Íbamos corriendo, llevaba agarrando a Raven de las manos, se había pasado horas peleando contra esos parademonios que estaba completamente débil y apenas podía correr.
-Damian...-susurró, apenas pude escucharla antes de que ya no aguantará más, la atrape con mis brazos. Como pude la cargué y seguí, también me sentía bastante mal, estaba a punto de llegar a la mansión, vigilaba que no estuviera a la vista de esas malditas cosas, realmente sentí miedo, estaba tan vulnerable, sobre todo ella, me escondí entre los árboles, la puerta de la mansión estaba medio abierta y destrozada. Mi corazón se aceleró, no solo iba en busca de Titus sino, de Alfred con quien también había perdido comunicación. Raven intento bajarse, no se lo impedí pero sin que se soltara mis hombros, quería tenerla cerca, como fui caminando, llegue al jardín, a lejos visualice unos zapatos, y pronto un cuerpo tirado casi a la puerta de la mansión que no logre ver de lejos. No podía evitarlo, lloré.
-Alfred...no...- musité, lo tomé en brazos.
-Lo siento no llegué a tiempo- sentí los brazos cálidos de Raven en mi cuerpo, me abrazaba con las pocas fuerzas que le quedaban, lloré en su pecho, mis manos aún seguían en el cuerpo de Alfred.
-Tenemos que entrar Damian, no vayan a vernos esas cosas- me susurró. Ambos nos levantamos y cargue al que fue como un abuelo para mí, nos adentramos en la mansión, puse a Alfred en su recamara y lo cubrí, nuevamente me tire al suelo, reprochándome por no haber llegado antes, de no poder salvarlo.
- ¡Damian! - mis lágrimas pararon en seco, y una ola de miedo me inundo, saque mi katana, Raven estaba a unos metros de mí, jamás me perdonaría si algo le pasara, corrí, pero me alegre de verla estable, pero estaba agachada acariciando a algo.
-Titus...
-Está muy herido- Titus tenía una herida profunda, imagine que había escapado de aquellos parademonios, lográndose esconder, mire como Raven intentaba sacar algo de su magia.
-Estas muy débil- le dije.
-Tengo que salvarlo, estaré bien- me dijo con una sonrisa que yo le devolví, después de unos intentos fallidos por fin lograba emanar su magia en Titus que tan pronto como se curó se nos lanzó dándonos besos, pero en ese momento Raven se desmayó, así que tanto a ella como a titus a mi lado, me los lleve a lugar más seguro que podía haber, la baticueva.
Damian tenía que poner la contraseña y un truco fácil para él para acceder, cuando ingreso pudo sentir esa soledad y vacío, a pesar de que no era un lugar divertido o ameno, faltaban esas presencias que extrañaba, su padre, su hermano, Alfred. Llevo a la demonesa a su recamará, y la dejo ahí, pero sintió como sus manos suaves se incrustaban en su pecho en busca de protección.
-Quédate conmigo- musitó, apenas y podía abrir los ojos, Damian sonrió, que no daría por estar así con ella, la acomodo para que él se pudiera acostar, y luego la recosto en su pecho. Titus también se subió a la cama para acomodarse en las piernas de Raven, pronto sus parpados empezaron a pesarle y sin darse cuenta se había quedado dormido.
"Es tan bonito verlo así" pensó aun recargada en el pecho de su compañero, volteo a ver a Titus quien también había despertado, se ha aparto de Damian para acariciar al canino y luego salió con él, dejando descansar a Damian.
Una hora después el chico maravilla había despertado y se exaltó al no sentir ni ver a Raven, titus tampoco estaba, así que salió de la recamara, los busco con la mirada y dio con ellos en la parte baja de la baticueva, Raven jugaba con él, después de pasar horas horrorosas por fin podía ver a su compañera feliz, se imaginó por un momento esa escena, ella con Titus, con niños y niñas a su alrededor dando vueltas, si, una familia con ella, la que amaba, con la que quería estar siempre.