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Era invierno en las montañas del este cuando la llegada de aquella joven se hizo oficial. Contaba ya con sus 17 años cumplidos, sin embargo, todos los que no la conocían, la confundían con alguien de menor edad debido a su corta estatura. Aún así, había demostrado que su inteligencia era muy superior a la de muchas doncellas de su edad, solo que, su posición de sirvienta no la ayudaba mucho a desarrollar esos conocimientos. Nadie sabía cómo había llegado a la montaña, solo que había aparecido allí hacía 4 años, en las puertas del templo de la secta Baibaihe, la de prácticas y conocimientos más puros y correctos que se conocía. Una respetable secta que practicaba la cultivación allí y, aunque muchos adinerados enviaran a sus descendientes a formarse en el mundo del cultivo en ese lugar, pocos eran considerados dignos de ganarse los secretos de tal secta. Aun así, tenía muchos estudiantes y aprendices, al igual que sirvientes. Cuando GuangDao Ling fue acogida aquella vez, se había aparecido en el templo con varias heridas en su cuerpo y ropas harapientas. Las sirvientas de allí la sanaron y le dieron un lugar donde quedarse. Para Riluo Zi, compañera de cultivo del líder de secta Laohu Xiongwei, fue una maravilla tener a aquella joven entre su servidumbre. Le gustaba que la joven cantara y le contara historias a veces en la noche. No destacaba mucho entre las demás jóvenes, pero en su personalidad había una lengua de terciopelo al hablar, según palabras de la propia dama de secta.

Desde que se había quedado allí, no había contado nada de su pasado, y como no decía nada desde el principio, se decidió no insistirle más si ella no se sentía cómoda al hacerlo. De entre las jóvenes que estaban en la servidumbre, dos de ellas se habían encariñado mucho con la de más baja estatura. Gustaban de darle dulces o peinar su cabello con adornos coloridos. Sin embargo, GuangDao Ling no estaba de acuerdo en no dar algo a cambio, por lo que se adelantaba a sus amigas y hacía algunos de sus trabajos por ellas. También en esto se le insistió que no debía hacerlo, pero ella continuaba haciéndolo, por lo que se terminó por convertir en una costumbre. Aunque al principio era considerada alguien extraña, logró ganar el corazón de muchos allí. Y se dice muchos, porque las mujeres estaban contentas a su alrededor, pero no se comportaba igual con los hombres.

Cuando debía atender al líder de secta, era respetuosa y agradable, mas no era así con sus dos hijos o los sirvientes masculinos con los que compartía a veces lugares de trabajo. Aun así, trataba de ser alguien que no se metiera en líos, aunque los hijos de los líderes de secta insistieran en molestarla.

-A-Ling, dame ese libro. El de la repisa de arriba.- ordenó sin mirarla un joven de cabello largo y recogido con una hebilla en forma de loto y de color amarillo. También sus vestimentas eran de ese color, lo que le daba a conocer a cualquiera que era el hijo mayor, futuro líder de la secta y, a sus 20 años, era un joven bastante alto y apuesto.

La joven se encontraba con una escobilla limpiando las repisas y los libros. Ya estaba acostumbrada a que Laohu Yonggan le pidiera cosas que no podía alcanzar debido a su escasa altura, y también a sus burlas con respecto a ello. Sin embargo, ya había encontrado métodos para satisfacer los raros pedidos de su superior sin meterse en líos. Tomó dos grupos de libros de la parte más baja de la repisa y los puso en el suelo para apoyarse en ellos y elevarse hasta que pudiera alcanzar el que le pedía el joven.  Al tener el libro a su disposición en el escritorio, el joven la miró con sorpresa y algo de furia mientras ella solo sonreía con satisfacción.

-Ha pedido el libro, ¿no es así, Joven Maestro?- GuangDao Ling no perdía su sonrisa al hacer su correspondiente reverencia, mientras el hermano menor entraba en el estudio.

-¿Otra vez molestando a A-Ling?- preguntó el menor de los hermanos mientras entraba al estudio y ocupaba el cojín contiguo a su mayor.

Laohu Cibei portaba una espada en su mano y el aliento algo agitado, así como sus ropajes de color amarillo y negro estaban algo sudados. Su cabello estaba sostenido en lo alto por una hebilla con forma de narciso y sus ojos eran de un color más claro, con tono de miel a diferencia de los de Yonggan, quien los tenía del color de la tierra al mojarse.

La luz transmigra para acompañar al guerrero solitario (Bajo Corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora