Despedida

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19 de Agosto de 2017

- Sigues sin entenderlo.- me contesta mirando mi mano agarrando la suya.- Puede que sintamos lo mismo y que nos divirtamos dure lo que dure. Pero no quiero que acabemos igual que como acabé la última vez. Creo que lo mejor es que no pase nada y se quede en un buen recuerdo.

Mi corazón da un vuelco y agarro su mano un poco más fuerte. Me da miedo preguntar pero sé que tengo que hacerlo:

- ¿Estás seguro de que eso es lo que quieres?

- Completamente, chica de ciudad. Estoy deseando que acabes tu libro y Koga me pase su ejemplar para leerlo. Espero que tengas mucho más éxito del que tienes ahora.

Su mano es ahora la que aprieta la mía de una forma cariñosa antes de soltarla. Parece que este es el adiós y ni siquiera habíamos empezado. Aprieto las sábanas contra mi pecho y me recargo un momento contra el cabecero mientras pienso que tal vez debería a ver intentado pasar aún más tiempo con él. Que podría haber presionado para que me hablara de sí mismo y para que pudiéramos habernos conocido mejor. Tal vez así me hubiera enamorado antes y hubiera tratado de convencerle antes de que fuera tarde. Pero en cuando esa idea aparece en mi mente niego con la cabeza para alejarla, todo ha pasado como tenía que haber pasado. Lento, sin premeditaciones, natural. Si ha tenido que acabar así, ya está, no pasa nada.

Trato de convencerme de que no pasa nada mientras le sonrío. Creo que acabo de darme cuenta de lo mucho que lo voy a echar en falta, por las mañanas, a la hora de las telenovelas y en cada reunión de amigos. Espero no confundir a cada tipo que vea con camisas de cuadros con mi chico de pueblo.

Respiro hondo antes de volver a fijarme en él, está mirando por la ventana con el cuerpo en tensión, y cuando lo llamo, su cabeza gira violentamente hacia mi dirección.

- ¿Qué has dicho, chica de ciudad?

- Que me voy a vestir, ¿te importaría irte a desayunar mientras lo hago?

Él sonríe de lado.

- No es como si tuvieras algo que no he visto ya.

- Cierto, pero prefiero que sigas teniendo ese precioso recuerdo en vez del mío agachándome y buscando mi ropa.

Inuyasha se ríe mientras me señala a la mesa en la que se encuentra la pequeña tele.

- Toda tu ropa está ahí, la recogí esta mañana. – mis mejillas se colorearon mientras él se reía.- Supongo que te dejaré sola, te espero en la sala de desayunos, está al lado de recepción.

Cuando le escucho cerrar la puerta suspiro hondamente antes de levantarme, acercarme a la mesa y empezar a vestirme.

Si lo que quiere es esto, no puedo obligarlo y pedirle nada más. Si no quiere dar el paso no puedo ser una egoísta y enfadarme con él. Está en su derecho y también es su decisión. Aunque eso no evita que sienta una opresión en el pecho justo cuando cierro la puerta de la habitación del hotel, con las cosas que saqué del coche la noche anterior, y me doy cuenta de que todo ha acabado y mi pequeña aventura de verano ha pasado.

Al final, decido irme en el tren más temprano que tuviera todavía plazas porque no estoy dispuesta a alargar esto hasta la última hora de la tarde. Alargar la despedida solo me lo pondría más difícil. Así que, cuando llegamos después de desayunar a la estación, nos dirigimos directamente a las vías esperando el tren. No tarda mucho, parece que en esta parada no va a subir mucha gente, aun así, espero un poco para no ser de las primeras y comerme toda la cola de gente que entra y que baja.

- Supongo que esto es la despedida. – digo girándome hacia Inuyasha que se encontraba mirando al tren.

- Sí, eso es.

¿Vida Rural? (Inuyasha) |#wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora