Capitulo 1

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Cuando yo era pequeño, solía tenerle mucho miedo de la abuela Claudia. Sus desvaríos de anciana siempre lograban ponerme todos los pelos de punta, y sus murmuraciones incomprensible también me parecían un tanto espeluznantes. Nunca me quedaba mas tiempo del que era necesario y no me gustaba escucharla cuando cruelmente regañaba al gato de los vecinos. Me incomodaba tanto que en cuanto la veía fijar su vista en algún punto de la habitación, yo desaparecía.

Para navidad, cada vez que la visitábamos yo intentaba subir al árbol mas alto que se encontraba en el patio. Esa era la forma mas "sutil" de escaparme que pude haber pensado. Sin embargo, la casa de la abuela Claudia fue construida por el abuelo Enzo, un gran fan de los laberintos y acertijos que me hicieron la vida añicos.

No fueron una ni dos veces en las que me perdí entre sus puertas y pasillos, si no que fueron cientos y cientos de veces. Cada una peor que la otra. Por alguna razón, yo siempre terminaba petrificado frente a las puertas del infierno con las inmensas ganas de llorar y un nudo gigantesco en mi garganta. Pronto me di cuenta de que las cosas no eran tan fácil como las imaginaba. Mi plan tenia una falla, y debía solucionarla.

Al principio me llevaba tres horas encontrar la salida. Era un fastidio en cuanto me encontraba con algún familiar en el proceso, porque siempre parecían tener un nuevo favor que pedir. Luego de una semana de ardua exploración, logre crear un sistema de localización, las horas se redujeron entre dos y una y media. Ya me había familiarizado con los pasadizos y los túneles del este y estaba a nada de encontrar una salida mas rápida por el oeste.

Con un marcador comencé a rayar las paredes, muebles y cuadros; en lugares en los que a primera vista no los encontrarías, y aunque lo hicieras no los entenderías.

Un 23 de diciembre, cuando la limpieza y arreglos navideños estaban en pleno apogeo, al tío Rafa se le ocurrió la brillante idea de jugarle una pequeña broma a sus queridos sobrinos. Los junto a todos en una habitación y les contó una falsa historia acerca de los fantasmas que rondaban entre esas tenebrosas paredes. Tres horas mas tarde el tío Rafa entraba al hospital con tres costillas rotas y un pulmón agujerado. Resulta que él se había hecho pasar por el fantasma de su historia esperando aterrarlos o por lo menos asustarlos un poco. Nadie se esperaba que el primer impulso de Jhon fuera golpear al supuesto fantasma con una vara de metal.

Mi padre fue hasta el árbol en el que me encontraba y me pidió que bajara y acomodara la habitación de la abuela Claudia. Inmediatamente yo me reuse, ¿pero que puede hacer uno en contra de las ordenes de un padre?

Resignado ante mi deber, me acerque lentamente hasta a su puerta y la abrí poco a poco. Con un escalofrío recorriendo mi espalda y gran parte de mis músculos trenzados, camine cuidadosamente a través de la habitación. Consiente de su mirada me deslice por la pared mas alejada de su cama e hice lo que tenia que hacer. Si tu no la vez ella no te ve, repetí constantemente en mi cabeza para tener en algo mas en lo que pensar.

La abuela Claudia me daba tanto miedo de pequeño, que mas que seguro estaba convencido de que si algún día me llegaba a encontrar con la llorona o al silbón no hacia falta mas que decir su nombre una sola vez. En las noches de verano, era el coco el que temía que yo le contara las historias de mi abuela. Alrededor de la fogata, era acerca de ella quien yo contaba, con la voz mas tétrica que un niño de 9 años puede tener.

Limpie, acomode y reabasteci todo lo necesario en su habitación. Que le tuviera miedo no significaba que dejara de lado mi actitud responsable.

-Los dioses son seres de costumbres ¿sabes?- su voz rasposa y cansada comenzó a resonar en la habitación, mientras sus ojos permanecían fijos en la ventana y sus manos afectadas por el mal de parkinson frotaban la cubierta de un viejo libro.- por alguna razón ellos aprecian mucho las tradiciones.

Al principio me mantuve callado, alejado en una esquina mientras temblaba como gallina y acomodaba los medicamentos en su sitio para sus múltiples enfermedades. Pero algo había llamado mi atención, ya sea su tono suave o el tema de conversación, con esas simples palabras le dio inicio a lo que pronto se convirtió en un recuerdo importante.

-Unos días antes de nuestra creación, se estaba realizando la reunión anual más grande y esperada entre los dioses. Todo parecía normal y hasta cierto punto algo monótono. De un momento a otro a un pequeño zorrito se le ocurrió hablar.- aparto la vista de la ventana y los fijo en mi. Su rostro inexpresivo me causo un gran escalofrió.

Yo solo pude apretar la bolsa de medicamentos entre mis manos y luego dar un paso hacia atrás. No muy seguro de si leyó mi mente, o se comunico con mi alma, ella hizo lo que pedía a gritos mi frágil corazón. Porque luego de un buen rato de escrutinio, bajo su vista hasta el suelo, soltó un suspiro pesado, y opto por seguir viendo a través de la ventana lo poco de ciudad que se vislumbraba.

La abuela ya sabia acerca de mi inmenso temor, también sabia acerca de mi extraño gusto por los libros viejos y mi mala costumbre de tronarme los dedos cuando estoy concentrado. Ella lo sabia porque mis tíos se lo comentaron y mis padres se lo dijeron. Ella no quería que me quedara con una mala imagen suya, así que aprovecho ese ultimo momento para demostrarme con hechos lo que ella era en realidad, no era lo que la vejes y las enfermedades la habían convertido.

-entre todos los dioses comenzó a correrse un rumor. El dios que lograra crear al ser humano se convertiría en el mas poderoso de todos. Lamentablemente ninguno podía crear por si solo al hombre, Este tenia muchos detalles y por mas que a los dioses les gustara crear y vanagloriarse con sus logros, no podían hacer algo tan prolijo como somos nosotros.

<<pronto, ese simple rumor se convirtió en la misión de todos. Desde dioses hasta monstruos buscaban crearnos desesperadamente. Ya no eran uno o dos, ahora eran cientos y cientos de dioses trabajando por una misma causa. Los seres se dividieron en pequeños grupos logrando crear alguna que parte como un brazo o una pierna, pero nunca un cuerpo. Dentro y fuera de los grupos todos trabajaban juntos, pero al mismo tiempo todos tenían un cuchillo en la espalda de el otro. La guerra fue inevitable, peleaban unos contra otros, creyendo ciegamente que con la sangre de sus enemigos lograrían encontrar la información y el poder necesario. El zorrito al ver esto, decidió volver entrometerse de la única forma astuta en que el era capaz. Lanzo un comentario al aire y uno de los dioses lo repitió. Solo fue cuestión de tiempo para que el comentario recorriera la lengua de todos y se colocaran a pensar.>>

-¿Cuál?- mis vos tembló en una mezcla de temor y euforia-¿Cuál fue ese comentario, y por qué todos lo repetían?- si, lo se. La curiosidad mato al gato ¡pero vamos! Era un niño de 9 años escuchando la mejor historia de su vida.

-mientras ustedes pelean y se apuñalan, el ser humano ya ha sido creado.- una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios antes de voltear y acomodarse en la cama.- ¿sabes, pequeño Cecilio? Las palabras tienen mucho poder. Yo con un par de palabras puedo asesinar a todo un pueblo o salvar a toda una nación.

Eso fue lo ultimo que le escuche decir ¡y vaya que tenia razón! porque el resto de mi vida se resume en esto.

Mientras tanto, desde el cuarto de la abuela, se podía ver al árbol mas alto batir sus ramas.

CecilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora