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En un lugar de Madrid...

Sonaba Budapest de George Ezra mientras Alba preparaba el desayuno, esta vez yoghurt con fresas y un poco de avena, 15 gramos para ser exactos. Tarareaba la canción, no sabía la letra pero conocía la canción, le recordaba esa época donde su mayor preocupación era que camiseta ponerse con sus pantalones vaqueros favoritos, aunque siempre optaba por la verde con flores o la negra básica dependiendo de los planes del día.

Era una mañana normal, Christian, su marido, estaba trabajando y esperaba con ansias su llamada que una noche antes le había prometido. Esta vez había seis horas de diferencia entre ellos por eso Alba intuyo que estaría comiendo. A ella no le gustaba mucho su trabajo, ser la mujer de un piloto no era nada fácil y le dijo muchas veces que acortara sus viajes que intentara coger viajes de Europa pero ya sabía que eso no estaba en sus manos. Cada mes tenía que hacer mínimo un viaje largo de entre tres y diez días dependiendo del viaje. Aveces Alba se auto engañaba diciendo que estaba acostumbrada o que cada vez era más fácil estar sin el mientras trabajaba, sabía que no, es más, todo lo contrario cada vez que se iba la espera se le hacía mar larga y cada vez lo llevaba peor. Pero como a Christian su trabajo le encantaba, tampoco iba a decírselo.
Estaba esperando la llamada, llevaba media hora esperando la llamada y el móvil no sonaba, puede que esté ocupado pensó.
Las mañanas de Alba, cuando no trabajaba, eran productivas, es una de las pocas personas que se despiertan con ganas de comerse el mundo, de esas personas que no le dan al botón de posponer la alarma.

Algo que nunca faltaba en el desayuno de Alba era su té negro, con una cucharada de estevia y música mucha música. Después de desayunar se preparaba para ir al gimnasio, cogía su batido detox de verduras, normalmente espinacas, apio y zanahoria, y se iba durante media hora al gimnasio más cercano.
Tampoco penséis que Alba es una fit girl o una persona tan sana, que su chocolate con almendras nunca falte en el armario.

Le gusta ser organizada antes no lo era y como ella siempre dice " las buenas costumbres no se cambian pero las malas cámbialas siempre" o algo así que saco de una serie Francesa o tal vez lo invento ella quien sabe.
Después de la sesión intensa de hacer deporte llegaba la mejor parte del día, el baño relajante, aveces se relajaba tanto que se quedaba dormida y otras veces tenía tanto que hacer que se daba una ducha fría y rápida. Para ella siempre era todo o muy blanco o muy negro, o muy feo o muy bonito... ¿el gris? no existía o bueno eso creía.

Sonó el móvil mientras estaba dándose el baño relajante, se secó las manos como podía y puso el móvil en modo altavoz.

-Ya tardabas en llamarme -le reprochó Alba a su marido.

-Veo que te has despertado con buen humor -dijo christian mientras se reía.

-¿La verdad? me he despertado genial pero me había preocupado. Bueno cuéntame cómo va el trabajo? -le pregunto ella, mirando a sus manos viendo como estaban arrugadas de estar tanto tiempo en el agua.

- Todo va genial el vuelo fue fácil la gente maja y no tuvimos ningún susto. - se río y paro un segundo. - Te echo de menos, ya se que lo sabes pero también se que esto no es fácil para ti, he hablado con Adrián para que me cambie de trayectos, no me ha prometido nada pero tal vez me pueda cambiar a vuelos Europeos en vez de Internacionales. - paro de hablar unos cinco segundos para escuchar la reacción de Alba pero no hubo reacción. - ¿Alba? dime algo. - suspiró Christian.

- Espero que no estes bromeando, por que me enfadaría mucho. - Se le notaba que estaba ilusionada aunque no quería mostrarlo tanto hasta que el lo afirmara.

EL ÚLTIMO BAILEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora