𝐅 𝐈 𝐍

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Era sábado por la mañana. Muy de mañana, por cierto.
El viento soplaba y el cielo apenas se estaba aclarando.
Miraba el amanecer desde la banqueta, sin importarme los murmullos detrás mio dirigidos hacía mí persona. Después de todo, era normal en esta situación.
Suspiré al ver el alargado auto negro doblar la esquina.

Me levanté con pesadez y acomodé un poco el cuello de mi camisa.
Aún dolía mucho mi cuerpo, pero comparado con antes, ese dolor era casi como una caricia. La cantidad de vendas que cubrían mis heridas era impresionante. Incluso en estos momentos me sentía débil, pero ahora era mucho menos.

Dolía, y no me refería sólo a mi cuerpo. Era ese pequeño vacío en el pecho que te causa la tristeza y el sentimiento de pérdida. Había llorado durante mucho tiempo, me atrevería a decir que horas, mismas en las que estuve sumiéndome en un mar de desesperación, dolor, resignación y tristeza. Ya no había más que hacer, todo se había hecho y ya no habían posibilidades de cambiarlo. Ni siquiera había podido mantener mi promesa de mantener a Annie a salvo, y ya no estaríamos juntos nunca más.

Las mismas personas que habían venido al funeral de mis padres vinieron esta vez, junto con otras más que eran desconocidas para mí. Supongo que eran conocidos de mi tía. Era incómodo, todos susurraban acerca de mí, creyendo que no era capaz de escucharlos, murmuraban sobre lo que me había pasado y como era que todo había terminado así. Joder, sí, lo sabía, todo estaba tan jodido y era culpa mía.

Suspiré, conteniendo a la vez un sollozo que estaba atorado en lo más profundo de mi garganta. Sacudí mi cabeza, ya no tenía ningún caso llorar. Limpié mis manos en pantalón, tratando de quitar todo el sudor que transpiraba por mis manos. Era hora.

Un grupo de hombres, tanto familiares como desconocidos, se acercaron a la carroza fúnebre. Esta vez no me acerqué, no tenía la fuerza, sentía que en cualquier momento me desplomaria. Junto con el par de hombres que conducían el auto, sacaron un ataúd blanco y puro, perfectamente pulido y barnizado, con detalles plateados y grises que lo hacía ver simple pero elegante, justo como a Annie le hubiese gustado. Agradecía a Erwin por haber escogido un color tan lindo.

Todos se acomodaron para comenzar a sacar el cajón de a poco, y cuando lo lograron, lo colocaron sobre sus hombros como forma de soporte, para después comenzar a caminar en dirección a la iglesia. Los seguí de cerca, sin querer separarme demasiado y sin saber exactamente con quien estar. No es como si en esta ocasión tuviera muchas cosas que decir o algo interesante por contar, probablemente ya todos sabían lo que había pasado, simplemente estaba ahí, solo.

Hice una mueca cuando pasamos por el umbral de la gigantesca puerta marrón que daba paso a la iglesia, la misma iglesia por donde habían pasado los cuerpos de mis padres. Las gigantescas puertas estaban abiertas de par en par. La gente dentro se había puesto de pie inmediatamente, recibiendonos, mientras que voces infantiles, pertenecientes al coro, cantaban la misma canción religiosa que había sonado en la misa de mis padres y que aún seguía sin poder identificar. Los llantos y las palabras de lástima no se hicieron esperar, los quejidos y jadeos de las damas ahí presentes resonaban por toda la gigantesca estructura, haciendo eco en el domo en la parte superior que era adornado por "La creación de Adán" y viajando por todo el lugar.

Sentí como si todas la pinturas y esculturas pudieran verme, y para estos momentos, no lo dudaba del todo.

Caminamos cerca de un minuto antes de poder atravesar toda la parroquia. Tuve el suficiente tiempo para admirar a varias de las personas que se encontraban ahí, ha decir verdad, la mayoría eran desconocidos o personas que había visto una única vez. En la primera banca, junto con otros familiares, se encontraban Reiner y Berthold abrazados el uno al otro y llorando a mares, mientras escondían sus caritas en alguna parte del cuerpo del otro. Los miré con ternura y tristeza a la vez. De verdad lo lamentaba muchísimo.

Cierra La Puerta [RIREN] - SNKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora