¿Amiga o enemiga?

131 18 18
                                    

¿AMIGA O ENEMIGA?

Como todos los días después de cada comida Lia va al baño, se encierra allí, aún a pesar de que está sola en casa y nadie puede oírla, ya que su madre trabaja como médico en un hospital y no pasa demasiado tiempo en casa. Lia pone la música a todo volumen por si las moscas. Se arrodilla frente al inodoro y se mete dos dedos a la boca para expulsar los alimentos que ha tomado para desayunar esa mañana. Después se enjuaga la boca, lava sus dientes y se promete que será la última vez que lo haga, que lo tiene todo controlado. Hace dos meses que empezó a hablar con esa "nueva amiga", Mía. Y hace dos meses que la misma chica le dio un consejo muy fácil para adelgazar rápidamente. Lia y Mia hablan todos los días por un foro de internet que descubrió la primera hace dos meses, de vez en cuando también habla con Ana, otra amiga, aunque no tan buena ni cercana como Mía que le da esos grandes consejos. Ana también le ha dado alguno, pero no encajan con Lia, ella prefiere los de Mía, que es más como ella.

Llega al instituto después de coger el metro de Madrid que la deja casi en la puerta del mismo. Entra al instituto y se dirige hacia su taquilla, aún no se acostumbra a tener que utilizarla. En su antiguo instituto, en un pueblo de Valladolid, no habían taquillas. Claro que tampoco había tantos estudiantes. Hace dos semanas que llegó a Madrid con su madre, porque a esta la habían cambiado de hospital. Y hace tan solo dos días que ha empezado en su nueva escuela, dos días de presentaciones y orientación para empezar el curso de verdad.

Lia camina un tanto asustada por los amplios pasillos del colegio. El uniforme azul marino que lleva puesto la hace sentirse más acomplejada de lo que ya estaba. Esa misma mañana antes de hacer su ritual diario se ha visto frente al espejo, y ha apreciado lo corta que es la falda y que un trozo de pierna, del que no está precisamente orgullosa, se aprecia muy bien. Los muslos de sus piernas se pueden ver al completo, por lo que ella solo hace que estirar su falda hacia abajo.
— ¡Cuidado! — exclama cuando su cuerpo impacta contra el suelo y una sombra la ciega de todo lo que había a su alrededor. Un chico le extiende una mano, mientras que en la otra sostiene la mochila de Pepe Jeans que ella traía consigo antes de ser empujada por el mismo.
— Lo siento. — le dice él con una encantadora sonrisa de oreja a oreja.
— No pasa nada — responde ella tras levantarse, sin su ayuda. Lia coge su mochila de la mano del chico rozando, sin querer, la yema de sus dedos con la palma del chico del que todavía no sabe nada, ni siquiera el nombre.
— ¿Cómo te llamas? — oye ella que le pregunta aquel chico tan guapo. Pero ella decide hacer como si no le hubiera escuchado y sigue su camino hacia su taquilla para dejar su mochila e irse a clase.

Su primera clase iba a comenzar, el profesor de biología acababa de cerrar la puerta del aula. Lia estaba sentada en un pupitre, sola, al fondo de la clase. No quería llamar la atención, ni que se fijaran en ella, solo deseaba que terminara de una vez la etapa del instituto. Y gracias a Dios solo le quedaba ese curso.

Habían empezado la clase, cuando a los cinco minutos alguien llama a la puerta. Lia levanta la cabeza de su cuaderno cuando oye que el profesor a sentado al lado suyo al chico que ha llegado tarde. "¡Genial!" piensa sarcásticamente.
— Hola otra vez — dice el chico de antes sentándose al lado suya y sacando todas sus cosas de la mochila. Lia vuelve a hacer caso omiso y todavía fastidiada por tener que sentarse precisamente con él, que no tiene la intención de callarse, sigue dibujando cosas sin sentido en su cuaderno.
— ¿Puedes callarte? — dice ella harta de escucharle hablar de cosas sin sentido, o que al menos a ella le daban igual.
— Eres la primera chica que me dice eso — le contesta entre divertido y asombrado. Desde que se chocó con ella en el pasillo le impresionó y ahora le gusta todavía más. Eric, el niño pijo y popular del instituto, el número uno en todo, sobre todo en fútbol. Tiene a todas las chicas detrás de él, y la chica que le ha gustado no le hace ni el más mínimo caso; puede ser que por eso le atraiga tanto.
— No seré la única que lo piensa — le suelta Lia al chico con un desaire poco común en ella. Se siente amenazada con su presencia, la asusta la cercanía con la que le habla, no quiere sufrir más. No lo soportaría.
— Pero sí la única que lo dice — le guiña un ojo, ella pasa  el gesto por alto y rueda los ojos. Odia que intenten ligar con ella, y más si es un chico como él. No está para nada cómoda. —, eso me gusta. — termina susurrado en el oído de Lia. Y tal como empezó a hablarle, también deja de hacerlo.

El timbre que indica que es la hora de almorzar suena y todos los estudiantes salen velozmente de allí. Lia recoge de forma pausada, sin ninguna prisa. No va a almorzar, no tiene hambre, ya se ha acostumbrado a saltarse esa comida igual que la merienda. Cuando ya tiene toda listo se cuelga la mochila al hombro y sale por la puerta. Antes de llegar a su taquilla alguien la sujeta del brazo. Están muy cerca el uno del otro. — No he calculado muy bien la distancia — dice el mismo chico con el que se está encontrando a todas horas — No quería irme sin decirte una cosa...
Lia espera a que hable, pero no lo hace. Cansada de estar tan pegada a él sin hacer absolutamente nada, habla. — ¿Vas a decirlo o me dejas irme ya?
— ¿Tienes la regla o qué? — dice el chico. Comentario que no le ha gustado nada a la chica.
— ¿Eres retrasado o qué? — él la mira extrañado y confuso. "¿Qué le pasa a aquella chica?" piensa. — Ese comentario es machista. — le aclara ella al verle la cara. "Encima de machista cortito", piensa Lia.
— No soy machista. — dice él muy ofendido.
— No he dicho que lo seas, solo que tus palabras lo son.
— Es lo mismo.
— Eres más listo de lo que pareces, ¿no? — se ríe ella por primera vez en mucho tiempo.
Unas voces que llaman al chico se oyen al final del pasillo, así que con prisas y sonrisas él le dice su nombre a ella.
— Por cierto, me llamo Eric. — le guiña un ojo — Nos vemos mañana Lia. — al oírle decir su nombre un escalofrío recorre la columna de la chica que se ha quedado helada en el sitio tras la conversación que ha tenido con Eric.

Después de dos meses Eric logró conseguir una cita con Lia, que aunque se negaba a ella misma que aquel chico rubio y de ojos claros no le gustaba, no pudo aguantar más y por fin acepto las constantes invitaciones de él. Tras esa noche empezaron una relación. Ella era la envidia de las demás, y él adoptó otra postura más madura respecto a la vida en general.

Una fría noche de enero en la que su novio la había llevado a cenar a un caro restaurante en la Gran vía de Madrid. Lia nunca había entrado a aquel lujoso restaurante con manteles de tela y con una vajilla tan cara, desde que llegó a Madrid no ha salido mucho, y cuando empezó a hacerlo con Eric nunca era a ese tipo de sitios, sino a fiestas o sitios de comida rápida, que eran lugares más típicos para un par de adolescentes. El ambiente era tranquilo y sosegado, un delicado hilo musical sonaba de fondo en la tranquilidad del lugar. Las mesas estaban decoradas con velas aromáticas de color lavanda, que estaban en perfecta armonía con el resto de detalles que llenaban la sala. Un chico de mediana edad les sentó en una mesa apartada, más privada. La pareja de jóvenes, sentados uno enfrente al otro, intercambiaba miradas como los enamorados que eran. Ella no era consciente de todo lo que se le avecinaba aquella noche, que a simple vista parecía tan maravillosa.

Tras tomarse los platos principales, y a espera del café que habían pedido ambos después de la fantástica cena, Lia se levanta de la mesa en dirección al baño. Se siente lleno, hinchada, y tiene la tremenda necesidad de vaciar su estómago de alguna manera. Se encierra en el pequeño baño y se arrodilla junto al inodoro. Tira de la cadena para tapar de algún modo los sonoras arcadas que provienen de su garganta, y en menos de cinco minutos a terminado su ritual, que se ha convertido en algo común después de cada comida. Enjuaga su boca y lava su cara. No se da cuenta de lo demacrada y delgada que se ve. Para su buena suerte, Eric ha oído toda la escena, y el sonido de vómitos más las sospechas que ya tenía le confirman el grave problema que tiene su novia.

Eric no sabe muy bien cómo actuar. Ese fue el problema noche, ninguno de los dos era consciente de toda la situación. Uno con miedo, y otra con nervios. El chico no supo llevar la situación, y lo que iba a ser una charla reconfortante para ella, terminó en una serie de reproches y blasfemias nada agradables que la llevaron a un pozo sin fondo.

Al día siguiente, cuando la madre de la chica llegaba de una dura jornada de trabajo se encontró con el novio de su hija. Él le contó todo, y ambos fueron a hablar con la chica. Llegaron a la casa preocupados, nerviosos, y sobre todo atemorizados por la peliaguda situación. Al principio, no la veían. Lia no estaba por ninguna parte. A los diez minutos pensaron en ir al aseo a ver si se encontraba allí. Abrieron la puerta, la madre delante del novio. La mujer, al ver la escena se derrumbó entre los brazos del chico que la había cogido para que no se cayera al suelo. Ambos lloraban, se lamentaban por no haberse dado cuenta antes. Ya era tarde, Lia no volvería. La sangre teñía el blanco suelo, y la serenidad en la cara de la chica era terrorífica. Esta historia marcaría la vida de todos, pero sobre todo la de aquel chico que cambió con la ayuda de ella. Pero él no logró cambiarla, ni ayudarla.

***
(Qué opináis, os leo en los comentarios maripositas🦋)

¿Amiga o enemiga? ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora