Un diario sin recuerdos

7 2 1
                                    

PREÁMBULO

Nunca he sido una persona de hacer diarios, aunque he de admitir que, en más de una ocasión, en mi más tierna infancia intenté escribir ciertamente más de uno. Infructuosamente claro, es muy difícil en la niñez pararse y sentarse frente a tu escritorio, repasar lo que has hecho durante todo tu día y, por último, hoja y lápiz en mano, redactar uno a uno, la sucesión de acontecimientos que han ocurrido en el transcurso del día que tuviste. No, cuando eres niño, lo único que quieres es llegar a tu casa y ponerte a imaginar y representar con tus muñecos todas las historias fantásticas que se vienen a tu cabeza. Y cuando creces, tampoco nos paramos a pensar en nuestro día, solo deseas sentarte y evadirte de la realidad buscando la distracción de turno que no te permita pensar. Después de todo, lo hecho, hecho está, piensas.

Un diario... quien me iba a decir a mí que fuera a escribir sobre aquello que aún atormenta mi cabeza, que revivo en mis pesadillas y no me permite volver a mirar hacia la oscuridad, aquí. Pero sin embargo me hallo en la obligación de hacerlo con tal de que no vuelva a suceder.

**********

Ha pasado ya mucho tiempo desde que aquello ocurrió.... o quizá no... la verdad es que la percepción del tiempo se me hace confusa desde, bueno, desde que se produjo el transcurso de los acontecimientos. Tengo que decir con profunda tristeza que mi mente ya no es la que era.

Vivíamos juntos... mi mujer, mi hija y yo. Sin embargo, al estallar la guerra civil, ellas estaban de viaje de visita a casa de mis suegros, la separación se hizo definitiva. No las he vuelto a ver. Este hecho provocó un cambio de mi personalidad, de alegre y optimista a apagada y solitaria. Me produce profunda tristeza no poder recordar ya, no sus nombres, sino los recuerdos que pase junto a ellas, solo conservo actualmente difusas imágenes de sus caras, por motivos que ahora por fin comprendo.

Mi casa, es de construcción antigua, está situada a las afueras de lo que se podría decir que es Madrid ¿Será Madrid el nombre? No lo sé. Es una de estas casas desde las cuales se puede observar el exterior completamente, entre las rejas que la rodean. No hay mucha distancia entre la verja de la entrada a la finca y la puerta de madera de entrada a la casa, quizás dos o tres metros cubiertos de tierra, piedras y algún que otro hierbajo.

La casa consta de una primera planta y el sótano. No me voy a parar a explicarte como son (o quizás lo eran...) las distintas habitaciones, la verdad, si te soy sincero es que no paso mucho por ella. Me gusta realizar viajes. Solo voy a describir de forma, intentaré, poco tediosa mi habitación y el sótano. Te preguntarás el por qué, es que son mis habitaciones favoritas.

Lo cierto es que no es muy grande, pero es lo suficiente para mí. Como ya te he dicho paso mucho tiempo fuera. En mi cuarto hay un viejo armario espacioso, que ya se encontraba cuando compramos la casa; me gustó cuando lo vi porque era bueno para almacenaje, una cama con un cabecero de metal orientada hacia el lado contrario de la puerta y un escritorio con su silla.

El sótano al cual se accede desde unas escaleras desde el pasillo es amplio, en un principio vacío, después pasó a ser mi trastero personal, mi almacén, me gusta porque lo considero un lugar seguro; lo que dejo ahí, se queda ahí.

No recuerdo como llegue a adquirir la casa, pero ¿Acaso es eso importante? No, no lo es. Lo importante es lo que pasó. Permíteme que te cuente diario, ya que me lo preguntas, ¿qué cómo sé que me lo estás preguntando? Lo veo en tus ojos.... porque todo lo que hay en este mundo tiene un cuerpo real con el cual nos es imposible engañar, engañarnos... y yo te veo y veo tus ojos...

Siempre fui una persona solitaria excepto con mi familia. Trabajaba solo en mi forja, me gusta dar forma a las cosas por medio del fuego y del martillo. Ver la deformación en caliente, el cambio de los objetos que se puede producir de forma permanente. Mi taller, heredado de mi padre, al igual que mi casa, se encontraba fuera del núcleo urbano, no porque me guste la soledad, que también, sino por el espacio. El taller está ubicado cerca de la población por sentido puramente comercial, pero a su vez relativamente cerca de mi casa, consta de una sola planta rectangular mal iluminada. Las únicas fuentes de luz son la propia puerta que daba el acceso y un tragaluz ubicado inmediatamente encima de la fragua. Supongo que debería haberle puesto ventanas, puede que eso fuera lo que mato a mi padre ¿una falta de buena ventilación? No me importa. Ahora ya nada importa. Solo quiero dejar constancia de lo que paso.

Un diario sin recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora