Nos miramos a los ojos
Después de sonreír y comulgar,
Dilatando un signo de interrogación,
Y pude ver la mocedad de tu alma.
Abriste esa parte de tus pupilas
Dónde se ve con nitidez
El Cristalino-papel en blanco
De la inseguridad:
Inmaculado, impoluto.
Una leve sonrisa de "quiéreme",
Fui la invitación para seguir escrutando
Sobre el caramelo del Iris.
Fue allí, justo allí entre tonalidades sepia,
Dónde vislumbré
La semilla Primigenia de tu amor,
A la espera
De un hombre responsable.
¡Amémos, amémos!, Parecías insunuar
Con los doscientos cuarenta millones de Bastones
De tus Retinas.
No sé si notaste mis párpados deshonestos,
Sin embargo, hice un esfuerzo de voluntad
Y abrí algo más sincero que las pupilas:
El corazón.
Coloque tu mano sobre mi pecho experto,
Tus pestañas en mis cejas,
Y sin pronunciar palabras
Ni prometernos el cielo,
Estubimos de acuerdo.
Desde ese prismático día,
Entendiendo lo que es felicidad,
Y mirando en la misma dirección
Te convertiste,
En "La niña de mis ojos".
