado a su lado.

—Cada año, sí. Sólo para ver esa sonrisa.

Saben que están actuando como todas esas parejas cursis que ven caminar por el parque en las mañanas cuando salen a correr. Igual que todas las parejas a las que les gusta criticar cuando están solos. Pero no les importa.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

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Dicen que todas las promesas que se hacen en una relación son implícitamente mentiras, que ambos saben que no se van a cumplir, pero aún así las toman como si fueran verdades absolutas a futuro.

Pero el futuro de por sí es incierto...

He ocupado mi tiempo en cosas que no están para nada relacionadas a ti, me he llenado con trabajo extra, horas extras, compromisos con amigos y con gente que a penas conozco. Decidí dejar mis pasatiempos a un lado, por lo menos por un tiempo, porque cosas como la música y el arte en general, de alguna u otra manera terminan llevándome hacia tu imagen en mi mente.

Sin embargo uno no puede mantenerse a flote de esa forma por mucho tiempo, y la empresa ha decidido darme una semana de vacaciones, justamente en la semana que estarás en la ciudad.
Por lo que, de forma perezosa y autoforzada, he decidido recoger las últimas de tus pertenencias para entregártelas más tarde, como acordamos hacer.

Un pequeño koala cae de uno de los estantes, sostiene una hoja enmarcada con tu letra y la mía. Se trata de esa promesa fallida de estar siempre juntos. Me pregunto si debo entregarte esto, es tuyo, después de todo. Y eres el tipo de persona que guardaría estas cosas en una caja de recuerdos. Por mi parte, ya he tirado todo lo que tiene que ver contigo, Jinnie.

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—Namjoon-ah... ¿Quién se supone que es el dueño de las estrellas? Es decir, para que alguien pueda ir y comprar una, ponerle nombre y decir "es mía".

—Nadie. En realidad no se pueden comprar las estrellas, no son dominio de nadie.

—¿Pero, y esta? ¿No acabas de comprar una estrella para mí?

—Te compré un papel que dice que esa estrella es tuya, no te compré la estrella. No puedes tomarla y decir que te pertenece, sigue ahí en el espacio, no es de nadie.

—¿Y si pudiera tomarla y guardarla en una caja para siempre, podría decir que es mía?

—Suponiendo que tienes la extraña capacidad de-

—Sólo dí sí o no.

—Sí —le contesta riendo bajo, por completo embelesado con la imagen del chico frente a él.

—Entonces veremos si no es mía...

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He sido testigo de personas que han vivido toda una vida juntos, superando sus altos y bajos, manteniéndose firmes y unidos hasta en los peores momentos. Pero supongo que el amor eterno no es para todos, incluso si nos esforzamos en permanecer juntos.