Una mañana de Mayo, exámenes finales y estrés, mucho estrés, o por lo menos así lo veía ella, estaba a punto de graduarse de la preparatoria y estaba hasta el cuello de tareas y trabajos finales, aún estando acompañada de su mejor amigo no lograba relajarse en su pizca de tiempo libre que tenía dentro de la escuela.
- Joder, tengo tanto que hacer y tan poco tiempo que creo que voy a morir- decía la ojo miel con desgano, mientras que un castaño la observaba ahogarse en un casa con agua y sentía un poco de lastima por ella.
-Venga ya, no es tanto lo que tienes que hacer, revise la plataforma de tus tareas, y lo único que te falta es un portafolio de evidencias de la materia que tanto odias- lo decía con una mirada de incredulidad sobre su amiga.
-Y esa es exactamente la razón por la que no podré terminarlo, ¿sabes cuántas veces entre a su clase este semestre?, ¡solo 6! ¿Cómo pretendes que termine 150 trabajos en una semana?, Es imposible- se quejaba la castaña oscura con pena en el alma -Por el amor de Dios, Diana, no puedo creer que seas tan irresponsable- dijo con un poco de histeria en su voz, por su ya casi colmada paciencia.
-Tu cállate Samuel, que tu no reprobaste literatura solo porque sobornaste a la maestra- contradijo la Diana con una mirada retadora hacia su querido amigo, este no le contestó por qué la campana que anunciaba el término del recreo sonaba casi perforando los tímpanos de los dos, así ambos levantándose del suelo regresaron a sus aulas con el compromiso de acompañarse a casa en la salida.
Narra Diana
No me sentía para nada bien, la tarde anterior había discutido con mi familia y no nos habíamos vuelto a hablar desde entonces, mi madre y mi padre salieron temprano a un viaje de negocios en Irlanda y mis hermanas habían vuelto a Alemania por sus estudios la noche anterior,por lo que tendría la casa sola por lo menos dos semanas más. Después de mi conversación con Samuel, volví a mi salón a tomar las últimas tres clases del día, la primera de éstas, economía, la materia que tanto odio y la cual peligro de reprobar. Todo inició normal, nombró lista y revisamos los ejercicios de una clase a la que no asistí, prestando una atención a medias ya que no me estaba entrando ni una sola palabra de lo que decía el profesor, por lo que decidí que era momento de pasear por la escuela un rato, me levanté y pedí permiso de ir al baño y aunque no me lo dieron igual me salí del salón. Es verdaderamente relajante pasear por los pasillos de la escuela sin rumbo alguno, pero algo perturbaba mi paz mental, un pequeño escándalo en la puerta de ingreso, al parecer había algunas personas tratando de entrar al plantel y los guardias no los dejaban, el miedo que sentí cuando de repente uno de los invasores mordió a un oficial y le arrancó dos dedos de la mano fue inexplicable, sentí como si me empapara con un balde de agua fría, me quedé en shock unos segundos, observando como los intrusos ingresaban a la escuela y no les afectaban los taser de los guardias, mientras estos uno a uno huían por su vida mientras los invasores se comían a uno de sus compañeros, lo primero que atiné hacer fue correr, correr a el salón de Samuel para irnos de ahí, pero primero pase por mi mochila entrando y saliendo del salón como si mi vida se me fuera en eso, continúe mi andar apresurado hacia el salón continuo y le pedí permiso a la maestra de llevarme a mi viejo amigo, cuando el salió se veía preocupado.
-Didi, que pasa?- me preguntaba con una mirada de confusión, haciendo uso de ese apodo que me había puesto hacia ya muchos años.
-Tenemos que irnos de aquí- le conté todo lo que había visto y el no me creía, hasta que escuchamos algo que nos heló la sangre, el grito de una maestra que veía como una de esas cosas atacaba a uno de sus compañeros, y ahí fue cuando el entró rápidamente a su aula, tomo sus cosas y le susurro a la maestra lo que pasaba, ésta se quedó en congelado y con la mirada perdida en el piso durante unos segundos y después actuó como si nada mientras asentía, y decía que podíamos irnos, y eso fue lo que hicimos.
-Y ahora que hacemos?- decía el castaño con un toque de histeria y miedo en su voz.
-vamos a mi casa, ¿tus padres están en la ciudad?- los padres de Samuel salían mucho de la ciudad y el con su hermano se quedaban con sus tíos, que casualmente eran mis vecinos.
- No, salieron hace poco y regresan en dos semanas, vamos a tu casa y por mi hermano- ya decidido eso nos pusimos en marcha a nuestra salida secreta, la cual en situaciones normales se utilizaba para salir a comprar comida, pero no contábamos que ya se había empezado una masacre en los pisos inferiores al nuestro y salir de la escuela no sería cosa fácil.
