Hola, bueno antes de comenzar a leer, si no han leído la otra parte está aquí: http://www.wattpad.com/story/22964677-una-escritora-sin-amor-david-luiz-y-tu . El último capítulo es "Una Cama Para Dos" y luego sigue este :)
- Si abuela, estamos bien. - sostuve el teléfono desde el auricular, mientras que hablaba con mi preocupada abuela. - Estamos como a una hora de Oia, mañana arreglamos la llanta y nos vamos.
- Con Cuidado, __________.
- Claro, descansen. - el teléfono se colgó. El cuarto se quedó en silencio total, ya que David no se encontraba en la habitación... Él estaba arreglando el asunto de la cama con la vieja anciana que nos había atendido en Recepción.
¿Podía ser más incómodo? No llevábamos ni ropa, ni pijama, no estábamos preparados para quedarnos una noche entera en medio de la carretera. Miré hacia abajo, examinando mi ropa. Mierda - pensé,- ¿Cómo dormiré con este incomodo suéter y ese no apto para dormir short?
La puerta se abrió, y yo di media vuelta, mirando como David entraba por ella, caminando hacia mí.
- ¿Y bien? - pregunté cruzando los brazos sobre mi pecho. - ¿A qué habitación nos pasarán? - él se mantuvo en silencio, y me miró como si estuviera realmente apenado... - ¡Oh! - estipulé. - ¿No conseguiste otro cuarto?
- ¡La anciana ya estaba dormida! - dijo entre casi susurros. - No podía despertarla, me daba miedo.
- ¿Miedo? - pregunté irónica, seguido de un bufido. - Miedo te voy a dar yo después de...
- ¡Ya! - dijo David, alzando ambas manos sobre su cabeza. Yo me detuve entonces, y lo miré con cara de pocos amigos. - No es tan malo como parece.
- Ah, ¿Enserio? - pregunté irónica. - ¿Cómo se supone que dormiremos ahora, genio? ¿Quieres acaso que uno duerma flotando en la ventana? - el frunció el ceño, enojado. Yo realmente me encontraba al borde de la locura.
- Si tú quieres dormir en la ventana, por mí no hay inconveniente. - alzó ambas cejas, y yo hice mala cara. - así yo tengo más cama. - sonrió de oreja a oreja, mientras que se aventaba al colchón revotando en él. Yo lo vi con cara de muy, muy, muy pocos amigos. Mi mal humor era posiblemente su culpa, la mayoría del tiempo.………...
David apagó entonces el televisor. Levante la mirada del libro que leía (uno que había comprado en la biblioteca de la ciudad) y lo miré con cautela. Una de mis pocas cualidades, era la concentración, y un claro ejemplo era que David podía estar viendo en la televisión lo que fuera, y yo seguía teniendo ese toque de lectura en concentrarme totalmente en el libro y dejar al mundo fuera del resto.
Miré a David detenidamente, hasta que me percaté de que él también me miraba.
- ¿Qué? - pregunté irritada. El rodó los ojos, riendo. Supongo que pensó algo como "Siempre tan irritable y desesperada".
- Quiero saber más de ti. - dijo de repente. Yo fruncí el ceño y lo miré con intriga, mientras que giraba la silla de ruedas y quedaba frente a él.
- ¿Que podrías querer saber de mí? - pregunté alzando mi ceja derecha.
- Bueno, si dormiremos juntos mínimo me gustaría saber tu nombre completo, ¿No? - "Dormir Juntos" esa frase simplemente, no me gustaba. Más bien, me incomodaba.
Inspiré aire profundamente intentando calmar mis nervios. Tenía cierto asco y mareo, náuseas que se reflejaban en ataques a mi estómago, como si mi estómago fuera una caldera, y una bruja estuviera revolviendo algo dentro. Asco.
- __________ Hemsworth Dalaras. - sonreí alzando ambas cejas. - ¿Algo más?
- ¿No tienes segundo nombre?
- No. - contesté casi instantáneamente. El asintió la cabeza, mirando hacia la alfombra.
- Yo sí, Luiz. - Sonrió y se sentó en la cama. - ¿Naciste en Boston?
- Sí, yo sí. Mi hermana Ronny si alcanzó a nacer aquí en Grecia. - sonreí, recordando las peleas de niñas con mi hermana por nuestra muñeca favorita. Por alguna razón nos empezábamos a decir cosas como "Estados Unidos es mejor" o "Grecia es más bonita". Sin embargo yo casi siempre ganaba al decir algo como "Soy Americana, y tengo más poder aquí que las griegas". Tonterías.
- Ya veo... - estipuló entre dientes.
Un bostezo salió desde mis labios, y cerré los ojos por dos segundos mientras que expulsaba el oxígeno por mi boca. David me miraba detenidamente, pero yo procuré ignorarlo, o al menos intenté no ponerle tanta atención.
- ¿Tienes sueño? - en medio de un segundo bostezo, asentí un sí. Él se levantó de la cama, y yo abrí los ojos. Se quedó de pie junto a ella, mientras que miraba incomodo la alfombra... Y supe lo que pensaba. ¿Cómo dormiríamos? En ese austero hotel solamente había una cama, una silla de madera, un escritorio, una televisión, y colchas y almohadas para dos personas. Más bien, colchas para una persona, ya que se suponía era cama matrimonial.
- Ammm... - bufó, y luego suspiró. Esto era incómodo. - Pues, ¿Duerme? - señaló hacia la cama, haciendo un ademan con su mano.
Me levanté de la silla, y caminé hacia la cama. Creo que no era un tabú... Ambos tendríamos que dormir ahí. Era eso, o que uno de nosotros durmiera en el incómodo piso, cosa que crearía una incesante discusión sobre quien debería de dormir en dónde.
Incómodos, ambos nos recostamos de lado en la orilla de la cama, el de un costado, y yo del otro. Dándonos la espalda mutuamente, cerré los ojos, pero era tan incómodo el momento que ni siquiera sentía poder respirar bien, sentía que hasta conseguir oxigeno era incómodo.
- ¿__________? - habló David de repente, rompiendo ese tan conocido silencio que tanto nos atormentaba a él y a mí.
- ¿Qué pasó? - pregunté exasperada.
- ¿Estas cómoda? - bufé mentalmente. Hasta una rata en una trampa de pegamento se sentiría más cómoda que esto.
- No. - admití. - ¿Tu?
- Para nada. - concluyó.
Casi como si estuviera planeado, ambos nos dejamos caer de lleno a la cama. Quedamos hombro con hombro, y miramos hacia el techo. Parecíamos agotados mentalmente por no saber qué ocurriría al final, ni siquiera por no saber lo que el otro pensaba, y lo que nos acontecía a nosotros mismos. La verdad, no es tan incómodo... Pensé para mis adentros.
- ¿Será la ropa? - entonces, lo comprendí: David no estaba incómodo por el hecho de que dormiríamos juntos, él se sentía incómodo por otros factores, como el colchón, o las ásperas sabanas, o el olor feo a menta. Más no por compartir cama conmigo. Eso, simplemente significaba que él me veía como una amiga, una conocida, alguien por el que no se tiene que estar nervioso. ¡Vamos __________! ¡¿Que esperabas?! Así estaba bien, ¿Cierto?
- Quizás. - admití de un segundo a otro, percatándome de que tenía ese incomodo suéter, esos incomodos short jeans, y hasta los tenis puestos aún.
- ¿Puedo proponerte algo y no me golpearas? - dijo David temeroso. No pude evitar soltar una carcajada ante el tono de su voz, acto que aligeró el ambiente considerablemente.
- ¿Qué cosa? - pregunté aun con cierto tono de chiste en la voz.
- Mira... - suspiró, meditando sus palabras. - se nota de sobra que para dormir, tu ropa no es cómoda.- oh, no... Tal vez, ya sabía a donde iba todo eso. - y pues yo tampoco estoy al borde de comodidad, así que... ¿Qué tal si yo me quito mi camiseta, y tú te quitas tu suéter, y te duermes con mi camiseta como si fuera un camisón? - tuvieron que pasar unos segundos en silencio antes de que comprendiera su plan; lo que David había propuesto es que yo usara su camisa de algodón como camisón, y me durmiera con ella puesta, para así yo estar más cómoda, y al mismo tiempo el estarlo sin tener su camisa sobre su cuerpo. ¿Sonaba muy descabellado? En cierto modo no, hasta que me percaté de la segunda parte del plan; él se quita los pantalones para dormir en bóxer, y yo me quitaría el short rogándole a Dios que fuera lo suficientemente largo como para tapar mi ropa interior.
Y al final, así le hicimos. David se quitó su camisa, y me la pasó. Su torso a la tenue luz de la lámpara de mesa se veía casi imponente... Si era muy guapo, y atractivo. Cosa que hacía peor la situación.
Dándonos la espalda nos comenzamos a cambiar. Me puse su camisa (la cual me quedaba tan grande, que de hecho si me podría quedar como camisón) y me quité el short y los tenis. Inmediatamente después me metí en la colcha, ocultándome; si, me tapaba lo suficiente pero eso no le quitaba lo incómodo. Sin embargo, David no se quitó los pantalones, echo que provocó en mi un poco más de tranquilidad. Ambos nos recostamos dándonos las espaldas otra vez. La verdad, ahora si me sentía mucho más cómoda... Cerré los ojos, intentando dormir, y sin percatarme de la hora ni del momento, me quedé profundamente dormida, sintiendo la presencia de David durmiendo a mi lado.Holaaa, como les prometí sigo con las novelas :) Ojalá les guste este capítulo, y ya saben que recibo todos los comentarios con mucho amor, saludos♥